Capítulo 5: Tigres de Lirio.

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     Makoto caminaba por las calles de Konoha con pesadez. Por fin había conseguido escapar de Kakashi, el cual no le había quitado ojo de encima. Al cabo de un rato, llegó a un prado a las afueras de Konoha, en el cual se sentó y comenzó a observar las flores, como cuando lo hacía con Rin y Obito.

     —¡Oh! ¡Es un Tigre de Lirio! —exclamó Makoto, acercándose a la flor—. Esta flor lleva años en peligro de extinción. Pese a todos los intentos de los botánicos de la aldea, no han conseguido que arraigue en tierras trabajadas —explicaba para sí, ilusionada—. Es considerado la reina de las flores y también de los tigres, y quien lo encuentre tendrá suerte durante mucho tiempo. ¿Has oído, Obito? —Makoto abrió los ojos, sorprendida y tapó su boca con sus manos. De vez en cuando, actuaba inconscientemente como si su amigo siguiera vivo, aunque sabía que no era así.

     Volvió a mirar la flor, los pétalos color naranja eran preciosos y más aún si estaban decorados con unas finas líneas de color marrón, justo como los tigres. Sin pensarlo mucho, agarró la planta y estiró del tallo, haciendo que quedase en sus manos y empezase a brillar. Al cabo de unos segundos, Makoto se desmayó, aún con la flor en sus manos.

     —¡Eh! ¡Mira! —Escuchó Makoto. —Está abriendo los ojos...

     —No hace falta que narres todo lo que hago —dijo Makoto, bostezando.

     —Eres tan irrespetuosa... —habló otra vez ese ser.

     —E-espera... —habló Makoto, dejando de ver borroso—. ¡Eres un tigre! —gritó la Senju sorprendida, al ver su pelaje y sus bigotes.

     —Oh, Dios, ¿seguro que tú vas a ser la nueva invocadora? —preguntó otra vez el tigre.

     —¿Eh? La verdad es que no tengo ni idea de lo que decís —comentó la chica, ¿la flor contenía alguna sustancia alucinógena extraña?

     —Tú has cogido un Lirio de Tigre, y él te ha elegido a ti —explicó el tigre. Makoto se incorporó como pudo, estaba encima de una cama para perros, de un tamaño gigantesco.

     —Por lo visto eres Makoto, Makoto Senju, de Konohagakure... ¿me equivoco? —La joven asintió, y, de repente, la puerta de la habitación se abrió, dejando ver a otro tigre aún más esbelto y grande que el anterior.

     —Oh, así que ya se ha despertado —dijo el tigre, acercándose a ella—. Sin, ¿estabas molestando a nuestra invitada?

     —¡Claro que no, Lizzie! —exclamó el tigre.

     —Me disculpo por parte de Sin, debe haberla despertado. Yo soy Lizzie, hija del último heredero de la familia real de Taiga —explicó la que, al final, era una tigresa.

     —No estoy entendiendo nada, lo siento... —habló Makoto, negando sutilmente con la cabeza.

     —Desde años inmemoriales —empezó a explicar la tigresa —los tigres y los humanos han cooperado en paz y armonía... nosotros, los tigres, necesitamos que algún miembro de su especie colabore con nosotros para poder sobrevivir... Ested es la elegida. ¡Por favor —Lizzie inclinó las dos patas de delante a modo de reverencia —necesitamos de su ayuda! Nuestro mundo podría reducirse a cenizas.

     —¿Por qué? ¿Qué peligro corréis? —preguntó Makoto, interesada.

     —Los dragones... se han interesado en el clan Uchiha, uno de los más letales de tu mundo. Si ellos consiguen a un representante, podrán masacrarnos, por eso te necesitamos —comentó esta vez Sin.

     —Pero, ¿por qué querrían los dragones haceros eso? —cuestionó Makoto.

     —Somos sus principales enemigos. Hace siglos se desató una cruel guerra, ambas partes perdimos a muchos de los nuestros... pero, el antiguo heredero de la familia real de Taiga asesinó al rey de la aldea de los dragones. Por eso nos odian, y no me extraña, yo también nos odiaría... —explicó Lizzie.

     —¿Y qué debo hacer yo? —preguntó la Senju.

     —Solo debes intentar que los dragones no encuentren un representante —dijo esta vez Sin, el cual la miraba con recelo.

     —¿Qué gano yo a cambio? —preguntó la chica, frunciendo el ceño, no tenía ganas de meterse en una guerra que no era suya.

     —Seré su invocación —dijo Lizzie. Makoto asintió.

     —No me parece un mal trato... ¿dónde firmo? —Lizzie trajo un pergamino y lo extendió en el suelo.

     —Firme aquí, con sangre, no queda mucho tiempo —dijo la tigresa. Makoto mordió su dedo y realizó su firma—. ¿Qué pasará ahora?

     —De momento nada, está volviendo a su realidad... Antes que nada —Lizzie posó su pata en el hombro de Makoto, el contrario en el que estaba su marca de ANBU—, esto la identifica como heredera humana de Taiga. Estamos en deuda con usted, siempre lo estaremos.

     Makoto se levantó en el sofá de su casa, cubierta por una suave manta. Supuso que Kakashi se la había encontrado tirada en el suelo y la había traído a casa. Efectivamente, el Hatake se encontraba en un sillón a su lado, durmiendo. Quizá haber escapado de Kakashi le había traído a él muchos problemas... jamás lo pensó desde ese punto de vista. Quién sabía cuánto tiempo había pasado en aquel otro mundo. Quién sabía cuánto tiempo había pasado Kakashi buscándola.

     De repente, algo en sus manos comenzó a brillar: la flor. Esta, comenzó a desaparecer lentamente hasta que solo quedaba el fantasma de sus pétalos, bailando en el aire, siendo observados por la Senju, que no pudo evitar reflejar cierto aire de melancolía. La flor había desaparecido. Makoto rio amargamente.

     —Qué irónico, quizá la reina de los tigres está destinada a desaparecer —dijo no muy feliz.

     Su vista se posó otra vez en Kakashi. Se veía tan inocente y cálido durmiendo que no pudo evitar sonreír. Cogió su manta y cubrió el cuerpo del chico con la mismo. Si bien ya no se reunían, Makoto siempre atesoraría los lazos que formó con él y con su equipo. Sin darse cuenta, empezó a llorar, como casi siempre que pensaba en el que alguna vez había sido su equipo. Sabía que Kakashi solo estaba aquí por una misión, pero, por primera vez en mucho tiempo, sintió como si alguien —que no fuese de su familia— se preocupaba por ella, e inevitablemente sintió que el fuego del equipo Minato ardía nuevamente.

     Limpió sus lágrimas mientras sonreía al chico. Si tan solo supiera que lo echaba tanto de menos, quizá cambiaría algo. Por un instante, su mente pensó en Obito. Daría lo que fuera por tenerlo a su lado nuevamente.

 Daría lo que fuera por tenerlo a su lado nuevamente

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Makoto sufre de heterocromía iridium. En su ojo izquierdo (por culpa del Byakugan) se pueden obervar manchas blancas. Según Tsunade no son peligrosas.


Raíz | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora