Mi Dulce Karma

capitulo 7

Nayeli...

Llegó a las 8:05 pm en la cafetería donde me citó, no entro ya que espero que él llegue, entonces escucho que alguien dice mi nombre.-Nayeli, aquí estoy.- Me giro y lo veo parado en frente de mi.

-Hola prof...- Entonces él coloca un dedo sobre mi boca, impidiendo que termine mi frase.

Claro lo había olvidado, estos nervios hacen que me olvide de que debo ser cuidadosa acerca de estas cosas.

-Dime Daniel, por favor.- Me dijo dulcemente.- Te pedí que nos viéramos aquí porque era un lugar que los dos conocíamos pero no puedo arriesgarte así, ¿me permites llevarte a un lugar un poco más alejado de aquí?.

Creo que pudo notar la angustia que invadía mi rostro porque en seguida me contestó.

-No es por nada malo, descuida.- Dijo rápidamente para aclarar.- Es solo que aquí pueden vernos muchas personas conocidas. ¿Qué dices?

-Esta bien, pero no puedo regresar muy tarde a mi casa ¿de acuerdo?

Se le dibujó una sonrisa enorme en su bello rostro y asintió, me tendió una mano y yo la tomé, a paso lento nos dirigimos a su auto, y me abrió la puerta de copiloto. No dudaba en que fuera un hombre caballeroso y hasta hoy podía asegurarlo completamente.

(...)

Durante el camino, todo permaneció en silencio, excepto por la música que sonaba en la estación que él puso, entonces sonó una canción que me gustaba bastante "maps" de maroon 5.

-Adoro esa canción.- Comenté, para que el silencio se rompiera.

-A mi también, aunque disfruto más la de "This love".- Dijo, y a partir de ahí comenzó el principio de una larga conversación.

Después de platicar sobre nuestros gustos y otras cosas más. Estacionó el auto.

-Hemos llegado, ¿qué te parece?.- Dijo

-Es hermoso.- Comenté, atónita por el bello lugar

Era una cafetería muy hermosa, que se encontraba en un lugar del que no había escuchado hablar, por fuera tenía un toque rustico, pero al entrar era precioso, podías mirar a miles de parejitas lo cual la hacía parecer romántico, tenia unos grandes ventanales, y una rosa en medio de cada mesa, asientos que se veían bastante cómodos, y un olor delicioso a café embriagaba todo el lugar.

Daniel tomó mi mano y nos adentramos en el lugar, un caballero alto y un poco mas de edad, nos atendió y nos dio una mesa cerca de un ventanal. Al tomar nuestros asientos, ordenamos un capuchino y esperamos.

-Nayeli, necesito confesarte en persona lo que siento.- Dijo nervioso.

-Entonces digamos lo que sentimos, sin rodeos...