Capítulo Dos. Un Ser de Luz

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No desconfiaba de la pareja pleyadiana pero me sentía más cómoda en presencia de su hijo que de ellos mismos. Tal vez mi instinto era el de protección después de lo que había pasado y si extraña afición a decir no a la intervención pero lo cierto es que confiaba más en la sapiencia de mi vecino marroquí que en la de sus padres.

-Llamad a Únax.

-Está entrenando.

-Me da absolutamente igual. Él debe de saber la verdad.

Ciertamente, Únax estaba entrenando. Llegó a la casa de Abdid sudoroso y desconcertado.

-¿Qué es lo que pasa, Haya?. ¿Por qué tanta prisa?.

-Bueno. Te dije que te diría las cosas cuando llegase el momento y ahora es ese momento.

-Siéntate Únax. Creo que vas a necesitarlo.

Abdid sonreía igual que siempre invitándolo a ocupar una silla cercana a la mía. En el pequeño salón sólo estábamos Rubén, mi madre, Únax, yo y el propio Abdid. No sabía muy bien porque lo había exigido pero lo cierto es que no me encontraba cómoda al lado de Alazar por muy noble y leal que ahora fuese así que insistí sobre este punto. También lo hice jurarme que no diría nada a nadie. Podía parecer una desconfiada pero en lo relativo a mi familia, cualquier cosa era válida para protegerlos. No quería que cosas como las de Semjasé y compañía volvieran a ponernos en peligro mortal. Si es que no lo estábamos ya.

-¿Y bien?. Ya estoy sentado. ¿Y ahora qué?.

Bajé la mirada por un breve segundo. Temía que Únax se molestase por no habérselo contado antes. En cierto modo, me sentía avergonzada, como si no fuese merecedora de su confianza.

-Haya-levantó mi vista suavemente con su mano-, no has de temer.

Sus ojos seguían emitiendo chispas doradas. Me mostraban su confianza, su apoyo, su amor.

-Durante la batalla con el arconte, me dijo que estaba embarazada. En un primer momento no lo creí, tampoco mi madre o tu padre me dijeron nada pero, tras examinarme, han dictaminado que estoy embarazada

Se mostró pensativo durante un rato, rascando su barbilla, como si buscase la solución a algo, como si desease encontrar la forma de asimilar lo que estaba escuchando

Hubo un momento de tensión mientras todos-yo más que nadie- esperábamos su reacción. A punto estuvo de darme un ataque de pánico durante el parón técnico. Al fin, tras varios minutos, me miró de nuevo

- Con mi trabajo, nunca me había planteado ser padre, tampoco había conocido a ninguna mujer que me hiciese pensar en ello. Es más, si soy sincero, nunca pensé en tener hijos.

Me vine abajo. ¿Cómo no iba a hacerlo?. ¿Llevaba a un hijo dentro cuyo padre no quería?. ¿Qué iba a pasar ahora?.

Me levanté de mi sitio y sali fuera de la casa. La luz del mandala iluminaba mi rostro pero no mi corazón. ¿Qué coño iba a hacer ahora?. Mi cuerpo estaba envenenado, mi alma en peligro, mi hijo escondido y mi marido sin querer echarle cuentas.

-Mujer-Únax me tomó por la cintura-¿Cuándo aprenderás a esperar?.

-¿A esperar?.

-A que termine de hablar-intuí que sonreía tras de mí-. ¿Podrías darte la vuelta?. Te ayudo.

Me ayudó a girarme sabiendo él perfectamente que mi vergüenza era demasiada para querer hacerlo libremente

-Haya-me miró de nuevo-. Nunca me planteé tener hijos, jamás. Trabajo todas las noches, viajo de un lado a otro cada no mucho tiempo y, aunque yo no esté en caza y captura como mi padre algún día lo estuvo, no deseo esa vida para nuestro bebé.

Soy tu Oscuridad #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora