Capítulo 41: Jamás podría gozar del reconocimiento social.

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Makoto y Kakashi llegaron por fin al lugar donde se celebraría la reunión. No se les hizo demasiado trabajo infiltrarse. Uno de los muchos dones de Kakashi era el maquillaje, que contrastaba con la falta de dotes para ello de su prometida.

—Por fin habéis llegado, Akane y Yozo —murmuró una mujer, que vestía un vestido negro ajustado. Rodeó el brazo de Kakashi con el suyo y entrelazó sus manos con las del hombre. Makoto frunció el ceño sutilmente—. Si sigues con esa cara, te saldrán arrugas, Akane.

—Ni con la cara llena de arrugas, serías más guapa que yo —contestó Makoto, con una sonrisa en la cara—. Entremos, nos deben estar esperando.

Kakashi se soltó del brazo de la mujer y siguió a Makoto. Pasaron por un amplio pasillo hasta llegar a una mesa de póker, donde estaban sentados otros dos hombres más.

—Nozomi —murmuró el hombre más musculoso—, ¿crees que nos están siguiendo?

—¿A nosotros? —La mujer dejó escapar una carcajada. —La zorra de la Quinta es tan imbécil que no debe saber de nuestra existencia. No deberías preocuparte por eso, Yuri. —El nombrado asintió.

—Sentaos, no os quedéis ahí de pie —ordenó el hombre más delgado.

Kakashi notó que su esposa se estaba enfadando, sabía que no perjudicaría a la misión, pero estaba un poco preocupado al respecto. Ambos tomaron asiento, el uno junto al otro. La mujer comenzó a repartir las cartas mientras el grupo hablaba de planes para acabar con la Hoja.

—Tendremos que acabar con los ninjas de élite, los ANBU —masculló Nozomi.

—Ellos no serán nada comparados con ninjas como Kakashi, Gai o la Diosa Senju —comentó Yuri.

—Bah, seguro que no son para tanto. De todas manera, Akatsuki ha dicho que nos respaldará si les entregamos al zorro de nueve colas, no debemos temer —dijo el hombre delgado. Makoto y Kakashi se miraron entre sí.

—Voy. —Yuri dejó un par de fichas en el centro de la mesa.

—Me duele la cabeza —murmuró Makoto, tapándose la zona de los ojos. Activó su Byakugan y observó las cartas de todos los de la mesa. El mejor palo era el de su prometido—. Voy. —Puso una ficha en el centro de la mesa y sonrió de lado con su Byakugan desactivado.

—Doblo —dijo Kakashi.

—Paso —habló la mujer.

Las cartas se mostraron en poco tiempo. Kakashi se llevó todo lo de la mesa.

—Qué extraño, Akane... —murmuró la mujer. Makoto frunció el ceño sutilmente.

—¿Pasa algo? —dijo la Senju.

—Que la Akane que conozco ya no tendría fichas, eso es lo que pasa —comentó ella con sorna—. Y Yozo ya estaría manoseando a Akane. Así que, decidnos, ¿quiénes sois? —Apuntó a los ninjas de la Hoja con un kunai. Los otros dos hombres también los hicieron.

Makoto y Kakashi se miraron entre sí y asintieron. No tenían más remedio que acabar con todos ellos. La Senju activó su Byakugan y acumuló chakra en sus manos y se abalanzó a la otra mujer.

—¿Quién diablos eres? —murmuró ella, intentando esquivar los ataques de Makoto.

—Nos habéis mencionado en vuestra conversación y no tenéis ni idea de quiénes somos —comentó con sorna la Senju.

—Imposible —murmuró Yuri, peleando contra Kakashi—. El Ninja que Copia y la Diosa Senju, ¿verdad?

—Efectivamente —masculló el Hatake.

Raíz | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora