Capítulo 41 "Juntos al Fin"

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—Tenemos que hablar.

—Nunca pensé que dirías esa frase —murmura Kyungsoo adormilado a mi lado.

Miro la hora, las tres y media de la tarde y yo en la cama, desnudo, pensando con la cabeza y con el chico que me gusta dispuesto a todo a mi lado.
Me estoy haciendo mayor.

—Una explicación no estaría de más —digo, cambiando de postura para mirarlo.

Kyungsoo permanece acostado, con los ojos cerrados y una suave sonrisa en los
labios. Es increíble tenerlo cerca y ese hecho puede llegar a despistarme, pero necesito
que me cuente lo que ha ocurrido, no quiero más sorpresas.

—¿Tiene que ser ahora? —protesta, estirándose como un gato mimoso.

Sí, tiene que ser ahora, no puedo quedarme sólo en la superficie y su cuerpo, al que le voy a dar otro buen repaso en breve; no debe desviarme del tema.

—No quiero levantarme un día y que de repente me digas que te tienes que ir o que todavía debes favores —comento serio.

Él se mueve, se contonea, intenta distraerme con besos en el cuello y una mano curiosa.
—Y deja mi polla descansar.

—Está bien —suspira—. ¿Qué quieres saber?
Me pongo cómodo, porque intuyo que nos va a llevar tiempo.

Kyungsoo me cuenta que no tenía intención de romper el pacto al que había llegado
con su marido. Dos años, insiste justificándose, para tener lo que siempre había
querido, pero la gota que colmó el vaso de su paciencia fue el día en que él contrató a un detective privado para que lo investigara.

—El muy cabrón no tenía intención de cumplir su parte del trato.

Me abstengo de decir que eso yo ya lo sabía. La intención de ese tipo era evidente: retenerlo con cualquier excusa.

—Logró acceder a mi móvil y ver mis mensajes. Encontró los que te había enviado y se puso hecho una fiera.
Se toca la mejilla.
Sigo escuchándolo.
En vista de que In Sung iba a jugar sucio, Kyungsoo hizo lo mismo. Empezó a grabar las
discusiones y cuando su exmarido le exigió que renunciara a su trabajo y se convirtiera en un esposo florero, Kyungsoo contraatacó amenazándolo con enviar las conversaciones a sus socios y si éstos no hacían nada, a los diarios.

—A la prensa le encantan los escándalos de la gente rica. Da igual si roban, defraudan a Hacienda o les ponen una multa. Lo importante para el público es saber si en la intimidad se comportan como auténticos hijos de puta —explica Kyungsoo y por desgracia sé que lo que dice es bien cierto.

—¿Y transigió?

—No, no quería dar su brazo a torcer y su abogado me amenazó con demandarme si lo hacía público. Yo consulté con mi abogado y me confirmó que podían hacerlo.

—¿Entonces?

—Entonces me sonrió la fortuna y nos entraron a robar en casa.
Abro los ojos como platos.

—Joder...

—Por supuesto, no encontraron las grabaciones; sin embargo, a In Sung le dije que sí y él le vio las orejas al lobo. Consultó con su abogado y éste le recomendó firmar el acuerdo.

—Pero... si él cree que esas grabaciones están por ahí...

—Que se joda y viva con la incertidumbre.

—Bien hecho —afirmo con convicción, porque Kyungsoo se merece tranquilidad, bueno, tranquilidad relativa, porque conmigo de eso va a tener poco.

—Y ahora que te lo he contado todo... ¿qué va a ocurrir entre nosotros?

—Buena pregunta. Si quieres empiezo por prepararte un almuerzo tardío y después
nos echamos una siesta.

Guardemos el secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora