Capítulo Seis. Ágatas

810 114 7
                                    

-¿No nos libraremos de entrenar ni un sólo día?.

-Órdenes de Jonan. Hay que probar si tus habilidades se han recuperado. Aún no sabemos a que nos podríamos enfrentar para salvar nuestras vidas.

Para salvar nuestras vidas....

Siempre la misma batalla, siempre la misma historia. ¿Podríamos simplemente ser felices?.

-Podréis-me habló Jonan-pero no si no adquirís las herramientas necesarias.

-¿Me estás leyendo el pensamiento?.

-No te imaginas lo alto que piensas, Haya.

¿Lo alto que pienso?. Ví a Únax reírse. Él también me había dicho en alguna ocasión que pensaba muy alto y pareció qur este hecho confirmó su teoría.

-¿Vamos a tardar mucho?-pregunté molesta-.

-El tiempo necesario-me informó mi compañero de piso pleyadiano-.

En los últimos minutos había estado tratando de convencerme a mí misma de que Leila discutía con Jonan por sus propias diferencias pero en aquel momento, pensé si no sería un ser insoportable como mi amiga afirmaba. Él me miró, sabiendo lo que estaba pasando por mi mente pero no me importó. Una cosa era que leyera mis ideas y otra que no tuviera la libertad de poder pensar lo que se me antojaba.

Después del encuentro con Jonan, nuestra relación fue más áspera aún si cabe pero no sólo conmigo sino también con el resto. Él se encerraba en su habitación después de los entrenamientos y se negaba a socializar con todos nosotros cuando nos sentábamos en el salón de la casa a hablar por las noches. Curiosa y sorpresivamente, el único capaz de entablar conversación con él, era Vincenzo.

Lo conocía demasiado bien para saber que intuía que algo pasaba entre Leila y Jonan pero también como para saber que su naturaleza le impedía dejarlo a la suerte de la incomprensión a pesar de que este estuviese enamorado de su propia novia.

-¿Cómo te encuentras, Leila?. ¿Ha sido un día duro?.

-No-sonrió-. Parece que desde que la orden se desmoronó, las personas de este planeta son más amables. Pensé que nunca verían eso mis ojos pero la calle, las plazas, todo parece diferente, más bello y más calmado. Deberías salir un poco, Haya. Sería interesante que vieses por tí misma el resultado de tus acciones.

-No son solo mis acciones, Leila. Todos colaboramos, incluso aquí en la Tierra, sin saber o intuir nadie nada, fueron capaces de hacer un gran trabajo. Ya sabes, las cosas no cambiam mágicamente de la noche a la mañana.

-Lo sé. Es por eso que supongo que algunas organizaciones y el sistema monetario aún no han caído pero están más cerca de hacerlo de lo que creemos.

-¿Organizaciones?.

-Las iglesias por ejemplo aún siguen dando misas a aquellos pocos que piensan que este cambio es una antesala del apocalipsis.

-Curioso lo que a cierta gente le cuesta ver la verdad ante sus ojos. No obstante, si a ellos les sirve para calmarse, no serè yo quien se lo impida.

-Muchas costumbres aún están entre nosotros. Cambiando de tema, ¿Habéis descubierto algo?. Ya sabes. Me refiero al tema de.....

-¿La ponzoña?. Se que te resulta incómodo hablar de ello, Leila-le cogí la mano-pero a parte de viajes astrales, meditación, sanación y creación de mundos, no hemos avanzado demasiado. Al pasado aún no hemos viajado. Quizás eso sea lo próximo-puse los ojos en blanco-.

-Al pasado....-Vincenzo, que venía de su charla nocturna con Jonan, apareció sentándose a nuestro lado-. ¿Puedes hacerlo?. ¿Viajar al pasado?.

Soy tu Oscuridad #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora