XXIV

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El alumbrado madrileño es el único testigo de lo que pasó antes del primero de los muchos conciertos que haría Ana Julieta en "La Santa". Los nervios la comían por dentro, estaba alterada y esta vez fue Hugo la calma en el huracán; curioso teniendo en cuenta que siempre era a la inversa. Ambos habían cenado en casa del chico junto a Rafa y Eva, la cual se había disculpado en diversas ocasiones con Anaju, no sabía si había arrepentimiento real por su parte o tan solo lo había hecho por Hugo.

La castaña había sido incapaz de contarle la verdad al rubio, había sido incapaz de decirle que se había levantado en una cama que no era la suya. A pesar del trato de amistad que mantenían, la chica era incapaz de verlo como a Flavio o Bruno, porque ambos habían creado una intimidad y eso, por mucho que quisieran borrarlo e iniciar de cero, era imposible. Este pensamiento lo compartían ambos, pero ninguno fue capaz de verbalizarlo esa noche, ni la siguiente, ni la otra...

El bar estaba a punto de abrir y las luces ya se habían encendido, Anaju esperaba el público, Hugo esperaba que los clientes consiguieran ver una quinta parte de lo que él veía en la castaña, una quinta parte de lo que él sentía cuando la veía sonreír o la escuchaba cantar.

-Va a salir todo genial. -Hugo tranquiliza a Anaju mientras la abraza por la espalda.

-Hugo...-Anaju sabía que no iba a ser capaz de cantar si no le explicaba al rubio la verdad

-Dime-Contesta Hugo con la cara escondida en el cuello de la chica. Al separarse le deja un beso en él.

-Esta mañana te he mentido. -El congojo se podía notar en la voz de la chica. -No llegué pronto a casa, de hecho ni llegué. Estaba volviendo a casa mientras hablábamos esta mañana. Si te soy sincera, no tengo ni idea de porque te mentí. -Si lo sabía. -Bueno, me salió solo. Porque aunque tú y yo no tenemos nada, pasó lo que pasó y habíamos decidido dejarlo -La chica hace comillas con los dedos mientras fija su mirada en los ojos del chico. - Esa misma tarde.

A Hugo no le había sorprendido lo que le contaba la chica, de hecho lo supo desde el momento que había tardado horas en contestarle. ¿Le molestaba? Sí, muchísimo pero no la culpaba; no podía hacerlo. Ella era libre y ninguno de los dos tenía nada, así que no tenía derecho a reclamarle nada.

-Anaju, no me tienes que dar explicaciones de lo que haces, es tu vida. -Hugo intenta sonar sincero, no quiere que ella se sienta mal. -Pero no me gusta que me mientan y menos si es por una tontería. Puedes hacer lo que quieras y con quien quieras.

-Lo sé y te prometo que no me entiendo ni a mí.

-Te estás convirtiendo en un desastre.

-Me estás convirtiendo en un desastre -Rectifica la castaña.

-Tendré ahora yo la culpa. -El rubio enarca las cejas y la mira divertido. -Anda ven aquí. -Hugo la atrae hacia su pecho y se abrazan. El chico cierra los ojos instintivamente y se centra en sentirla, se centra en su voz, se centra en ella y su alrededor desaparece.

-Pues sí, tienes toda la culpa... -Era más fácil culparlo a él de sus errores.

-Ahora quiero que te olvides de esta tontería. -El chico intenta quitarle importancia al tema a pesar de que su corazón late desbocado, a pesar de que en su cabeza solo tiene al gilipollas que la noche anterior había borrado los besos que había dejado él anteriormente. -Y disfrutes del concierto.

-Eres increíble. -La Anaju racional había desaparecido, ahora hablaba su corazón y temía por lo que era capaz de decir.

Las puertas del bar se abrieron a los pocos minutos de esta conversación y la gente comenzó a llenar el local escaladamente. Cuando el concierto dio comienzo y la voz de Ana Julieta iluminó "La Santa", Hugo quedó embelesado con la voz de la chica. El chico se sorprendió de su versatilidad y su voz le acariciaba el alma. Rafa, el cual estaba en la barra, observaba a su mejor amigo mirar a Anaju, esa mirada de admiración, podría decir que incluso de devoción, gritaba por todos lados enamoramiento.

- ¿Te traigo un babero? -Rafa interrumpe el embobamiento de su amigo y este lo mira riendo.

-Como canta la jodida.

-Canta muy bien. -Ambos se giran y escuchan por unos segundos a Anaju sin hablar. - ¿Desde cuándo te estás enamorando?

- ¿Conscientemente o inconscientemente? -Pregunta Hugo sin apartar la mirada de la castaña -Conscientemente creo que desde que la besé por primera vez, inconscientemente desde la mañana que le devolví la cartera.

- ¿Y ella siente lo mismo?

-No. Jugábamos con fuego y me quemé.

-Toca olvidarla. ¿Lo sabes no?

-Deja que me haga daño un rato más, no estoy listo para dejarla ir.

Luces de neón || AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora