Capítulo Veintinueve. La Fiesta del Cordero

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-No me gustan los libros de ciencia ficción-comentó devolviéndome el libro-. ¿Nos vemos a las ocho?.

Asentí sin dar crédito a lo que había visto. El libro no la había atacado. ¿Estaría perdiendo sus poderes? ¿O sería qué ella también era una creadora?.

Me despedí de Laila como buenamente pude quedando en ir a su casa poco antes de las ocho.

-Buenas tardes, Haya.¿Preparada para el entrenamiento?.

Únax me saludaba como cada tarde preguntándome si estaba lista para indagar en el astral pero ese día yo tenía extrañas e intrigantes noticias que contarle. Quería saber porque Laila había tocado el libro sin que este se defendiese. Ansiaba contarle lo sucedido pero prefería que tomase contacto con ella antes para ver si veía cosas en Laila que yo no era capaz de percibir. Únax era habilidoso encontrando los dones de la gente. Contarle antes lo ocurrido podría de alguna forma hacerle ver cosas que no eran o probablemente también una decisión inconsciente por mi parte. Aún así, consideré que el riesgo era perfectamente asumible.

-Creo que hoy tenemos una cita en casa de Laila. Es la fiesta del cordero y nos invitan a cenar en su casa.

La fiesta del cordero era considerada en el mundo islámico como una de las más importantes celebraciones. No en vano, su traducción literal era "la gran fiesta". Cada familia sacrificaba un cordero, en memoria del sacrificio que Abraham había hecho a Dios y a parte de una ocasión para encontrarse con la familia y allegados, era también sinónimo de generosidad hacía los demás.

En la casa de mis abuelos, en Marrakesh, no eran creyentes pero sí celebraban con gran alegría aquellos días cuya fecha variaba cada año en función de la luna llena. También hay que decir que el hogar de mi madre,no se comía cordero sino tofú, seitán, verduras....

-¿Tienes pensado comer cordero siendo vegetariana?.

-¿Y tú tienes pensado comer algo?.

No había calibrado el hecho de que debería comer a aquel animalito que habían sacrificado por pura cortesía atentando contra mis propios principios pero no había tenido salida a la hora de aceptar o no la invitación y el hecho de que se acordasen de nosotros me había llegado al alma. Esperaba que no me diesen de comer la cabeza.

-Es bueno para nosotros socializar, Haya. Siento que tenga que ser en una fiesta donde la verdura puede que brille por su ausencia. Me alegro de veras.

-¿Sí?.

-Sí.

Nos preparamos para visitar a la familia de Leila. Vincenzo también iría con nosotros. Su árabe había ido adquiriendo fluidez y trataba de esconder el acento italiano de una forma extraña pero eficiente que podría ser perfectamente atribuible a una timidez por su parte.

-Buenas noches, familia-nos saludó Leila-.

Su casa estaba repleta de gente que iba de un lado a otro. Muchas de las mujeres me eran conocidas pero algunas era la primera vez que las veía. Por no mencionar a sus maridos. Ellos siempre estaban ocupados haciendo otras cosas mientras las mujeres nos juntábamos

-Buenas noches, Leila. Gracias por invitarnos-le agradecí-. Ya conoces a mi padre, Abdel y este es Mohammed, mi marido.

-Me alegra conocerte al fin-sonrió ella-.

Observé muy detenidamente la reacción de Únax-ahora Mohammed- para intentar discernir qué estaba pasando por la mente de él, si estaba viendo algo interesante en Laila. Se limitó a sonreír y estrecharle la mano a mi amiga. Empecé a ponerme nerviosa. ¿Y si el libro estaba dejando de funcionar?.

Laila nos presentó a su marido, un hombre agradable que probablemente hubiese sido hermoso en sus tiempos jóvenes pero estos tenían pinta de haber pasado hacía mucho tiempo. ¿Por qué Laila se casaría con aquel hombre tan viejo siendo ella tan bella y agradable?. De las otras mujeres me lo esperaba pero de ella, no. Parecía la más abierta y sensata de todas.

En cuando a la cena, hice todo lo que pude para comerme el couscous y las verduras que servían y pasarle a Vincenzo todo el cordero que me habían servido. Fue una labor difícil pero exitosa y la gente creyó que me había comido un enorme trozo del animalillo sacrificado. Nada más distante de la realidad.

La velada se prolongó hasta bastante tarde. Todo el mundo parecía disfrutar enormemente pero yo me encontraba con la mosca detrás de la oreja por todo lo acontecido y no era la única. Únax hablaba con los hombres y se reía de sus anecdótas pero su mente parecía distraída. Hablaba con Rubén. Estaba segura.

Cuando por fin logramos llegar a la casa, fue el momento de intercambiar nuestras impresiones.

-Tengo algo que contarte-me habló Únax-.

-¿De qué se trata?.

-Tu amiga Laila. Sé que te dije que había muy pocos creadores de mundos pero ella....

-Tiene el don.

-¿Te lo ha dicho ella?.

-¡Por supuesto que no!. Sospecho de que ni siquiera sabe lo que es pero esta tarde, mientras leía, ella apareció y me arrebató el libro. Temí por nuestro futuro en Chaouen, incluso pensé que tendríamos que salir escopetados después de que el libro la atacase pero no pasó nada extraño. Cogió el libro, leyó unas páginas y después me dijo que no le gustaba la ciencia ficción. Me quedé atónita como comprenderás pero no quise decirte nada hasta que no la conocieras. No quería que fueses influenciado.

-Lo que me resulta extraño de todo esto no es que Laila sea una creadora, se conocen pocos pero estoy seguro de que existen muchos mas en el mundo. Lo que me choca es que no sueñe, no la ataquen, no tenga ninguna clase de pesadilla.

-¿Por qué sabes eso?.

-Porque si lo hiciese, un caminante de sueños debería estar protegiéndola y no es el caso.

-¿Qué ha dicho Rubén de todo esto?.

-¿Ahora tú me lees la mente?.

-En absoluto. Sé cuando estás hablando con él. Pareces abstraído.

-Buena observadora-sonrió-. Está indagando en los archivos de la orden. Quizás sus atacantes ya hayan sido eliminados o aún no ha sido objetivo de ninguno de ellos. Siendo una creadora, esto último no podría ser muy real. He de decirte que, a partir de hoy, tienes una nueva misión.

-¿Averiguar por qué Laila no sueña?.

-Averiguar todo lo que sea posible sobre su sueño. Yo seguiré en contacto con Rubén. Tenemos la noche entera por delante para establecer teorías diversas.

-¿Podrías decirle si es posible que Giulia venga a visitar a Vincenzo?. Me parece que está triste y bueno, con una excusa excelente, ella podría estar aquí con él de nuevo.

-Se lo diré. ¿Hora de acostarse?.

-Ha sido un día largo-admití-.

-Me gusta el agua de rosas que te echas antes de acostarte.

-Sí. Creo que me haré fan de la cosmética marroquí. Hay remedios para cualquier preocupación de belleza y todos naturales.

-Tú no necesitas preocuparte por tu belleza. 

-¿Ah no?.

-No. Eres perfecta tal y como eres.

-Rubén puede esperar, ¿no?.

-¿A qué?.

-A que mi marido Mohammed me haga el amor.

-Por supuesto que puede esperar.

Y allí nos desnudamos, liberando nuestros cuerpos de la ropa y nuestra mente de las preocupaciones y es que cada día que pasaba, más y más problemas se sumaban a nuestro más que cargado bagaje.

Al menos mientras Únax besaba mi cuello, mientras entraba dentro de mí, mientras acariciaba mis pechos, mientras nos entregábamos el uno al otro, el bagaje se hacía tan liviano que ni existía.

Un remanso de paz al fin....

Soy tu Oscuridad #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora