Capítulo Catorce. Pan Horneado, Colas de Aeropuerto

1.3K 199 8
                                    


Sonrió y después de tomarme de la cintura, plantó sus labios en los míos. Fue un beso dulce, casi imperceptible pero un beso que nadie logró interrumpir, ni siquiera nosotros mismos.

-"¿Cómo no besarte, Haya si ya formas parte de mí?".

Las palabras que Únax me había dicho mentalmente cuando me besó, se habían grabado en mi cabeza.

Un arconte quería matarme, el chico que me gustaba mataba arcontes y estaba en una orden extraña, había partes como la relación con Rubén que aún no me cuadraban pero con amor y mucha harina todo podía superarse. Así lo decía mi abuelo y en aquel momento, teníamos ambas cosas.

-Así, Únax-le explicaba mi abuelo-. Los movimientos a la hora de hacer pan, son muy importantes aunque no lo parezcan. En ellos radica la diferencia entre un buen leudado o uno excelente.

Hacer pan con mi abuelo era familiar para mí. Mi afición preferida de la infancia. Las noches de Reyes, cuando todos los niños esperaban impacientes por sus regalos, mi abuelo, sabiendo que no éramos inmunes a los nervios que precedían a los regalos, nos bajaba a su taller y nos enseñaba a hacer roscones de Reyes, una delicia de origen árabe dicen con aroma a agua de azahar y con frutas escarchadas por encima. No era fácil hacerlo, por eso Jordi, siempre tenia la masa preparada por si acaso. Cuando daban las cuatro de la mañana, solíamos estar tan rendidos, que nos acostábamos sin rechistar dándole tiempo a nuestros padres para colocar los regalos. Estoy segura de que éramos los niños que menos madrugábamos de toda la isla.

-Me has traído a un buen aprendiz, Haya-me dijo mi abuelo cuando metimos al horno la última tanda de bollos y pan-. Buen trabajo, Únax.

-Gracias, Jordi.

-Ahora solo queda esperar a que se haga el pan.

-Mi nieta está reclamando ya una copa de vino. Si me disculpas, vuelvo en un minuto.

-Yo iré, abuelo-le dije-. No te molestes.

-Está bien. Solemos beber vino mientras se cuece el pan....-le iba diciendo Jordi a Únax-.

Seguramente a Únax no le iba a hacer demasiada gracia que yo bebiera vino pero no eran muchas las ocasiones en las que podía disfrutar de la compañía de este. Y Jordi tenía los mejores vinos en su despensa. Otro factor de importancia.

Fue una velada estupenda donde ví reír a Únax con las batallas de mi abuelo y viceversa. A la mañana siguiente, salimos de la casa cargados de bollos como de costumbre y sin dormir pero felices.

-Muchas gracias por tu hospitalidad, Jordi-le agradeció Únax-.

-Gracias a vosotros. Podéis volver siempre que queráis.

-Se me olvidó comentarle una cosa.

-Dime.

-Eso que tú crees que ves, es cierto. Ella no te ha abandonado porque su amor es tan grande que aguarda por tí.

Unas lágrimas cayeron de los ojos de mi anciano abuelito. Me dió tanta ternura que me abracé a él.

-Sois los dos una bendición-nos dijo-. Volved pronto.

Nos fuímos alejando por la playa donde, milagrosamente, recuperamos nuestra ropa aunque un poco llena de arena.

-¿Realmente mi abuela está con él?.

-Sí, nunca se marchò. Hay almas que se quedan aquí esperando para cruzar al otro lado con las personas que aman. No son muchas pues no todas tienen el valor de hacerlo, corren el peligro de convertirse en desencarnados. Pero el amor que unía a tu abuela con Jordi es muy poderoso. Ella no corre peligro.

Soy tu Oscuridad #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora