Aquí está el que probablemente sea el capitulo más íntimo de la historia. Lo he tenido que reescribir varias veces porque quería que quedara perfecto. En esta ocasión os pido que me dejeis vuestra opinión más sincera en coments.
Poneos una canción bonita y disfrutad de la lectura.Anaju se encuentra parada frente al espejo del baño de su casa. Se observaba una y otra vez. El pelo caía por su espalda descubierta, el vestido negro estaba perfectamente planchado, sin ninguna arruga. El maquillaje ahumado daba profundidad a sus ojos negros, solo quedaba el pintalabios y estaría lista. Pasa el labial por sus carnosos labios y el tono rojo le da la potencia que el look reclamaba. A diez minutos en coche, Hugo se abrochaba los últimos botones de la camisa. Él también era incapaz de dejar de mirarse al espejo, necesitaba estar perfecto, necesitaba demostrarle que había sido capaz de continuar con su vida; mal, pero había continuado.
Eran almas parecidas, almas que se complementaban. Con ideales semejantes y pensamientos antitéticos. Alguna vez durante esos ocho meses se preguntaron qué habría pasado si a la castaña no se le hubiera caído la cartera en el bar, si hubieran decidido contratar a cualquier otra empresa para que les diseñara el cartel del local. ¿Qué habría pasado? ¿Sus caminos se habrían cruzado? ¿Sus almas se habrían encontrado?
A la 1:25 de la madrugada, ambos se echan perfume, a la vez, ninguno de los dos lo sabe, pero pasa. No era la primera vez que hacían algo a la vez sin ser conscientes de ello. Hugo y Anaju se veían reflejados en el otro, como si fueran un espejo. Anaju era esa parte interna de Hugo que buscaba calma en el alboroto, esa que buscaba orden en el desorden, esa que buscaba amar y ser amado. Hugo era la personificación de liberación, era la llave de esas esposas de corrección que esclavizaban a Ana Julieta desde el día de su nacimiento, esa falsa elegancia que le habían atribuido sin ella pedirlo. Ella buscaba redimirse y él atarse, la complementación hecha relación. Pero el espejo debía romperse, las ansias de tener lo que el otro tenía los llevó a perderlo todo. Ni ella consiguió redimirse, ni él logró su amor. Destinados a ocho meses separados, destinados a ocho meses sin ver su reflejo. Esa noche el limbo por el que deambulaban colisionaría con la realidad dando final al primer inicio de su historia.
El viento chocó contra sus rostros a la vez, ambos sintieron los nervios apoderarse de sus cuerpos, ambos pensaron en dar media vuelta, en volver a casa, volver a ese limbo donde llevaban sometidos meses. Pero debían ser valientes, debían darle final, debían ser capaces de mirarse a los ojos y confirmar que ya no sentían nada por el otro, que los fantasmas del pasado habían desaparecido y ahora les tocaba buscar su reflejo en otra parte.
El primero en llegar es Hugo, ve a sus amigos ahí reunidos; ella aún no ha llegado. Su corazón late desbocado, como si en cualquier momento fuera a cobrar vida y salir de su cuerpo dejándolo vacío. No presta atención a nada de lo que ocurre a su alrededor, las manos le sudan, el primer botón de la camisa había desaparecido y ahora parte de su pecho quedaba al aire.
La puerta del local se abre, los latidos se calman, la respiración vuelve a su cauce, los nervios se disipan y sabe que ha caído, que nunca había dejado de hacerlo, que llevaba ocho meses en caída libre y que le esperaba toda la eternidad; tenía toda la eternidad para amarla, toda la eternidad para esperarla. Quizás todo fue platónico, quizás todo fue fruto del delirio que le causaba la fricción de sus cuerpos chocando. Abrazarla era su castigo divino y estaba dispuesto a pagar el peaje, estaba dispuesto a firmar una eternidad en el infierno si así le aseguraban que la podría tener una vez más entre sus brazos. Porque hacerte sentir no es difícil, lo difícil es mantener ese sentimiento vivo, mantener la llama viva, porque con ella no eran destellos de fuego, porque lo que sentía por ella era un incendio que llegaba al techo de su cordura y arrasaba con todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo.
Los agujeros negros de Anaju encontraron las piedras nácar de Hugo y las atesoró como si se tratara del mismísimo Santo Grial. Se acercan temerosos, ninguno de los acompañantes hacen nada, los dejan actuar, los dejan ser. Se quedan uno frente al otro, se miran como se miraría una persona al espejo por primera vez. Taciturnos, curiosos, nadie habla, la música sigue sonando aunque parece que todos los presentes la han omitido. Y por fin, después de ocho largos y tortuosos meses, la ficción colisiona con la realidad, abandonan el limbo para lanzarse al vacío, se lanzan a los brazos del otro sin temor, dispuestos a salvarse del golpe que provocaría la caída si no eran capaces de encontrarse, si no eran capaces de ser.
El abrazo más bonito que habían visto nunca, testificaron muchos de los presentes años después, pero es que sus cuerpos encajaban tan bien. Anaju acuna su cara en el cuello del chico e inhala su aroma, ese que tanto de menos había echado, ese que le removía las tripas. Hugo la aprieta contra él, ambos mantienen los ojos cerrados y no quieren alejarse, no quieren romper el abrazo. Hugo deja varios besos en su cabeza y ella es incapaz de abandonar su cuello. La castaña habla contra su cuerpo, teniendo la necesidad imperiosa de que solo él la escuche.
-Te he echado de menos.
-Yo también, no sabes cuanto.
Y con esa confesión, dio inicio la primera madrugada del año, con esa confesión dejaron de lado el peor error que cometieron en su relación, con esa confesión inició el viaje final, con esa confesión inició la verdadera historia de amor.

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Luces de neón || Anahug
FanfictionLa función ha terminado y las luces de neón se han apagado, los aplausos han cedido y ella ya se encuentra entre bambalinas. Sola con sus pensamientos. El silencio habla más de lo que le gustaría en estos momentos y por eso decide que la música será...