El bullicio había desaparecido y con él, la gente. Las luces de neón se mantenían encendidas e iluminaban la cara de Ana Julieta que estaba tumbada en el pequeño escenario que había en el local. La chica mantenía los ojos cerrados y disfrutaba del silencio, disfrutaba de la calma que le transmitía la situación. Hugo la observaba desde una de las mesas mientras se fumaba un cigarro. El bar había cerrado hacía ya más de media hora, Rafa se había marchado y solo quedaban ellos dos. Esa estampa se había repetido diversas veces durante el último mes. Hugo aún recuerda la primera noche, las primeras conversaciones, la actitud chulesca que quería mantener con ella pero que desapareció en el momento que le arrancó una carcajada sincera.
-Anaju. -Hugo se levanta de su asiento y se acerca a la castaña que se mantiene en su posición. -Deberíamos irnos, es tarde.
-Un ratito más. -Un tono aniñado asoma y el rubio intenta resistirse a sus encantos, intenta resistirse a lo que le provoca cualquier palabra que salga de su boca, pero no puede, nunca le podrá negar nada. -Ven aquí conmigo. -La chica le hace un gesto para que se tumbe a su lado.
Hugo se tumba a su lado y ambos se quedan en silencio, observando las luces, disfrutando de la comodidad que se brindaban el uno al otro. Porque cuando estaban juntos no hacía falta hablar, cuando estaban juntos podían estar en silencio durante horas que ninguno de los dos se sentiría incómodo. El brazo del chico rodea el cuerpo de la castaña y la cabeza de Anaju reposa en el hombro de Hugo. La felicidad se construye a base de instantes, instantes como el que ambos estaban viviendo inconscientemente en ese momento.
-Cuéntame cómo fue la primera vez que te enamoraste. -La propuesta pilla desprevenida a Anaju y esta ríe nerviosa.
- ¿Y esto tan random?
-Yo te conté mi historia con Aurora, ahora quiero saber una tuya.
-Pues fue con Marc, mi primera y única relación estable. Nos conocimos en el pueblo y ambos aprendimos a querernos bonito, improvisábamos sobre la marcha porque no teníamos ni idea de lo que era el amor. Pero misteriosamente funcionó. Yo me encerré en él, me aferraba a la idea de que era mi alma gemela, me aferraba a la idea de que era la persona con la que debía pasar el resto de mi vida, pero tan solo era un espejismo, no había conocido el amor en otra forma, él era lo único que conocía y creí que era lo que me merecía. Crecimos y a pesar de que continuábamos siendo críos, jugábamos a ser adultos, jugábamos a la familia idílica teniendo tan solo 20 años. Ahora lo pienso y lo veo una locura, pero te juro que me veía teniendo hijos y casándome. Nos mudamos juntos a Madrid y a raíz de eso todo comenzó a ir cuesta abajo, me alejé de mis amigos, dejé de salir. Me decía a mí misma que para que iba a salir si ya lo tenía todo en casa, que iba a hacer mientras mis amigas ligaban y se lo pasaban bien con chicos diferentes cada noche. La monotonía convirtió nuestra relación en tóxica y cada pelea acababa en la cama, haciéndonos daño mutuamente; hasta que la discusión nos sobrepasó y tuvimos el accidente. Cuando salí de ahí lo dejamos. Y esta es la historia de la primera y la única vez que me he enamorado.
Hugo la mira con ojos brillantes, a medida que la castaña explicaba el relato, el corazón se le encogía un poco más. Quería ser la persona con la que Anaju soñara hacer todas esas cosas que no hizo con Marc. Quería despertarse a su lado todos los días de su vida, quería disfrutar de su risa, quería vivirla.
-Ese chico tenía todo y no lo supo valorar. -Es lo único que el rubio es capaz de articular.
-Es imposible tenerlo todo.
-Te tenía a ti. -Tras esta respuesta el silencio vuelve a reinar el local.
Los dedos de ambos se entrelazan sobre el cuerpo de Ana Julieta. Las luces comienzan a tintinear y se funden quedándose a oscuras. Su historia era como esas luces, se iluminaban el camino, habían llegado a la vida del otro para iluminarse y guiarse durante el trayecto. Pero ambos sabían que esas luces no eran eternas y que algún día se fundirían dejándolo todo a oscuras, obligándolos a ir a ciegas por el camino al que llamaban vida.
Hugo se gira para observarla. Los ojos de Ana Julieta aún se están acostumbrando a la oscuridad. Sus frentes chocan y sus respiraciones se mezclan, están tan cerca. Sería tan fácil besarla en ese momento, piensa Hugo. Sería tan fácil prometerle todo lo que Marc no fue capaz de darle.
- ¿Puedo besarte? -A Hugo se le escapa la oración como si fuera un suspiro, pero es que sus labios estaban tan cerca.
-Vamos a joderlo todo otra vez. -Anaju mantiene sus brazos alrededor del cuello del chico, impidiéndole alejarse. -No podemos.
-Entonces déjame separarme de ti. -Hugo intenta zafarse del agarre de la castaña.
-Nunca. -La chica se aleja un poco para poder acomodarse en el pecho del chico, dibujando con la yema de sus dedos algo en su pectoral.
Esa noche sus labios no chocaron pero sus cuerpos no fueron capaces de separarse. La cordura se apoderó de Ana Julieta y aunque ella deseaba incluso más que él que ese beso sucediera, no dejó que pasara.Se negaba a creer que sentía algo por Hugo. Esa noche "La Santa" no cerró, esa noche Hugo y Anaju se quedaron dormidos escuchando la respiración del otro y como único testigo, unas luces de neón fundidas.
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Luces de neón || Anahug
FanficLa función ha terminado y las luces de neón se han apagado, los aplausos han cedido y ella ya se encuentra entre bambalinas. Sola con sus pensamientos. El silencio habla más de lo que le gustaría en estos momentos y por eso decide que la música será...