Capítulo Veintitrés. Chaouen

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Nos cogimos de la mano y por primera vez desde que todo había empezado, caminamos por la calle como una pareja normal. Sin importarnos nada, siquiera el peligro que nos acechaba. Ya habría tiempo para ello....

-Signorina, Únax-la voz de Vincenzo nos sorprendió a nuestras espaldas-.

Dí un brinco de la sorpresa. ¿De dónde había salido aquel hombre?.

-¿Sí, Vincenzo?-pregunté inocentemente-.

-Sé que desean estar juntos pero no pueden escapar sin avisar. He prometido a Rubén qué os protegería y si no colaboráis puede ser un poco difícil.

Vincenzo era tan grande y a la vez tan peluchito que la bronca que nos echó supuso un antes y un después. Era un solete, como su canción preferida pero estaba claro que se tomaba las cosas en serio y nuestra huída no le había gustado ni lo más mínimo.

-Cuando queráis pasear, avisadme-nos comentó ya en el hostal-. Soy grande y corpulento pero no olvidéis que soy un mafioso, puedo ocultarme donde sea y esconderme en cualquier lugar. Vosotros sois mis protegidos y os defenderé de quien o lo que sea pero debéis colaborar, ¿capicci?.

Nos sentimos Únax y yo, como dos adolescentes siendo regañados por su padre hasta el punto que llegamos a pensar que lo éramos.

-¿Crees qué somos unos irresponsables?-le pregunté a Únax ya en la cama-.

-Nunca el amor fue responsable, Haya. Aún así, no lo hemos sido. En todo momento estoy en contacto con tu madre. No hay peligro. Al menos, ahora.

Salimos bien temprano rumbo a Algeciras. Apenas eran cuatro horas de viaje desde Badajoz o incluso menos pero la tediosa autopista que iba desde Sevilla a Càdiz se me hizo eterna. No se si era la rectitud o las ganas que tenía de poder visitar ambas ciudades y no poder pisar ninguna de ellas. Para una vez que viajaba en verano....

-Pararé un segundo con el coche a recoger unas cosas- informó Vincenzo. Supuse que iba a recoger nuestros pasaportes falsos-. No os bajéis del coche. Si necesitáis algo, tocad el cláxon tres veces seguidas. ¿De acuerdo?.

-Sigue enfadado-le dije a Únax cuando se fue-.

-Creo que siente su confianza traicionada pero se le pasará. En el fondo es como un niño con los que le caen bien.

-¿Has estado indagando en su mente?.

-Sólo un poco. Entiende que no puedo estar tranquilo confiando nuestra seguridad en un desconocido por muy amigo de mi padre que sea. Es el instinto de supervivencia que la vida me enseñó desde bien pequeño.

-Te entiendo. Yo soy buena gente. No hace falta que cotillees.

-Nunca lo hago aunque cuando empecé a vivir en tu casa y me hablabas expresamente para insultarme, te escuchaba.

Enrojecí de súbito. ¡Con las cosas tan indignas qué le había dicho!. ¡Por favor!.

-No te avergüences, Haya. Entiendo que no fue una situación cómoda para tí.

-¡No lo fuè porque eras un borde que se mostraba agradable con todos menos conmigo!.

-Puede será-sonrió-pero ya sabes el porqué de mi comportamiento.

-Lo sé. Una duda, Únax. Si puedes leer la mente de la gente , ¿por qué no lees la de Alazar?. Así podríamos saber sus intenciones, adelantarnos a sus planes o denunciarlo a la orden.

-Difícil cuestión. No puedo leer su mente porque él también podría leer la mía y esi es peligroso para nosotros. Cualquier fallo, cualquier descuido, cualquier mínimo rastro mío que dejase, podría darle la pista para investigarme. A través de nuestras esencias, puede descubrirse mucho y en eso, él es experto.

Lo de la orden, lo pensamos Rubén y yo pero queremos protegerte y hemos pensado que, a no ser que tú pienses lo contrario o sea de extrema necesidad, no dar parte de ello pues, como te dije,entrarías a formar parte de ella sin poder elegir si es o no tu deseo.

Sin duda era un horror no poder tener capacidad de elección, tener que abrazar una nueva profesión sin poder dar marcha atrás en ningún momento. Prefería preparar tostadas y regentar mi hotelito, al que tanto adoraba. ¿Qué sería de él mientras estaba fuera?. Sabía que Rubén y mi madre se ocuparían de ordenar el servicio y ocultar las razones de mi huída pero, ¿sabrían llevarlo sin perder la esencia? ¿ y no resultaría raro qué Únax y yo desaparecieramos al mismo tiempo?. Casi prefería no preocuparme, ¿para qué? ¿para sufrir vanamente?. No sabía cuando volvería. Podría ser en una semana o en un mes.

Pasaportes conseguidos, cruzamos el estrecho con la imponente y mágica figura del continente africano frente a nosotros. La maravillosa, luminosa y especiada África que tan profundamente guardaba en mi corazón, cuya sangre fluía por mis venas. Me emocioné, no pude evitarlo. El temblor producido por dicho sentimiento, me duró hasta que llegamos a Chaouen, el pueblo más azul del norte de África, casi al atardecer.

-Esta es a partir de hoy, vuestra casa.

Vincenzo abrió las puertas de una casita de dos plantas situada en mitad de la medina muy coqueta y, sobretodo, muy marroquí.

-Ahora, antes de que descanséis o hagáis cualquier otra cosa, debéis atender claramente las instrucciones dadas por Rubén.

Desde el momento en que habéis puesto un pie en esta casa, sois un matrimonio joven de Marrakesh. Sois los señores Alkauzar y vuestra intención es llevar una vida tranquila lejos de la ciudad roja. Mañana Únax empezará a trabajar en un café de la plaza del pueblo, tú, Haya, serás la perfecta esposa y yo, tu padre,viudo seré un pintor que venderá sus cuadros a los turistas con tal de contribuir a la economía familiar y olvidar así la ausencia de mi esposa.

-¿La perfecta esposa?-pregunté ofendida-.

-Sé que estás acostumbrada a hacer las cosas por tí misma pero ahora mismo, estás en peligro y necesitas no llamar la atención y eso incluye ponerse el pañuelo para salir a la calle.

¡Puto coñazo!. Las mujeres de mi familia llevaban generaciones sin usar el velo, sin seguir más preceptos que los suyos propios y ahora, de vuelta a Marruecos y creyendo que viviría una especie de luna de miel, me veía cocinando, fregando y reuniéndome con las mujeres para hacerme tatuajes de Henna. ¡Qué difícil iba a ser aquello!.

-Haya, es algo temporal-me acarició el pelo Únax-. No estoy de acuerdo con esto pero Vincenzo tiene razón. Es mejor no llamar la atención. Lo sé demasiado bien.

-¿Muchas huídas?.

-Más de las recomendadas.

Acababa de llegar a Marruecos y estaba contenta por estar allí con el hombre que amaba y a salvo pero echaba de menos mi libertad.

Y esto sólo acaba de empezar...

Soy tu Oscuridad #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora