⸙ 42 ⸙ ¿cazador o presa?

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—Por el cargo de violación, se encuentra al acusado Lysson Cambell culpable

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—Por el cargo de violación, se encuentra al acusado Lysson Cambell culpable. Por el cargo de intento de homicidio, se encuentra al acusado Lysson Campbell culpable. La condena en prisión será de...

Mientras que la abogada Miller se sentía victoriosa, Lysson Campbell sentía que iba a morir en cualquier momento. No, eso no podía ser posible ¿en serio una niñata como Saorise había ganado el juego? ¿Cómo se había permitido tener tantos puntos débiles en su plan hacia la victoria? Sabía que debió haberse retirado a aquella isla del Caribe cuando tuvo oportunidad, de haberlo hecho todavía tendría su libertad.

"Frenas o eres frenado, asesinas o eres asesinado. A mí nadie jamás me ha atrapado porque siempre he estado por delante, no eres ni el primero ni el último en esta situación, no eres más especial que los demás, así que cállate y cede como cualquier otra presa"

Todavía recordaba aquellas tardes a las cuatro en punto ayudando a su padre en su trabajo de pequeño, donde de vez en cuando los socios de este lo cuidaban mientras él hacía recados. Su padre no lo sabía o tal vez lo ignoraba, pero para los adultos Lysson siempre fue un juguete con al que podían desvestir y jugar a su antojo. No pudo evitar reír al pensarlo, se había convertido en el mismo tipo de monstruo que le había generado pesadillas.

—¿Qué es lo gracioso, señor Campbell?

Christian codeó en el estómago a Lysson, intentando que parase de reír. Como todo abogado, intentaba mantener la poca reputación que le quedaba luego de perder un caso polémico.

Asesinar o ser asesinado.

Cierta parte de él le causaba gracia su condena, estaban encerrándolo por las únicas reglas que él había conocido. Él no conocía el amor, el amar o ser amado era una basura para él, en su lugar todo estaba remplazado por violencia, sexo, control, muerte. Él no quería ser la presa, tal vez por ello se había convertido en un cazador que empezaba a enloquecer.

—Matar o ser matado, matar o ser matado... —no podía evitar repetirse a sí mismo en un susurro.

Lysson no iba a permitirse ser la presa, él no iba a ser encerrado como el más débil de la jungla. Cuando vió un par de tijeras sobre el escritorio no lo dudó, en un simple y rápido segundo las encajó en su propio cuello y luego las sacó para hacer más rápido su desangramiento.

—Ninguno de ustedes va a matarme, hijos de puta. Me mato yo primero.

Esas fueron sus últimas palabras.

Saorise estaba en el pasillo, resistiendo la tentación de morderse las uñas por los nervios

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Saorise estaba en el pasillo, resistiendo la tentación de morderse las uñas por los nervios. ¿Ganaría por primera vez en toda su vida? ¿Conseguiría algo de paz? ¿O acaso su mejor intento no había sido suficiente? ¿Habría valido la pena todos sus sacrificios? En otra ocasión Madelaine estaría tomando su mano y buscaría una manera en la que la rubia no pensase demasiado, pero Saorise le había pedido que fuese en su lugar al tribunal para ver sí Lysson era o no condenado. Una vez dijesen que era culpable o inocente, Maddie vendría a contárselo.


Miró su teléfono, pero al estar llena de notificaciones prefirió evadir las redes sociales y jugar una partida de candy crush. Estaba tan absorta planeando estrategias para ganar la partida, que ni siquiera se dio cuenta cuando la pelirroja llegó directo a abrazarla y cargarla por los aires, haciendo a la rubia girar mientras esta reía por la emoción y sorpresa que la pelirroja le había generado.

—¡Ganaste, Saorise, ganaste!

—¿Gané?

Saorise sintió ganas de llorar, pero no por tristeza, sino por la intensa alegría de por fin haberlo logrado.

—Sí —Madelaine asintió con la cabeza, dejando los pies de la rubia en el suelo—. Ganaste, amor, ganaste.

Entre toda la dicha, Saorise le robó un beso a Maddie en los brazos. Un beso de sensación dulce pero salado por las lágrimas, sosteniendo con sus manos el rostro de la pelirroja y atándose a su burbuja por la textura de su piel, perdida y encontrada a la vez.

Sin saber nada acerca de lo que sucedía en el apartamento de Rowena.

Sin saber, mucho menos, lo sucedido en medio del juicio.

Saorise sólo era felíz intensamente por, por una vez en su vida, vivir la justicia que no pudo obtener en el momento que más necesitó. Era libre de sus demonios, de sus temores, por fin la rubia podría sentirse a salvo.

—¿Quieres ir a comer algo para celebrar? —preguntó la pelirroja.

Saorise sonrió de oreja a oreja.

—Sería fantástico, sí.

—Sería fantástico, sí

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Chains Of Promises╺╸Madelaine PetschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora