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—Ni se te ocurra olvidar alimentar a Fleur —advirtió la menor de las hermanas—. Mira que esa es la mayor prioridad de la casa, incluso que el mantener la casa en pie. Fleur es el puesto número uno.
—Tranquila, hermanita, haré las cosas bien —contestó Astrid—. ¿Se te olvida que ya he vivido sola antes?
Finalmente las grabaciones de Riverdale habían acabado y, por fin, el viaje a la playa se daría aquél día. Saorise sabía que significaría que Astrid iba a quedarse sola en su casa, confiaba en ella, pero incluso así sentía la necesidad de advertirle las reglas más importantes. Necesitaba a su pequeña Fleur, su poodle desde hacía ya unos pocos años, sana y salva cuando regresara
—No lo he olvidado, ¿sí? —señaló Saorise—. Quería recordarte todo, pero lo sé.
Saorise tomó la maleta que había empacado para el fin de semana mientras Astrid sonreía.
—Cuídate, pero no te olvides de disfrutar ¿Sí?
—Digo lo mismo, pero al revés —respondió Saorise—. Disfruta, pero no olvides cuidarte. Sé que te gusta mucho ir a fiestas y divertirte, pero a veces sales demasiado y me preocupa que suceda algo malo.
¡Ding dong!
El timbre había sonado.
—Calma, me cuidaré ¿sí? Lo prometo. Ahora abre, que todos deben de estar súper emocionados.
Saorise asintió mientras abría la puerta, encontrándose con el cabello y ojos oscuros de Camila Mendes.
—¿Preparada? Sé que no debería de decirte esto, pero cierta pelirroja está impaciente por verte.
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—¿Sabía que te ves preciosa hoy?
Los ojos de Saorise brillaron al escuchar la voz de la pelirroja.
