Ataque

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Para llevar dos días sin dormir, Haya no durmió mucho la primera  noche que pasamos en Roma. Estaba acostumbrada a la rutina de su día a día y le costaba permanecer en la cama más allá de las ocho de la mañana.

Se despertó con una sonrisa radiante en su preciosa cara que me iluminó por completo y me disipó las preocupaciones que habían venido rondando mi cabeza durante toda la noche. Alazar, los arcontes, el libro de Haya....todo se había ido agolpando en mi mente, incluso en mi cuerpo convirtiéndose en una losa pesada.

-Buenos días, Únax. ¿Qué tal te encuentras?.

-Bien ahora que te veo sonreír.

Ella se deshizo de mi abrazo para acercarse a mí y darme un tierno beso en la mejilla. Sus besos eran gloria para mí, algo casi divino pero me preocupaba el hecho de estar enamorándome tan profundamente de ella. Sabía que contaba con el apoyo de mi padre y con mi experiencia para poder evitar que algo malo le pasase, para poder ser felices juntos pero, la sombra del miedo me acechaba. No quería perderla, no podía. Me había jurado a mí mismo que de, estar ella en peligro por mi causa, me alejaría, iría incluso a las estrellas aunque nos doliese a ambos pero la llama de su espléndida y luminosa vida no podría apagarse.

-¿Te apetece bajar a desayunar y dar un paseo?. Esta tarde tendremos la última reunión y he pensado que quizás quieras pasear tranquila.

-Me apetece-sonrió-pero prefiero desayunar aquí en la habitación. Ardo en deseos de enseñarte el libro que compré ayer. Y, por otro lado, estarán a punto de traer el desayuno. Mi abuelo se ha tomado muy en serio lo de alimentarme correctamente. Sinceramente, no se como él es capaz de mantenerse tan estupendo a su edad con todo lo que engulle.

-Desayunaremos en la salita de la suite entonces. ¿Te parece bien?.

-¿No estará Rubén allí?. Es decir, me dijiste que callase lo de los creadores de mundos y....

-Se me olvidó decirte que ta está todo arreglado con mi padre. Él me ayudará a mantenerlo en secreto y dado que él es más antiguo en la orden que yo y por tanto, más conocedor de ella, creo que sería conveniente que revisara ese libro.

-Me alegro por vosotros. Pareciáis un par de críos discutiendo por todo.

Haya era pura frescura. Su espontaneidad dejaba caer sin más la verdad, sin pretender hacer daño a nadie, sin pretender crear rencores.

Desayunó en la suite tranquilamente después de sacar de una bolsa de cartón que aún reposaba sobre el sofá, el famoso libro de terciopelo que había comprado.

-Me llamó la atención el terciopelo-dijo-. Puede que en ese aspecto sea  muy femenina. Me siento atraída hacia el tul, las lentejuelas y el terciopelo como si fuese una polilla pegada a la luz. El caso es que, cuando leí el título, escrito en la lengua de Helen, de mis abuelos, no pude resistirme a comprarlo. Luego vino ese hombre y todo lo demás. No se si será de gran ayuda pero no tendría problemas en traducirlo.

-Rubén me enseñó a hablar árabe siendo pequeño-dije-. Teníamos mucho tiempo libre-me encogí de hombros-.

-¿Hablas árabe, Rubén?.

-Tu madre me enseñó. Durante un tiempo trabajé en la consulta de Lazard, antes de todo el desastre que me sobrevino. Tratar a sus pacientes hablando su lengua materna les hacía sentir más cómodos.

-Se me había olvidado pero me alegro de que hayas aprovechado el tiempo allí.

Examiné el libro mientras Rubén y Haya conversaban sobre Marrakech. Apenas prestaba atención pero me alegraba que al fin a Haya le hubiese pasado la paranoia de los vampiros y su aversión temporal hacia mi padre.

La cubierta de terciopelo, tan sencilla aparentemente, guardaba en su interior todo un tratado escrito a mano sobre los creadores de mundos. Las primeras páginas, mostraban su historia. A priori, era algo que ya conocía, que ya había estudiado y llevaba grabado a fuego en la memoria pero aquella versión, difería levemente de la que yo ya conocía.

Según ella, sólo un alma pura, con predisposición a vibrar en las más altas dimensiones y sangre pleyadiana, podía convertirse en un creador de mundos. En caso de no cunplir estos requisitos, el poder lo destruiría,matándolo. Diferente a lo que yo creía.

-¿Has visto esto, padre?.

-¿El qué?.

Le dí el libro, abierto en la página que yo estaba leyendo. Lo cogió sin mirar pero tan pronto posó sus manos sobre  él, este emitió un chasquido y salió volando hacia Haya.

-¿Soy yo o este libro ha atacado a tu padre, Únax?.

-Me ha atacado-corroboró Rubén-. ¿Atacó también al hombre de la tienda, Haya?. ¿Sentiste alguna clase de poder o algo extraño?.

-Me zafé de su agarre más fácilmente de lo que pensaba. Sentí como si todo el miedo se evaporase de repente.

-Entiendo.

-¿Qué es lo que pasa, padre?.

-Creo saber el porqué de todo esto.

-¡¿Cuál?!

Haya y yo practicamente gritamos a la vez por el ansia de saber qué pasaba y porque aquel libro, con aparentes dotes de defensa, atacaba a todos aquellos que no fueramos nosotros dos.

Rubén miró hacia la ventana, en silencio, tratando de ordenar sus ideas. Sabía que estaba tratando de contárnoslo del mejor modo posible así como sabía que nos mantendría en vilo durante unos minutos que se nos harían eternos. ¿Qué demonios pasaba con ese libro?. Suspiré y miré a Haya.

-"Calma, está pensando-la tranquilicé-".

-"¿Tardará mucho o me equivoco?".

-"No lo haces".

Soy tu Oscuridad #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora