—¿No habrás vuelto a las andadas? —me pregunta mi madre cuando a la noche siguiente me ve salir del dormitorio arreglado.
—Mamá, sólo voy a ocuparme de mis negocios. Tranquila, ¿de acuerdo?
—Es que ese ambiente... es una tentación. Sexo y otras cosas fáciles y tu fuerza de voluntad puede flaquear.
—He dicho que no te preocupes. Hace tiempo que aprendí la lección. No voy a cagarla —afirmo contundente.
—No me quedo tranquila en casa, te esperaré despierta.
—Ni se te ocurra —le advierto.
—Pues bajaré un rato a hacerle compañía a la señora Choi.
—No sé qué es peor...
Le doy un beso de despedida y cojo las llaves del coche junto con la cartera, en donde llevo la tarjeta que me permite el acceso al club.
Kyungsoo me espera en una cafetería cercana. De nuevo se ha negado a decirme su dirección. No entiendo el motivo, no soy uno de esos tíos que se van a poner en plan pelma y van a perseguir al chico. Podría haber ido a su trabajo, bombardearlo con mensajes o cualquier otra artimaña, no obstante, he respetado su decisión; aunque me robe, todo hay que decirlo.
Él me ve llegar en el coche y se acerca sin apresurarse. Me saluda con un «hola» que me suena un tanto formal, teniendo en cuenta lo que vendrá a continuación. Podríamos llenar el silencio con una conversación estúpida o hablar de los detalles del club, sin embargo, prefiero que esto último sea toda una sorpresa.
En el coche llevo sintonizada una emisora de éxitos de los ochenta, suena Little es y él sigue la letra, lo que me da a entender que sabe inglés.
No tardamos mucho en llegar al Exit. Dejo el coche en una de las plazas reservadas para empleados. Kyungsoo se baja del coche sin esperar a que yo le abra la puerta.
Podría haberme esforzado y ser más atento, pero eso a él parece darle igual.
—Por aquí —le indico, pues vamos a ir directos a la habitación, pasando sólo por la zona administrativa; no quiero cruzarme con ningún cliente.
El personal del Exit nunca menciona nada sobre a quién ve o con quién. La única excepción es Kris, que con tal de tocarme los cojones habla más de la cuenta.
—¿No vas a invitarme primero a una copa?
—En la habitación tienes un mueble bar de lo más surtido —replico, caminando sin detenerme, con él cogido de la mano—. Además, deduzco que tienes que querrás regresar a tu casa lo antes posible y que por tanto no has venido a beber.
Me mira y sé que mi comentario ha estado fuera de lugar y que podría estropear la noche, sin embargo, él parece entender que tengo derecho a mi pequeño rebote.
Desbloqueo la puerta de acceso a la habitación, entro yo primero y enciendo las luces. Kyungsoo observa la decoración, que así, a primera vista, no dista mucho de la que se puede encontrar en un hotel aceptable. La única diferencia es el enorme espejo que decora todo un lateral.
Se detiene frente a él, dándome la espalda.
—¿Crees que ya hay gente observando?
—Lo más probable —miento, pues me he encargado de que nadie pueda mirar.
Los clientes no lo saben, pero todos los espejos pueden oscurecerse para que lo que ocurre en una habitación no sea del dominio público.
—Empecemos entonces con el espectáculo —propone descalzándose y dejando su billetera en el sofá.
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Guardemos el secreto
Romance« ¿Quieres pasar una noche inolvidable? ¿Asistir a eventos exclusivos? ¿Cenar en los mejores restaurantes? ¿Codearte con gente vip? Perfecto, aquí me tienes. A cambio sólo te pido una cosa: a la mañana siguiente ahórrame, por favor, escenas romántic...