Capítulo 30 "Visita Sorpresa"

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Por suerte, en el restaurante todo parece funcionar como siempre. Como tengo que sacar de alguna manera la mala leche, voy en busca de Baek para provocarlo, por supuesto. Le mencionaré algo sobre su helado y disfrutaré viendo cómo se sonroja. Lo encuentro charlando con quien menos me espero. Aprieto los puños. A la mierda la normalidad, hasta en mi trabajo tienen que tocarme los cojones.

-Mira, aquí está -dice Baekhyun al verme.

-Hola, mamá -respondo con poco entusiasmo, pues no me hace ni puta gracia que haya venido.

-Bueno, Sun Hee, encantada de haberte visto -añade Baek cariñoso y se despide con un beso.

-¿Cuándo has llegado? -le pregunto a mi madre y me doy cuenta de que he sido un poco desagradable, pero es que la actitud de Kyungsoo me ha dejado descolocado, gruñón y con ganas de meterme con alguien.

-Hace quince minutos. Ya sé que no te gusta que aparezca por tu trabajo.

Le digo que me acompañe al despacho. Ella tiene razón, no me gusta que la vida personal se mezcle con la profesional. De no imponerme, en vez de un restaurante tendría aquí un patio de colegio, con madres, maridos, primos y demás familia pululando por el local.

-¿Qué tal papá? -pregunto sólo por cortesía.

-No lo sé -responde en voz baja y me deja perplejo, pues mi madre vive y respira por él.

-¿Y eso?

-Me ido de casa.

-¿Perdón? -La miro sin dar crédito.

-He pasado dos días en casa de una amiga, pero ya no puedo quedarme más...

-Joder... -mascullo, preparándome para lo peor, es decir, mi madre necesita un techo.

Jongin, por favor, no hace falta que seas grosero. Ya has dejado claro en multitud de ocasiones que no te gusta compartir tu espacio con nadie -me recuerda en tono severo-. Así que tranquilo, no voy a pedirte que me acojas en tu casa. Me alojaré en un hotel hasta que decida lo que voy a hacer.

Vale, mi madre acaba de echarme un rapapolvo y con razón. Ella nunca se ha metido en mi vida, no más de lo necesario en todo caso, y estuvo junto a mí en los momentos más difíciles, cuidándome con infinita paciencia. A pesar de que vivir a mi edad en la misma casa que mi madre es un claro paso atrás, no puedo dejarla en la calle.

Así que, antes de arrepentirme, saco un juego de llaves de repuesto y se las entrego. Por increíble que parezca, ella apenas me ha visitado en un par de ocasiones, por lo que le anoto la dirección.

La acompaño hasta la calle, donde la espera un taxi que le he pedido, y me despido de ella advirtiéndole seriamente que no se le ocurra preparar cena.

El resto del día lo paso ocupado con mis asuntos. Recibo una llamada de Kris diciéndome que me pase por el Exit para revisar las cuentas, pero le digo que no puedo. Que me mande las hojas de cálculo y ya las miraré cuando tenga un rato.

Además, sé que hay beneficios, porque de otro modo Kris no hubiera utilizado un tono tan alegre. Y cuando digo beneficios, me refiero a unos buenos ingresos. Es lo que tiene el vicio, que rara vez deja de ser rentable.

Pero dejando a un lado el éxito de los negocios, hay dos pensamientos que me joden, y mucho. Por un lado Kyungsoo, caliente de noche, frío de día. Estoy hasta los mismísimos de su actitud, por no mencionar el detalle de que me he convertido en el «otro». Maldita sea, no es la primera persona casada a la que me follo, pero hasta la fecha me importaba un pimiento el estado civil de la persona en cuestión, es más, hasta me resultaba morboso. Sin embargo, ahora existe una razón muy evidente para notar la diferencia:con las otras personas, las que conocía en el club o en lugares similares eran una diversión, formaban parte de lo que se podría denominar un guion más o menos establecido. Cada uno tenia claro lo que querían; echar un polvo y punto. Con Kyungsoo ha habido momentos de intimidad en los que no sólo estábamos desnudos. Joder, si hasta me he tragado películas infumables por estar con él.

Guardemos el secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora