⸙ 22 ⸙ el momento

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—¿De verdad podré hacer esto? —preguntó Saorise, algo asustada

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—¿De verdad podré hacer esto? —preguntó Saorise, algo asustada.

—Sí, sí puedes —respondió Astrid, sosteniéndola de los hombros—. Por supuesto que puedes.

Luego de su conversación con Astrid, Saorise se la había pasado planificando cómo iba a conseguir el momento perfecto para poder hablar con Maddie y por fin decirle todo. Diseñó la cita perfecta, el ambiente cálido para la conversación, cada detalle e hilo para que así las cosas pudiesen salir bien.

—¿Y sí sale mal? —dudó Saorise entre todos sus nervios.

—¿Y sí sale bien? —contestó Astrid—. Anda, ¿Cómo saberlo sí aún no ha sucedido?

Saorise abrazó a Astrid rápidamente, sabía que tenía poco tiempo para irse pero una recarga de abrazos nunca estaba de más, sabía que lo necesitaría si las cosas no salían bien.

—Eres la mejor hermana del mundo —le dijo Saorise en un susurro, permitiéndose un par de segundos para respirar.

—No, esa eres tú —respondió Astrid, dejando que la abrazara para luego de unos segundos separarse—. Ahora ve, que ella te está esperando y yo tengo que ir a cierto evento de caridad. Cualquier cosa, me llamas e iré de inmediato, ¿Sí?

Saorise asintió con la cabeza.

—Entendido.

De alguna manera, Saorise había trazado la cita perfecta en su cabeza: un restaurante justo al lado del mar, lleno de botes anclados a sus orillas, pudiendo escuchar las olas oceánicas que tanto calmaban a su pelirroja y luego de comer ir al puert...

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De alguna manera, Saorise había trazado la cita perfecta en su cabeza: un restaurante justo al lado del mar, lleno de botes anclados a sus orillas, pudiendo escuchar las olas oceánicas que tanto calmaban a su pelirroja y luego de comer ir al puerto a caminar y ver los botes. Un lugar lindo pero no muy reconocido, por lo que no tendrían que preocuparse por encontrarse algún periodista que les arruinara la noche. Se había pensado mucho todo y resultó que había funcionado tal como lo imaginó, el ambiente relajante se estaba creando y así se sentiría en una mayor confianza a la hora de hablar.

—¿Y qué has hecho durante estos últimos días? Digo, ahora que no estamos grabando —preguntó Saorise—. ¿Algún proyecto nuevo? ¿Algún pasatiempo?

De alguna forma u otra, habían acabado sentadas en el muelle, apartadas de todo tipo de reflectores y personas. Aparentemente, ambas disfrutaban más cuando estaban solas.

—No mucho, aunque bueno... —lo pensó
por un segundo, sonriendo—. Puede ser que esté trabajando en una colección de lentes de sol, ¡pero no digas nada! Quiero que el lanzamiento sea algo increíble.

—¿En serio? —respondió Saorise emocionada—. No aguanto a ver alguna de las piezas.

—Una lástima, tendrás que esperar —contestó la pelirroja sonriendo—. Las mostraré sólo cuando sienta que son perfectas.

Tic toc, tic toc.

Su corazón estaba latiendo, Saorise se sintió asustada de que estuviese contando los segundos de nuevo. Le austaba la explosión.

—Ahora, quiero escucharte a ti, ¿Qué has hecho tú?

Tic toc, tic toc

Quizás ese debió ser el momento, pero Saorise ni siquiera supo cómo comenzar por más de que lo había planificado durante semanas.

—He estado tratando de relajarme; tocar más con el piano, tratar de componer una pieza en especial, jugar con Fleur, conversar con Astrid. Mantener las cosas en orden —respondió Saorise, pensando sus palabras segundos antes de decirlas, tratando de que su selección de sonidos fuesen los correctos—. Pero quizás... quizás también estuve pensando mucho. Y quiero decir, siempre he sido del tipo que piensa mucho todo, pero últimamente he pensado más de lo que incluso yo suelo hacerlo.

No quería comenzar de manera preocupante, no quería comenzar diciendo que estaba guardándole un secreto o que había estado evadiendo una verdad porque se preocuparía de más, parecía mejor soltar la bomba de forma ligera. Muchos pensaban que advertir de una bomba que está por venir es lo mejor incluso aunque no pudieras prevenirla, pero Saorise pensaba lo contrario: siempre cuando sabes que algo va a dolerte, la idea gira y gira tanto dentro de tu mente que no aprovechas los últimos segundos al pensarlo tanto. Es cuando ni siquiera sabes que algo va a hacerte daño que consigues sencillamente vivir tal como siempre antes de la catástrofe, vivir en calma y sonriente en los pocos segundos antes de la explosión. Saorise siempre fue del tipo de querer saberlo todo, en el camino había aprendido que habían cosas que sencillamente te hacían sentir mejor de no saberlas.

—¿Hay algún pensamiento en específico? —la voz de Maddie comenzó a suavizarse más, mientras pasaba su mano por la mejilla de Saorise suavemente—. Sabes que puedes confiar en mí ¿sí? Prometí no dejarte caer, no pienso hacerlo.

Tic toc, tic toc.

Saorise tuvo que tomarse un segundo para respirar, un segundo para inhalar y exhalar despacio.

—¿Y no vas a juzgarme?

Maddie negó con la cabeza.

—No, no voy a hacerlo.

Saorise supo que era el momento, lo tuvo claro en ese entonces.

—Verás, yo...

¡RIIING! ¡RIIING!

Saorise no hubiese contestado el teléfono de no ser que era el nombre de Astrid quien estaba en pantalla.

—¿Astrid? —preguntó Saorise, asustada. Sabía que debía de haber sucedido algo grave como para que ella llamara sabiendo que estaba junto a Maddie.

—Hermanita, sólo quiero que sepas que te amo, ¿sí? Eres la mejor hermana que pude tener y...

Comenzaron a escucharse disparos de fondo, el corazón de Saorise empezó a latir deprisa asustada.

—Astrid, ¿Qué está sucediendo?

—¿Tú sabes la obra de caridad en la que estoy? Bien, se acaba de convertir en el arsenal de un tiroteo.

—¿Tú sabes la obra de caridad en la que estoy? Bien, se acaba de convertir en el arsenal de un tiroteo

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Chains Of Promises╺╸Madelaine PetschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora