Todavía confuso, consigo abrir la puerta de casa. Enciendo las luces y le hago una señal para que me acompañe al dormitorio. Es, con mucho, la cita más extraña que he tenido en mi vida.
Kyungsoo niega con la cabeza.
-Ese sofá tiene muy buena pinta -dice, dejando su abrigo sobre la tapicería acariciándola con la mano.
Yo no soy muy partidario de echar un polvo en el sofá, me costó un ojo de la cara la idea de ensuciarlo me aterroriza, y además prefiero la versatilidad que ofrece una cama.
Pero Kyungsoo, o mejor dicho su mano rozando la suave piel de la tapicería, me ponen como una moto y mando al cuerno cualquier reserva.
-Ahora vuelvo -acierto a decir, con una única cosa en mente: traer condones-.
Sírvete una copa mientras.
Él niega con la cabeza.
-No me apetece tomar nada, gracias -responde y... ¿soy yo que estoy suspicaz o su tono ha sonado más ronco?
Da igual. Condones. «No te líes», me digo, caminando hacia el dormitorio para ir a buscarlos. Una caja de seis, extrafinos, nada de preservativos corrientes.
Regreso al salón. Sigue allí, observando la decoración, supongo, porque sólo se ha
quedando ahí parado.
Me acerco despacio, con la caja de condones en la mano, y los dejo de manera despreocupada sobre el sofá. Reconozco que me tiene un poco acojonado, a la par que ansioso por ver cómo terminará todo esto.
-¿Puedo besarte? -le pregunto para ver su reacción, pues hay muchas personas que, llevadas por no sé qué gilipollez romántica, se acuestan con uno, incluso te la chupan, pero no te besan.
-Espero que hagas mucho más que eso -contesta, dando un paso adelante quedándose frente a frente conmigo.
Joder, conozco muy bien la rutina de los encuentros de una noche si complicaciones, no obstante, todo esto me resulta extraño.
¿Voy a por él a lo bruto?
Vaya dilema... pero algo tengo que hacer o va a pensar que soy gilipollas.
Estiro el brazo y rozo con la yema del dedo justo el punto donde está el botón de la camisa que dejará al descubierto su pecho . Se lo desabrocho y queda a la vista su piel tan blanquecina que me vuelve loco.
Cuando voy a desabrochar el siguiente botón, él me agarra la mano y se la acerca a la boca para empezar a chuparme un dedo sin dejar de mirarme a los ojos. Y no se conforma con eso, sin soltarme el dedo, él mismo se acaba de desabrochar la camisa.
Vale, sin problemas, un chico que sabe lo que quiere. Perfecto. Puedo hacerlo.
Sé hacerlo.
Empiezo a quitarme la ropa. Fuera americana. Él sonríe. Recupero mi dedo entonces Kyungsoo se humedece los labios. Una clara provocación.
No me lo pienso dos veces, lo sujeto de la cintura y voy directo a su boca. Él gime un tanto contenido, pero es un buen comienzo. Profundizo, no lo suelto y noto sus manos sacándome la camisa de los pantalones.
-Impaciente... -susurró provocador.
-Mañana tengo que madrugar -replica en idéntico tono y me muerde el labio al tiempo que me empuja con intención de llegar al sofá.
-Y yo, pero hay cosas que llevan su tiempo.
-Como quieras.
No tengo intención de que esto sea algo más que un polvo exprés, pero al parecer él tiene otra idea, pues ya se está ocupando de desabrocharme el cinturón.
Tampoco voy a ponerme tiquismiquis por ello. Acabo sentado en el sofá, con una buena erección, sintiéndome un poco fuera de onda ante su actitud tan expeditiva, pero me es imposible razonar estando empalmado, así que cuando él, de pie ante mí, se
quita los pantalones, me deja literalmente sin aliento. ¿Cómo pueden ponerme tan achondo unis sencillos boxers color crema?
Pues funciona, o puede que sea la extraña situación que se desarrolla delante de mis narices. Kyungsoo arquea una ceja y sonríe. Qué hijo de puta, sabe que me tiene en sus manos. Ni hablar, se acabó el tipo paciente.
Le quito la ropa interior sin contemplaciones y él se agacha para dejarlo a un lado. Me muerdo la lengua y no hago un solo comentario sobre su sexo rasurado.
Kyungsoo no se molesta en descalzarse. Estiro el brazo y saco un preservativo y él aguarda sin decir una palabra a que me baje los pantalones y me lo coloque.
-¿Listo? -le pregunto una vez lo tengo puesto.
-Compruébalo por ti mismo -me reta, colocando una rodilla en el sofá a la par que coloca una mano sobre mi hombro.
-Por supuesto... -contesto y despacio, muy despacio, voy subiendo la mano por el interior de su muslo hasta llegar a su sexo.
Respira hondo. Yo también. Joder, qué raro es todo esto, pero cómo me pone.
Muevo la mano entre sus piernas y, sin dejar de mirarlo compruebo que sí, en efecto, está húmedo y duro. Él vuelve a gemir de forma contenida y, la verdad, a mí me gusta que se desmadre un poco el asunto. Así que habrá que ponerle un poco de sal al tema para que no todo sea mecánico. Le meto un dedo. Sé que he sido brusco,pero me ha encantado cómo ha reaccionado. Acto seguido se lo muestro y murmuro:
-¿Ahora también lo quieres chupar?
-No, ahora quiero follar -me replica todo resuelta y se acomoda a horcajadas sobre mis piernas, tomando el control.
Se acerca y me besa. Más bien me devora la boca, y yo, encantado, le sigo el ritmo. tomo su mano agarrándome la polla y de repente, sin que me dé tiempo a resistirme,
Kyungsoo se deja caer... Ya estoy dentro y jooooooodeeeeer.
-Sí... -ronronea, clavándome las uñas.
Mira que he estado con personas decididas, pero él se lleva la palma. No ha hecho nada para seducirme, ni yo tampoco, y sin embargo aquí estoy, con mi vecino encima, moviéndose, y yo como un pasmarote.
Se acabaron las reflexiones, que ya llevo unas cuantas esta noche y estoy follando, no psicoanalizándome.
Pongo las manos en su culo y empiezo a embestir desde abajo. Noto la suavidad de la tapicería en el trasero, pero ni punto de comparación con la suavidad de su piel bajo mis manos. Vuelvo a besarlo. Y empiezo a masturbarlo lentamente para que disfrute de mis manos en su pene y parece que eso lo vuelve loco porque me besa con más intensidad. Ahora es mi turno de gemir cuando él tensa los músculos internos aprisionándome la polla.
Lo miro, Kyungsoo tiene los ojos entrecerrados. Respira, igual que yo, de forma agitada. No quiero correrme todavía, pero tal como se están desarrollando los acontecimientos noto que no voy a aguantar mucho más.
Subo una mano hasta alcanzar un pezón y comienzo a pellizcárselo. Su reacción no se hace esperar. Jadea más alto y sé que debo ser aún más expeditivo. Aprieto con más fuerza, lo beso, embisto, masturbo, jadeo... Él me sigue el ritmo, nos estamos descontrolando y eso me encanta. Hacía tiempo que no follaba así... ¡Y pensar que había descartado la idea de tirármelo!
Entonces, cuando más tensión noto, él me muerde el hombro, amortiguando así un gemido de satisfacción por acabar. No necesito más y me corro yo también aunque yo no disimulo. Jadeo encantado y me dejo caer hacia atrás arrastrándolo conmigo.
Kyungsoo se incorpora y me mira con una sonrisa que no me gusta mucho.
-Gracias, lo necesitaba -dice y para dejarme todavía más perplejo, me da un beso un tanto desapasionado y unas palmaditas en el hombro.
Y sin más se pone en pie y recoge su ropa para empezar a vestirse.
-¿Perdona? -me arriesgo a preguntar y él me mira encogiéndose de hombros, lo que me sienta como una patada en los huevos.
-Los últimos seis meses han sido un horror y, la verdad, cuando te vi el otro día no pensé que pudieras servir, pero me has sorprendido. Hemos salido a cenar y apenas me has mirado el culo, me has dado conversación y, bueno, no estás nada mal.
-¿Perdona? -repito como un loro.
-La señora Choi me ha advertido de que eres un poco picaflor, lo que por supuesto me viene de perlas -añade, abotonándose la camisa como si nada.
-¿Me tomas el pelo?
Me quito el preservativo y me subo los pantalones sin salir de mi asombro.
-No tienes pinta de ser un tipo de esos que dan problemas ni que busca una relación. Todo son ventajas -prosigue tan pancho-. Además, vives al lado, ¿qué más puedo pedir?
Reorganizo mis pensamientos, porque esto no me puede estar pasando a mí.
-¿Te marchas? -pregunto como un gilipollas cuando recoge su abrigo.
-Sí -murmura indiferente al hecho de que yo esté frunciendo el cejo y acabemos de follar-. ¿Qué otra cosa quieres que haga?
-Joder...
-Oye, seamos sinceros. A mí me apetecía echar un polvo y tú estabas a mano. No veo el problema por ningún lado -asevera, sacando las llaves del bolsillo de su abrigo-. No creo que suponga un drama para ti, ¿verdad?
-No, guapo, tranquila.
Me encamino hacia la puerta y se la abro con una sonrisa falsa, invitándolo a marcharse.
-Gracias por... todo -repite y me da dos besos a modo de despedida.
-De nada, para eso estamos. La próxima vez que quieras quitarte las telarañas, me avisas, que entre vecinos siempre hay que echarse una mano -digo y, antes de que pueda contestar, cierro la puerta y le doy con ella en las narices.
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Guardemos el secreto
Romansa« ¿Quieres pasar una noche inolvidable? ¿Asistir a eventos exclusivos? ¿Cenar en los mejores restaurantes? ¿Codearte con gente vip? Perfecto, aquí me tienes. A cambio sólo te pido una cosa: a la mañana siguiente ahórrame, por favor, escenas romántic...