Capítulo 4: La operación.

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     Makoto entró en el hospital con su típica mirada cansada. Se sentó en una silla cercana al quirófano número cuatro y esperó a que la rubia la llamara. Se sentía mal por obligar a Tsunade a operarla, sabía lo mal que se ponía al ver la sangre, pero había sido egoísta.

     No pasaron más de diez minutos hasta que se escuchó un "Makoto Senju" por parte de Tsunade, que parecía más nerviosa que la propia paciente.

     Makoto se levantó y caminó lentamente hasta la sala. No tenía miedo, pues su prima era la que llevaría la operación a cabo y a ella le confiaría todo, incluso su vida, bueno, eso era lo que estaba haciendo en esos momentos.

     Tsunade cerró la puerta paulatinamente y abrazó a Makoto, la cual devolvió el gesto torpemente.

     —Tsunade, si algo me pasa, por favor, no te sientas culpable. Sé que darás lo mejor de ti, como siempre —murmuró Makoto. Tsunade deshizo el agarre y la miró gentilmente.

     —Prometo que haré todo lo posible para que sigas con nosotros, así que, por favor, haz tu parte y resiste —dijo Tsunade. Makoto se tumbó en la camilla y Tsunade administró la anestesia general.

     La Senju se puso unos guantes azules y realizó la técnica de control de chakra: bisturí de chakra.

     Abrió el torso de Makoto y, con sumo cuidado, se dedicó a cortar el pulmón derecho, donde se encontraba el parásito. El pulso de Makoto empezó a desestabilizarse. Como pudo, Tsunade, hizo que volviera a la normalidad y siguió abriendo el pulmón.

     Tras una hora de arduo trabajo, pudo encontrarse cara a cara con una especie de gusano, agarrado fuertemente a una de las paredes del pulmón de la Senju. Con mucha, muchísima, precisión, Tsunade realizó un corte para separar el bicho de Makoto, limpió la zona, y comenzó a cerrar todas las capas que había abierto.

     La operación fue muy larga y cansada, pero, finalmente, Makoto estaba a salvo, y eso era lo único que importaba. Las enfermeras llevaron a Makoto a una habitación privada y la dejaron allí para que pudiera despertar con tranquilidad.

     Al cabo de unas cuantas horas, Makoto abrió los ojos. Observó el lugar e intentó tragar saliva, pero su boca estaba seca.

     —Es ciertamente triste. —Logró escuchar Makoto detrás de la puerta de su habitación en el hospital. —No tiene padres ni nadie que se preocupe por ella. —La chica distinguió esa voz, era el Tercero.

     —Pero me tiene a mí, haría lo que fuera por ella —dijo Tsunade.

     —No es suficiente. No tiene amigos, es una adolescente pero se comporta como yo, como un viejo —habló Hiruzen. Makoto intentó agarrar un vaso de agua pero, sin querer, cayó al suelo.

     Los dos adultos entraron rápidamente en la habitación.

     —Por fin has despertado, Makoto, nos tenías preocupados —dijo Tsunade. Makoto asintió.

     —¿Cuándo podré irme a casa? —preguntó la Senju con voz carrasposa.

     —Seguramente en cuatro o cinco días. La operación ha salido maravillosamente bien, tan bien que he llamado a Itachi a la consulta hace una hora —explicó Tsunade.

     —¿Él también se operará? —cuestionó Makoto. La rubia negó.

     —No, es como te dije. Tu tos ensangrentada se debía a una especie de sanguijuela, pero la suya parece una enfermedad crónica y no sé cómo tratarla.

     —Bueno, mejor seguimos hablando de ti, Makoto, ¿cómo estás? —preguntó el actual Hokage.

     —Bien, bueno, sin contar que tengo cosido el abdomen y el pulmón. Solo duele un poco, por lo demás, está todo bien. Muchas gracias, prima —dijo Makoto mientras Tsunade abría las cortinas de las ventanas para que la habitación no pareciera tan lóbrega.

     —No te asignaré misiones por un largo tiempo, así podrás recuperarte —habló Hiruzen sonriendo. Makoto asintió. —Queremos que te recuperes con total normalidad, así que te hemos asignado a un ANBU para que los dos primeros meses te acompañe a comprar y a esas actividades que solías hacer por tu cuenta.

     —Me apuesto mi hígado a que Kakashi es el ANBU escogido —dijo Makoto. Hiruzen asintió, sonriendo—. No quiero su ayuda. No nos hablamos ni nos llevamos bien. Me vería patética ante él.

     —Es un ANBU, no tiene por qué darte conversación. A él no le importa lo que te pase, así que no le importará verte así —habló Tsunade.

     —Tienes la inteligencia emocional de una cuchara de té —comentó Makoto. La rubia solo rio—. Aunque tienes razón. Por cierto, ¿cómo está Naruto? —preguntó, incorporándose.

     —Él está bien, la gente de la aldea le tiene miedo, pero nada del otro mundo —explicó Hiruzen.

     —Ya veo... —murmuró Makoto.

     —Bueno, vámonos ya, Tsunade, dejémosla descansar —dijo el Tercero—. Recupérate pronto.

     —Te veré luego, Makoto —dijo Tsuande, saliendo por la puerta, detrás de Hiruzen.

     La habitación se sumió en un profundo silencio. Makoto, se volvió a tumbar en la cama y se quedó dormida de nuevo, quizá su cuerpo le decía a gritos que debía dormir, pues últimamente dormía entre dos a tres horas diarias.

     En cuanto se quedó dormida, una figura se hizo presente en su sueño, era Danzo, no había ninguna duda.

     —Con que la operación ha ido bien... bueno, eso no es lo que importa. No recibirás encargos míos en dos meses por ese estúpido ANBU que te tendrá vigilada las veinticuatro horas del día —dijo Danzo.

     —Si así lo desea, puedo deshacerme de él, señor —sugirió Makoto.

     —En ese patético estado no ganarías ni contra una cucaracha. Tú solo asegúrate de que no descubra que perteneces a Raíz. Estoy seguro de que has elegido operarte ahora para no tener que luchar, trabajas menos que los ancianos de Konoha. —La figura de Danzo desapareció en cuanto la última frase concluyó.

     Makoto volvió a dormir con normalidad, siquiera en sus sueños podía deshacerse de ese hombre.

A Makoto le encanta el pelo de Kakashi, dice que es el más suave que ha llegado a tocar

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A Makoto le encanta el pelo de Kakashi, dice que es el más suave que ha llegado a tocar.

Raíz | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora