Se acerca la jodida fecha y yo no encuentro ninguna excusa lo bastante consistente como para escaquearme de la cena que Baek ha preparado para el cumpleaños de su novio. No he tratado mucho con él, pero no sé yo si a Chanyeol, paradigma de la discreción, le gustará mucho la idea de cenar rodeado de gente y en un ambiente cursi, porque a saber lo que ha preparado Baekhyun. Cocinando no tiene rival, pero en lo demás sigue siendo un poco ingenuo. O al menos se lo hace, no lo tengo claro.
Cuando llego a casa, al final de la tarde, la última persona con la que me apetece toparme es con mi vecino, al que por cierto no he visto en días, pero por una de esas casualidades del destino, más bien putadas del destino, me lo acabo encontrando. Igual que yo, se nota que viene del trabajo por su aspecto elegante.
—Toma, un ejemplar de la revista —me dice amable, entregándomela.
—Vaya... —murmuro cogiéndola—, esta noche me lo voy a pasar de rechupete leyendo los... —le echo un vistazo a la portada—- ... consejos para reciclar vaqueros combinarlos.
Kyungsoo se echa a reír ante mi tono marcadamente sarcástico.
—También hay un reportaje especial sobre ropa vintage.
—¿No hay una sección de sexo? —pregunto para ver qué cara pone.
—Por supuesto —admite sin titubear—. En este número repasamos los diez ejercicios de pilates que refuerzan el suelo pélvico para unas relaciones sexuales más satisfactorias.
—¿En qué página?
Coge la revista y busca la página donde se habla de eso y me la muestra. Miro las fotos y tuerzo el gesto.
—Mi favorita es ésta —señala una imagen muy explícita.
—¿Y funciona?
—A mí sí —responde y por su tono se nota que sabe de lo que habla.
—Lo probaré entonces. Gracias —comento, con la idea de dar por finalizada la charla de vecinos en el rellano—. Ah, y por supuesto me ocuparé de revisar mi armario.
Entonces me percato de un detalle, con la revista regalan un DVD y frunzo el cejo al leer el título. No me suena de nada. Él se da cuenta y pregunta:
—¿No la has visto?
—¿Cold Mountain? —leo el título—. No, no la he visto. ¿De qué va? —pregunto, esperando que no sea de superhéroes.
—Está ambientada en la guerra civil norteamericana y combina el realismo del cine bélico con una historia de superación personal y, por supuesto, un romance casi imposible —me explica—. Lo que no entiendo es cómo no la has visto.
Entonces me viene a la cabeza una idea un tanto peligrosa, pero qué cojones, un poco de riesgo nunca viene mal, no todo va a ser comodidad.
—Te propongo un trato. —Él arquea una ceja—. Una sesión de cine, sin palomitas, yo me encargo de las provisiones, a cambio de una cita.
—¿Perdón?
—Una cita especial... de compromiso —le aclaro con una sonrisa—. Tengo que asistir a una cena digamos... complicada, a la que no me apetece mucho ir, pero estoy obligado. Te garantizo buena comida y un ambiente amable.
—Si me lo pintas tan bien, ¿por qué no te muestras encantado por ir?
«Chica listo», pienso con una sonrisa.
—Te lo explico mientras cenamos, ¿de acuerdo?
—Hummm, bueno, pero si no hay palomitas no vengo.
—Joder, vale —acepto a regañadientes.
—Me cambio y paso en quince minutos.
Entro en casa con la revista y el DVD en la mano y lo dejo todo sobre la mesita del salón. Después me paso por el dormitorio con la idea de cambiarme, pero como un tonto miro en la mesilla de noche para comprobar que los condones estén ahí disponibles.
—Nada de follar, que ya has hecho bastante el gilipollas por hoy —me recuerdo antes de cometer una estupidez, me pongo ropa cómoda y me voy a la cocina a preparar la cena.
¿Cómo he podido ser tan inconsciente y proponerle que me acompañe a la cena de «los osos amorosos»?
Diez minutos más tarde suena el timbre y allí está Kyungsoo, con un chándal negro un pelín ajustado y una camiseta con los costados abiertos que me dejaban a la vista sus pezones. Toda una tentación, joder.
—He sido bueno y en vez de palomitas te he traído cerveza doble malta —dice, dejando un pack de seis sobre la encimera.
—Mejor, ni punto de comparación —murmuro aliviado, porque así no sufriré pensando en las posibles manchas del sofá, sólo sufriré viendo la maldita película.
Nos acomodamos en el sofá, en esta ocasión no hay nada que nos separe, nada físico al menos, pero mantenemos una cierta distancia que me parece de lo más acertado. Empieza la peli, Kyungsoo bebe a morro lo cual, por ridículo que parezca, me excita y no es un buen comienzo.
Me concentro en la pantalla y disimulo un bostezo. Ya me ha colado otro gol por la escuadra. Una «pastelada» de manual. Aguanto como puedo, confiando en que se pase rápido. Como no ocurra algo interesante me va a dar algo con la típica historia de amor imposible entre la mojigata y el chico difícil.
Miro a Kyungsoo de reojo y me doy cuenta de que él también me está mirando a mí igual, pero sin duda se lo está pasando en grande con mi sufrimiento.
— ¿Cuánto dura esto? —pregunto, preparándome para lo peor.
—Tranquilo, no ha hecho más que empezar —me responde, encantado con mi malestar.
Para pasar el mal trago, le doy un buen sorbo a la cerveza. Menos mal que por lo menos se ha esmerado con la bebida, pues eligiendo películas es del todo incompatible conmigo. Cambio de postura en el sofá, una, dos veces... y sigo sin verle la gracia a Cold Mountain.
Sin embargo, cuando más desesperado estoy por escabullirme, por buscar un pretexto, por sacar el móvil y empezar a distraerme con él, la acción cambia y la cosa se pone interesante. Tanto que me olvido incluso de quién está a mi lado.
Agradezco, y mucho, que él no haga comentarios ni avances sobre la trama, cosa que odio. Eso me permite concentrarme en cada secuencia y darme cuenta de que el comienzo, a pesar de ser flojo, tiene su explicación.
—Vaya, con lo bien que iba todo y ahora lo joden con el reencuentro melodramático y el final feliz —protesto.
—¿Te quieres callar? —me dice, molesto por la interrupción.
Se ve a la legua que voy a tener que soportar escenita cursi de reconciliación, amor infinito, final color de rosa y demás tópicos. Sin duda la mejor forma de estropear una película.
Doy un respingo. Joder, ¿estoy viendo lo que me parece que estoy viendo? Una escena de lo más explícita entre los protagonistas. No me atrevo a mirar a Kyungsoo, Pero la curiosidad me puede y lo hago de refilón. Sonríe de medio lado con la vista fija en la pantalla. Ha cambiado de postura y se ha recostado en el sofá y subido las piernas. Hasta suspira ¿emocionado?
Cierro los ojos un segundo, y respiro, pues no me quiero poner en evidencia, pero maldita sea, con la tontería de la película me he puesto cachondo. Y lo peor no es eso, sino que a mi lado está la última persona con la que me conviene echar un polvo.
Y para más inri, Krystal está de viaje. Cojonudo.
Ha suspirado. No cabe duda, le afecta lo que ve y yo me pregunto qué estará pensando. Porque no tengo muy claro cómo reaccionar en caso de que me haga una opuesta de las suyas.
Mejor me centro en la pantalla, si no esto puede complicarse.
Cuando pensaba que todo estaba resuelto en la película, resulta que no, que muere el protagonista. ¿Qué mierda de final feliz es éste?
A Kyungsoo se le escapa una lágrima. Joder, que se me da de puta pena consolar personas. Puede que alguna vez, para llevármelas a la cama, haya fingido ser un tipo sensible de esos emocionalmente maduros que comprenden las chorradas típicas sentimentalistas, no obstante con Kyungsoo no me apetece jugar esa baza, pues por lo poco que lo conozco, él es más bien de ir directo al grano.
—Supongo que no te ha gustado —murmura cuando aparecen los títulos de crédito.
—Reconozco que ha sido interesante... —digo sin comprometerme.
Él se ha vuelto hacia mí y, maldita sea mi suerte, se le marcan los pezones bajo su camiseta.
—No disimules, has puesto caras raras —dice riéndose.
Eso significa que me ha estado observando. Bueno, no la culpo, yo he hecho lo mismo.
—La próxima vez elijo yo.
—De acuerdo —acepta y se pone en pie.
Recogemos los botellines vacíos y los dejamos en la cocina. Mañana Taemin se encargará de llevarlos a reciclar. Acompaño a Kyungsoo hasta la puerta con una mezcla curiosa de emociones: por un lado quiero que se largue y así evitar el peligro y por otra me gustaría aplastarlo contra la pared y follármelo sin contemplaciones.
—Hasta la próxima —dice sonriendo de medio lado.
Y yo, que no sé dónde tengo la puta cabeza, agarro el picaporte y, en vez de abrir digo:
—Quédate.
Respiro mientras él me mira, no sé si desconcertado, pero al menos un poco interesado. O eso espero, porque me repatea quedar como un gilipollas. Puede que sea la falta de costumbre, no lo sé, el caso es que me pone bastante nervioso que permanezca callado.
«Maldita sea. ¡Di algo!»
—¿Toda la noche? —pregunta tras el largo silencio. El cual sospecho que debe de ser una herramienta muy sutil para poner de los nervios al contrario, sin duda alguna.
—Preferiblemente sí —contesto en voz baja y me inclino un poco más hacia él confiando en que la proximidad juegue a mi favor.
—Sé que estás en deuda conmigo, pero ¿vas a pagarme con favores sexuales?
—¿En deuda contigo? —repito y no pierdo el tiempo, le paso una mano alrededor de la cintura y me pego todo lo posible.
—Bueno, si me estás tirando los tejos es porque al final la película te ha gustado.
Tuerzo el gesto. Gustar lo que se dice gustar no, pero no me voy a poner quisquilloso.
—Y, claro —continúa—, ahora te das cuenta de que...
Lo beso, qué cojones, no tengo ganas de entrar en cuestiones absurdas. Lo beso apretándolo contra la puerta, moviendo las manos por sus curvas hasta posarlas sobre sus glúteos. De momento me conformo con tocarlo por encima de la tela, pero en breve voy a acariciarlo a conciencia y a lamerlo, no me voy a privar de ello.
Continúo bien pegado a él y me doy cuenta de que cuanto antes vayamos al dormitorio, antes podré desnudarlo. Así que me las apaño para ir maniobrando sin dejar de besarlo, meterle mano y lo que haga falta para que no recobre la sensatez.
Y lo consigo. Enciendo la luz con el codo y no lo suelto hasta que me topo con el borde del colchón. Él sonríe de medio lado, lo que me acojona un poco, Kyungsoo no tiene pinta de ser una cabeza hueca impresionable.
—Antes de que se me olvide... —musito—, en caso de utilizar mis favores sexuales como arma de persuasión, no los desaprovecharía para algo tan nimio.
—¿Ah, sí? —inquiere, metiendo una mano debajo de mi camiseta.
—Ajá —acierto a decir, pues las tiene heladas, lo que en contraste con mi calor corporal me excita mucho—. Por norma general, prefiero que el intercambio de favores sea equitativo.
—Lo pillo. Quid pro quo —dice y echo la cabeza hacia atrás cuando me muerde en el cuello y me clava las uñas en el pecho, antes de añadir con tono insinuante—: Ojo por ojo... Sexo por sexo.
—Jo... der...
Antes de que pueda reaccionar, me ha empujado hasta hacerme caer de espaldas sobre el colchón. ¿No se supone que yo soy la parte atacante? Debo recuperar mi posición dominante cuanto antes.
Pero claro, cuando Kyungsoo, calculando muy bien los tiempos, se saca la camiseta por la cabeza y me muestra sus pezones apuntándome, a ver quién es el valiente que le lleva la contraria.
—Entonces, según tu teoría... —ronronea, inclinándose hacia delante, aunque no lo suficiente como para que yo pueda atrapar uno de sus apetecibles pezones—, siempre pagas con la misma moneda.
—Lo intento, sí —confirmo con voz ronca, pues sus manos están jugando con el cordoncillo de mis pantalones de deporte y de paso rozando mi erección, que espera, ansiosa, a que de una jodida vez la liberen del confinamiento de la ropa.
—¿Sólo lo intentas? —me provoca deliberadamente.
Esto se merece una respuesta contundente y se la voy a dar. En cuanto pueda, porque me tiene abducido.
—Acércate un poco más... —le pido y, para comprobar si obedece, yo mismo me encargo de bajarme un poco los pantalones, a ver si siendo directo él deja de ponerme de los nervios y se descuida.
— ¿Y qué me darás a cambio?
Inspiro, porque quizá es un experta calientabraguetas y me va a provocar hasta dejarme con un dolor de huevos insufrible. Da igual, en cualquier caso hace tiempo que no encuentro tan excitante esto de follar, así que correré el riesgo.
—No me apetece negociar... —Kyungsoo me pone morritos y se acerca a mi boca—.
Bueno, sí, me apetece. Tus pantalones por los míos.
—Hummm, vale.
Él cumple su parte del trato dejando a la vista sus piernas, que si bien distan de ser las de un modelo, tienen su atractivo, quizá porque estoy hasta el gorro de personas perfectas (en el físico). Su bóxer tampoco es espectacular, es de color negro, sencillo, y ardo en deseos de rompérselo. Estoy hasta las narices de bóxers y bragas caras con las que no se puede jugar a gusto. Claro que si alguien viene diciendo que quiere romper mis bóxers de seda, a lo mejor también se lleva un zas en todos los dientes.
— ¿Y qué pasa con esto? —pregunto, metiendo un dedo y tirando del elástico.
Él me señala, sonrío y cumplo mi parte. A la porra la negociación, me desnudo por completo y listo.
—Interesante —ronronea, humedeciéndose los labios, y empieza a bajarse despacio el bóxer con una sensualidad increíble y, para rematar la jugada y ya tenerme a sus pies, me lo arroja con cierta saña y caen sobre mi cara.
Lo aparto de un manotazo y cuando vuelvo a mirarlo, él está a horcajadas sobre mí y se va inclinando de forma que poco a poco vamos entrando en contacto. Creo que es la única oportunidad disponible para darle la vuelta a la tortilla. Kyungsoo murmura algo antes de atrapar mi labio y tirar de él, acto seguido me besa. No, esto no es un beso, esto es un saqueo puro y duro y durante unos segundos pierdo la concentración e dejo mangonear; me encanta dejarme mangonear. Él se incorpora y fija sus ojos en los míos. Algo se propone, no puedo ceder ni un milímetro más.
Aprovecho y lo agarro del culo. Me impulso hacia arriba y por fin logro someterlo, al menos en parte, pues el condenado se resiste.
—Numeritos de dominación a mí no —dice serio y me acojono al recordar las palabras de la señora Choi.
—No quiero dominarte.
—Pues lo parece.
—Ni se me ocurriría...
Ahora soy yo quien se inclina para besarlo, pero nada de ser agresivo, intento ser cuidadoso e ir acomodándome entre sus piernas. La toco, sigo el mismo ritmo lento. Voy rozando con mis labios diferentes puntos, ya estoy cerca de su pecho, a pocos centímetros de su pezón, que quiero chupar a conciencia.
Kyungsoo echa los brazos hacia atrás, aceptando que de momento yo tengo el control.
Reconozco que me resulta extraño, pues por norma general yo sólo pensaría en mí y en mi polla. A estas alturas ya habría empezado a empujar como un campeón para correrme y listo, así que en otro momento intentaré comprender por qué con ésta me comporto de forma diferente.
Sigo descendiendo, ya tengo uno de sus pezones a tiro. Levanto un instante la vista. Kyungsoo se ha apoyado sobre los codos, supongo que para observar con detalle lo que estoy haciendo.
Perfecto, un incentivo extra para esforzarme...
—Más fuerte —exige cuando empiezo a succionarle el pezón.
Obedezco, faltaría más, y al mismo tiempo voy deslizando una mano entre sus piernas. Aparte de la suavidad, noto la humedad en su miembro. Él jadea y escucharlo me vuelve loco. Sigo jugando entre sus muslos y logro que el volumen de sus jadeos vaya en aumento. Intuyo que está cerca, pero no quiero limitarme a lo evidente.
—Hummm... Eres realmente bueno —ronronea—, me parece que voy a ser incapaz de saldar la deuda.
—De eso se trata —susurro, sin apenas apartar los labios de su piel.
Chupo con ahínco. Lo penetro con dos dedos y él se retuerce por la intromisión. Eleva la pelvis, me desconcentra, sin embargo, me esfuerzo por controlarlo un poquito. Ralentizo el ritmo y él me tira del pelo, tomó eso como una señal e introduzco un tercer dedo masajeando lentamente para dilatarlo.
-Deduzco que voy por buen camino -comento inspirando hondo, porque estoy tan cachondo que cada vez me está costando más contenerme.
Para aliviar un poco, apenas nada, la tensión, aprovecho el roce del cobertor; sin embargo, mi polla pide más, así que no me queda otra que ir al grano. Se acabó esto de la seducción lenta y tortuosa, porque creo que lo estoy pasando peor yo que él.
Me incorporo hasta llegar a la mesita de noche y al hacerlo casi aplasto a Kyungsoo y él aprovechó esto para hincarme las uñas en el culo y darme un buen azote de propina
-No abuses -le digo, al tiempo que rompo el envase con los dientes.
-También me gustaría morderlo -dice y por su expresión deduzco que si me descuido lo hará.
-Otro día, ahora tocar follar -contesto, una vez tengo el preservativo puesto.
Kyungsoo apoya las manos en mis hombros para mantenerme tumbado y se sube a horcajadas sobre mí. Inspiro profundamente. Él está impresionante, despeinado, sonrojado debido a la excitación y a punto de agarrarme la polla. Desliza una mano sobre mí desde mis hombros, clavándome ligeramente las uñas hasta la entrepierna.
-¿A qué esperas? -lo provoco, arqueando las caderas.
Se muerde el labio. Sé que no es indecisión, sino pura maldad para tenerme más loco. Y lo agradezco, estoy hastiado de amantes simplones que creen que entre las piernas tienen poco menos que un tesoro y que yo tengo que pasar mil y una pruebas, como en una yincana, para poder acercarme.
-Hummm...
Me agarra la polla y empieza a acariciarme. A pesar de llevar el condón puesto, siento sus manos frías como si no hubiera látex de por medio. Me encanta el contraste, pero ya no tengo el cuerpo para sutilezas, necesito acción y a ser posible a lo grande.
-Deja de jugar con eso -gruño, al tiempo que inspiro hondo.
-Me gusta jugar con esto -dice, metiendo una mano entre mis piernas para agarrarme las pelotas y darme un buen apretón.
-Me estás obligando a ser contundente -le advierto, a punto de perder la paciencia.
Para que vea lo en serio que voy, le doy un buen azote en el culo como aviso. A un hombre con una erección como la mía no se lo puede mantener tanto tiempo en posición de firmes y encima pretender burlarse.
-¿Cómo de contundente? -inquiere. Joooo... deeeer.
Me incorporo, lo sujeto de la nuca al más puro estilo primitivo y lo beso hasta que gime tan desesperado como yo. Consigo meter la mano entre nuestros cuerpos y me aguanto la polla de tal forma que él sólo tiene que dejarse caer. Le muerdo el labio le clavo los dedos en el culo. Kyungsoo parece entender que se acabó tontear y, enredando las manos en mi pelo, jadea mientras se la voy metiendo.
-Ahora haz el favor de follarme -exijo mirándolo fijamente a los ojos y añado en tono sarcástico-: Por favor.
Es malo, queda confirmado cuando empieza a balancearse despacio, tan despacio que aprieto los dientes. Quiero ir más rápido, quiero correrme, porque tanta tensión acumulada me está matando, no obstante, sigo sometiéndome a sus caprichos, lo que resulta toda una novedad.
-¿Así está bien? -me pregunta con recochineo, porque sabe que me tiene en sus manos.
Pero antes de que yo consiga articular una réplica acorde a su desafío, empieza a exprimirme, a atenazarme con las piernas, a subir y bajar sobre mi polla.
-Mucho mejor -acierto a decir entre gemidos-, mucho mejor...
No dejo de observarlo. Me debería dar cierto temor que él consiga tenerme tan cautivado. He follado cientos de veces en esta postura con hombres y mujeres, ya nada debería sorprenderme, al menos no más allá del placer físico que se obtiene, sin embargo, con Kyungsoo es complicado de definir. Puede que sea una estupidez, que me haya pillado en el momento de bajón anímico. Me da igual, estoy disfrutando de lo lindo y eso es lo que importa.
Coloco las manos en sus costados, de esta forma lo ayudo a moverse y a que sus vaivenes sean todavía más precisos. Inspiro en profundidad, quiero correrme, pero no antes que él. Lo intento al menos, pero me va a resultar complicado, Kyungsoo sabe muy bien cómo desesperar a un tipo. Necesito encontrar algo para retrasar lo inevitable y evitar quedar mal. Llevo la mano hacia atrás y aprieto una de sus nalgas y luego le doy una palmada. Es un poco arriesgado, pues todavía no tenemos suficiente confianza, pero qué cojones, con él no quiero ser cauto.
-¿Puedo palmearte más? -susurro, mordiéndole la oreja.
-¿Eso es lo que quieres? -inquiere con una voz tan erótica que casi me corro al oírlo.
Por lo pronto no se ha negado. Es una buena señal. ¿O no?
No me voy a poner a analizar todos los posibles significados de sus palabras. Actúo y listo. Le doy otra nalgada pero esta vez más fuerte dejándome un hormigueo en la mano, Kyungsoo se tensa ante el contacto. Y toda esa tensión se transmite de inmediato a mi polla. Respiro, él jadea. Repito la acción una vez más. Él se agita, grita y se corre mordiéndome el hombro.
-Joder... -gruño al alcanzar el clímax.
Lo abrazo y entonces me doy cuenta de cuánto necesitaba liberar esta tensión.
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Guardemos el secreto
Romance« ¿Quieres pasar una noche inolvidable? ¿Asistir a eventos exclusivos? ¿Cenar en los mejores restaurantes? ¿Codearte con gente vip? Perfecto, aquí me tienes. A cambio sólo te pido una cosa: a la mañana siguiente ahórrame, por favor, escenas romántic...