Capítulo 33 "Problemas"

66 13 1
                                    

—Ya era hora, hijo, llevamos toda la noche intentando localizarte —me dice mi madre acercándose.
Pero yo ni la miro, sólo tengo ojos para Kyungsoo, que está ahí sentado, con los ojos
enrojecidos y una taza en las manos. Tiene mal aspecto...

—No he oído el móvil —contesto como excusa y me acerco a Kyungsoo.

—A saber dónde estabas... —me recrimina mi madre como sólo ella puede hacer.

—¿Qué ha pasado? —pregunto y le aparto el pelo de la cara. Tiene una pequeña
marca en la mejilla izquierda, un roce que no pinta nada bien.

—Jongin... —murmura intentando apartarse.

—Tranquilo, yo se lo explico —interviene mi madre—. Sólo ha sido un bofetón, pero por suerte ha reaccionado a tiempo y se ha marchado de su casa.

—Joder, lo sabía. Sabía que iba a ocurrir esto.

—¡Jongin! ¿De qué hablas, cariño?
—Sun Hee, déjame que yo se lo explique —interviene Kyungsoo abrazando a mi
madre.

—¿Tú sabías que su marido lo maltrata? —interviene ésta sin poder evitarlo.
—Mamá, por favor. Déjanos solos.

—¿Estás seguro? —le pregunta a él.
—Gracias por todo, Sun Hee; de verdad me ha encantado charlar contigo.

—De nada, cielo. Aquí estoy para lo que necesites.
Le cuesta un poco dejarnos, pero al final accede y entonces toda mi mala hostia hace acto de presencia.

—Ahora es cuando monto en cólera, voy a por él, le parto la cara, defiendo tu honor
y termino apaleado, porque hay personas intocables. ¿Voy bien?
—Jongin, por favor.

—Ni por favor ni hostias. Apareces en mi casa dando pena, implicando a mi madre,
¿y todo para qué? Porque estoy seguro de que mañana, o pasado, cuando se te haya
curado la herida, volverás con él.
—Cálmate —exige.

—Y una mierda me voy a calmar—replico paseándome por la cocina como un león
enjaulado—. Esta tarde me llamas para anular nuestra cita, ¿y sabes qué he hecho?
—Dímelo tú —murmura.

—Ir al club, beber dos copas y tirarme a una desconocida —explico y sé que estoy haciéndole daño, pero o saco esta mierda que me corroe por dentro o exploto—. Y todo para
olvidarte, maldita sea.

—¿Ha funcionado?
—Compruébalo tú mismo... —digo con ironía.
—Esta vez se ha acabado —afirma.
—No te creo, lo siento pero no cuela. Eres demasiado ambicioso como para tirarlo ahora todo por la borda —lo acuso, porque es cierto.

—No lo niego, siempre lo he sido, pero me jode el doble discurso que utilizas
conmigo. ¿Tú nunca has hecho nada por interés? ¿Porque te convenía? ¿No has mentido
ni ocultado detalles sobre tu vida? ¡Venga ya! Lo que pasa es que tu tienes
una especie de carta blanca en ese aspecto —me reprocha.

—De acuerdo, admito que no siempre he sido trigo limpio, pero contigo ha sido
diferente.
—Esta noche has follado con otra —me suelta, en apariencia tranquila.

—Ha sido la única vez desde que te conozco, bueno, desde que parece que vamos
en serio —asevero mirándolo a los ojos—. No me he acostado con nadie, sólo contigo.
He aguantado tus ausencias, tu falta de noticias, tus desprecios y tus malditos objetivos.
Ahora no me vengas con reproches.
—No te reprocho nada, tienes derecho a desahogarte como mejor te convenga.

Nos callamos pues ambos estamos soltando demasiada basura, y el daño, si no
vamos con cuidado, puede ser irreparable.
—¿Vas a pasar la noche aquí? —pregunto algo más calmado.
—No quiero crearte más problemas, está tu madre y...
—Olvídate de ella, no se va a llevar las manos a la cabeza. Intuye que tú y yo
somos más que amigos.
—He traído la maleta, no hace falta que me prestes ropa.
—Una pena, porque me encanta verte con mis bóxers...
—Tu madre es un encanto, me ha recibido con los brazos abiertos —murmura
mientras nos dirigimos al dormitorio.
Le cedo el paso y le indico que entre primero al baño. Al pasar por delante de la
habitación que ocupa mi madre he visto que tiene la luz encendida, así que se habrá
enterado de la mayor parte de la conversación.
Ya poco importa.
Me desnudo y dejo la ropa preparada para que mañana Taemin se encargue de
llevarla a la tintorería. Por increíble que parezca estoy excitado. Un contratiempo, pues
sé que va a ser una de esas noches de susurros, abrazos y poco más. Lo entiendo, joder,
claro que lo entiendo, Kyungsoo no está para meneos, sin embargo, mi polla va por libre.
¿Quién me lo iba a decir? Yo, un hombre sensible...
—¿Hablas solo?
Levanto la cabeza. Por lo visto mis reflexiones no eran tan personales como
pensaba.

—Eso parece —admito—. ¿Has terminado?

—Sí —responde algo cohibido.
Me meto en el cuarto de baño. Yo también necesito una buena ducha y de paso
enfriarme. Si además consigo aclararme las ideas, ya será la hostia. Pero cuatro
minutos más tarde soy consciente de mi fracaso. Lo deseo, vaya si lo deseo, así que
antes de salir me la agarro y comienzo a sacudírmela, intentando tardar lo menos
posible. De alguna manera tengo que relajarme.
Apoyo una mano en la pared y dejo el grifo abierto para que él sólo oiga el sonido del agua correr. Esto es muy simple, arriba, abajo, apretar y listo.
Pues no, no es tan sencillo. Aprieto los dientes, inspiro hondo y dejo que mi mano
se encargue de todo. Cómo no, recurro a la imagen de Kyungsoo, de su cuerpo acurrucado junto al mío la última vez que estuvimos juntos en una de las salas del Exit. Los recuerdos que me vienen no son sólo del polvazo contra la pared que echamos, sino más bien del momento íntimo posterior en el que él, mientras me acariciaba el pecho,
me repetía una y otra vez que ya faltaba menos, que cada vez estaba más cerca de
conseguir sus objetivos, que estaba harto de volver a su casa y aguantar a In Sung...
Palabras huecas, lamentos sin sentido, porque si de verdad hubiera querido, la situación
sería otra.
Por lo visto la mala leche funciona como un catalizador y enseguida noto la tensión
en mis pelotas. Respiro profundamente, no puedo gemir como desearía, así que no me
queda más remedio que contenerme un poco para que no me pillen. Muevo la mano
cada vez más fuerte, agacho la cabeza y cierro los ojos al correrme.
No sé si es alivio lo que siento, desde luego mi respiración me delataría, por lo que
no me queda más remedio que esperar unos minutos. Cierro los grifos y empiezo a
secarme el pelo mientras compruebo mi aspecto en el espejo.
Así a primera vista no doy la impresión de haberme masturbado, de modo que algo
más sereno y con ganas de abrazarlo, vuelvo al dormitorio.

Kyungsoo me mira, se ha metido en la cama y me espera sentado. Lleva una de sus
camisetas que dejan al descubierto parte de sus claviculas. Podría haber encendido la tele, pero no lo ha hecho, sin embargo,
tiene en las manos el mando a distancia.
Me acuesto en mi lado. Todo parece rutinario, pero yo sé muy bien que no lo es, porque rara vez comparto mi cama con alguien. Kyungsoo es la excepción y si encima
le sumas el problema que arrastra, no sé yo cómo vamos a amanecer.
Nos acostamos en silencio, lo abrazo y me muerdo la lengua.

Guardemos el secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora