Capítulo Once. Buceo

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-¿Un paseo entonces?.

Asentí con la cabeza. Esa tarde, me quedé con ganas de dos cosas. Una de saber lo que era un caminante de sueños, la otra, de volver a ser besada por Únax.

Esa tarde, aprendí una cosa nueva. Ya sabía lo que eran las mariposas del estómago.

-Es un poco cansino que la playa esté siempre atestada en verano-me comentó mientras caminábamos-. La suciedad que traen los veraneantes me quitan las ganas de pisarla.

-Es verdad. Suelo caminar mucho por la arena en invierno pero en verano me cuesta. La gente deja sus bocadillos abandonados por la orilla. ¿Qué asco?.

-¿Te da asco eso?. Es decir, no es que sea muy limpio pero hay cosas que dan más asco.

-¿Más que el pan mojado flotando sobre la orilla?. No creo.

Únax me miró un poco incrédulo al principio pero después acabó muerto de risa. ¿Tan absurdo era?.

-Eres muy peculiar, Haya.

-Tú lo eres más. Te recuerdo que no duermes y no se porque.

-Te lo diré si eres capaz de encontrar una playa donde no haya apenas nadie.

-¡Vamos!-lo cogí del brazo pars tirar de él-.

-¿A dónde?.

-A por mi Vespa obviamente.

-¿Tienes una vespa?.

-Por supuesto y además se de una cala en la que nunca hay nadie. La gente suele ser algo vaga y lo de caminar no lo llevan bien. Prefieren lo que está al alcance de la mano aunque mejor para nosotros o al menos para mí, ¿no crees?.

No lo vi muy convencido cuando vio la vieja Vespa rosa chicle que hacía al menos tres años no conducía aparcada en el almacén del hotel. Por supuesto, me acordaba perfectamente de cómo se hacía pero la cara de pánico de Únax fue un poema.

-¿De qué te asustas?. Estoy casi segura de que eres inmortal y aunque no lo fueras, no ibas a morirte por mi culpa.

-Deja de decir tonterías, Haya. No tengo miedo.

-Cómo tu digas. ¿Nos vamos?-le tendí un casco de moto-.

Lo cogió de mala gana para subirse detrás de mí en la moto. Podía sentir el tacto de sus manos sobre mi cintura. Este hecho me descolocó un poco, más bien me puso un poco nerviosa pero debía centrarme en la carretera o estaría aguantando a Únax media vida sobre mis habilidades al volante.

La carretera de costa que llevaba en parte hasta la cala que tenía en mente, era preciosa, como toda la isla. El viento cálido con olor a pino rozaba mi cara trayéndome a la mente recuerdos de infancia que ya creía olvidados. Siempre iba a visitar a mi abuelo en moto. Ninguno de mis hermanos se atrevía pero yo era la única que insistía en irme con él mientras el resto iba en el coche de mi madre.

-Hemos llegado-anuncié una vez llegamos a un aparcamiento atestado de coches de turistas provenientes de medio mundo-. ¿Ha sido para tanto?.

Se bajó rápido de la moto. Sí, había sido para tanto.

-¿Esta es la playa tranquila?.

-No-le informé mientras áseguraba la moto con el candado a un barandilla-. Te dije que había que caminar. Es por ahí.

Lo guié a través del sendero por el que mi madre y Rubén habían ido el día que se casaron, el camino que llevaba a casa de mi abuelo Jordi. Seguramente estaría pescando, como siempre, a pie de la playa donde vivía.

-No es un camino largo pero hay que saber por donde ir. Mi abuelo se las ingenió, con el boom de turistas para modificarlo. Si no lo conoces, crees que se acaba justo aquí-señalé un camino que bajaba por un acantilado-. Es una cala atractiva pero demasiado transitada o no. Recuerdo como Hadid tuvo un trauma infantil al ver allí a una pareja desvirgándose siendo él aún niño. Aunque ahora ya no hay esa intimidad. Es por aquí.

Salté la verja que parecía indicar el final del camino y llevé a Únax por terreno arenoso hasta que llegamos al antiguo camino, el verdadero. Después de media hora, la playa de Jordi como mi madre la llamaba se abrió ante nuestros ojos. Como predije, tan sólo se veía un par de cañas de pescar a lo lejos. Jordi y su amigo charlaban.

-Es precioso, Haya-dijo Únax-.

Casi eran las pocas palabras que había logrado decirme o podido más bien desde que salimos de Ciudadella. Me había pasado medio viaje parloteando, contándole y enseñándole cosas como una niña chica.

-Tenías razón, Haya. Está desierta.

-Ya puedes disfrutar de ella-dije-.

Me quité el vestido. No sabía el porqué pero aquel día me había puesto un conjunto interior que más bien parecía un bikini que unas bragas y un sujetador.

-¿Qué haces?.

-Ir al agua-sonreí mientras echaba a correr hacia el mar-. Deberías hacerlo tú también.

-No tengo bañador.

-¡Tampoco yo!-grité casi en la orilla-.

El dulce, salado y calido Mediterráneo me recibió con los brazos abiertos. ¿Cuánto hacía que no me bañana en aquella playa?. ¿meses?. Quizás algo más de un año. Buceé bajo las aguas, disfrutando del momento, siendo libre hasta que me topé con un obstáculo. Abrí los ojos. Era Únax.

Salí de nuevo a la superficie. Estaba en frente de mí, mojado, mirándome.

-¿Has encontrado tu bañador?.

-He reciclado la ropa interior al igual que tú.

-Esa es la actitud-le guiñé un ojo-.

Me cogió por la cintura de nuevo, en un acto instintivo diría yo y me acercó aún más a él.  Podía oler su perfume, inquebrantable aún después del baño de salitre. Sus ojos, sus facciones, todo en él era hermoso.

-Eres preciosa, Haya.

Sentí una especie de mareo estuvo a punto de invadirme cuando casi deposita sus labios sobre los míos. Al fin iba a hacerlo, al fin nos besaríamos.

-¡Haya!-una voz femenina me reclamaba desde la orilla-. ¡Haya!.

Fijé mi vista en la arena. Era mi señora madre.

¡Oh mierda!. ¡Joder, Helen!. ¿No ves el futuro?. ¿Por qué me interrumpes?.

-¡Mamá!-saludé falsamente-.

Únax, sin embargo, no me soltó. En su lugar, me dió un tierno beso en la frente. Después acudió al encuentro con mi madre.

-¡Qué bien verte por aquí, Únax!. Ven, te presentaré a mi suegro, a uno de ellos. Ya sabes. ¿Te gusta la pesca?.

Mi madre odiaba la pesca y yo, en aquel momento, casi a ella.

¡ay, mamá!.

¡No seas impaciente, Haya!. Todo llega en el momento exacto.

¿Te estás metiendo en mi mente?.

Tú me has llamado.

¿En qué momento llamé a mi madre?. ¡Qué más daba!. Sumergí la cabeza de nuevo bajo el agua. Más me valía relajarme.

Soy tu Oscuridad #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora