Capítulo Quince. Suite de Hotel.

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¿Un vampiro?. ¡Por favor! Debía de tratarse de una broma. ¿Qué sería lo siguiente?. ¿Unicornios de colores?. ¿Ositos amorosos?. ¿Extraterrestres de las Pléyades?.

-Te puedo presentar a algunos de los últimos si quieres-me sonrió Únax-.

Sabía que lo hacía por apoyarme pero yo estaba en shock de nuevo. ¡Un vampiro!. ¡Por favor!. ¿Qué hacía ese hombre al sol?. Y lo más importante, ¿cuándo comía?. Yo no quería estar en medio.

Salí de la cola sin pensar en el porqué. Estaba saturada de información. Vampiros, caminantes de sueños, creadores de mundos, yo enamorada de un caminante, mi madre casada con un vampiro. Tan sólo miraba al frente aunque una nebulosa de confusión me nublaba el camino. Qquería salir, buscar un lugar amplio y solitario y gritar, gritar mucho para paliar mi ira o lo que fuese que era lo que sentía.

-¡Haya!-Únax me tomó por el brazo. Estaba a punto de salir por la puerta, y darle explicaciones al guardia del control-.

Me giré para mirarlo. Estaba confusa, sobrepasada. Él me abrazó y me habló al oído.

-No debes tener miedo, Haya. Puede que no me lleve bien con Rubén pero jamás te harìa daño. Ni a tí ni a tu madre, ni a ningún ser.

-No puedo irme con vosotros, Únax-le susurré-. Todo esto me queda grande.

-Haya, si tú no vienes, me tendré que quedar contigo y eso traerá consecuencias nefastas para ambos.

-¿Cómo de nefastas?.

-Vendrán a interesarse del porqué de mi ausencia. No me harán nada porque conozco la ley lo suficiente como para saber cuando puedo saltàrmela pero te conocerán y descubrirán lo que eres.

-¿Y?.

-Te querrán en sus filas. Serás una caminante.

-¿Eso es malo?.

-¿Estás dispuesta a ver como la gente que amas se muere?. ¿A vivir quinientos años? . ¿A ver como este mundo se destruye a sí mismo?. Dejarás de comer, de dormir, de disfrutar de las cosas que tanto te gustan. Quiero que seas tú quien decida, no que lo hagas por obligación como yo lo hice.

-¿Y si me llevas a Roma no estaré igualmente expuesta?.

-No hay nada más seguro como la casa del enemigo. Allí es donde menos te buscará.

Hubo un segundo de meditación. Un segundo parecía corto pero bien aprovechado, era de gran utilidad. Confiaba en Únax, es más, lo amaba pero debía poner las cosas claras. Necesitaba saber toda la verdad aunque me asustase.

-Iré con una condición.

-¿Cuál?.

-Tú y Rubén me contaréis todo. Y todo significa saber hasta las horas en las que Rubén come.

-Te lo prometo, Haya.

-Entonces vamos.

Después del abrazo, todo el mundo nos miraba. Ahora sí éramos el centro de atención.

-¿Un mal presagio?-el guardia de la puerta alzó la ceja-.

-Mi esposa tiene miedo a los aviones-le indicó Únax-pero ya está controlado. ¿Nos vamos?.

Asentí con la cabeza con el "mi esposa "dando vueltas por mi cabeza. Nunca había soñado con casarme y eso que había organizado muchas bodas y lunas de miel en mi hotel. Los vestidos blancos y la gente llorando de emoción no eran mi fuerte pero escuchar de boca de Únax la palabra era alentador. ¿Significaría eso qué ya estaba preparado para relaciones amorosas? ¿O simplemente era una excusa para quedar bien con el chico de dos metros y cara de mala leche del arco de detección de metales?. Quizás fuese lo segundo.

Soy tu Oscuridad #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora