Prólogo

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23 de enero de 2014
-¡Jolie espera! -grité sin saber que pasaba.

Mi hermana corría por el pasillo con lágrimas en los ojos y el teléfono en la mano. Acababa de llegar de la universidad y las piernas me mataban, no pude seguirla con tanta voluntad. Pero estaba eufórica por haber bordado el examen de matemáticas.

Cuando llegué a su habitación, la puerta estaba cerrada con llave. Toqué varias veces y los quejidos que traspasaban la madera ya me hacía imaginar muchas cosas. La euforia se iba disipando a cada segundo. Cuando me cansé de toquetear en la puerta, esta se abrió y mi hermana me abrazó con fuerza. Sus ojos hinchados y las lágrimas que rodaban por sus mejillas me tenían a flor de piel y pronto mis ojos se cristalizaron y la vista se me nubló.

-¿Qué ha pasado Jolie? -le pregunté cuando su pecho dejó de subir y bajar salvajemente, mientras acariciaba su melena rubia como la mía.

Se incorporó y me señaló el teléfono con las manos temblorosas, sus ojos se inundaron nuevamente en ése líquido salado.

-Anna, mírame por favor-musitó con la voz quebrada-, sé que será difícil, lo será.

-¡Jolie, dime! -grité empezando a preocuparme más que hace un instante. Las manos me comenzaron a temblar.

Me guio hasta el interior de su habitación y nos sentamos en su cama. Me tomó las manos y comenzó a llorar nuevamente. Sentí que el corazón se me quería salir del pecho antes de la noticia.

-Ellos...

-¿Ellos quien Jolie? -parecía desesperada en ese momento. Lo estaba, la ansiedad y el dolor se acumulaban en mi pecho sin ningún reparo.

Me abrazó nuevamente. Si no eran mis padres, no..., no entendía el motivo de tanto dolor. Nuestros padres son la única familia que tenemos.

-Son ellos, ¿verdad? -mascullé con la voz ahogada por las lágrimas que me asechaban-. ¡Dímelo! -exigí

-Mamá y papá, ellos..., ellos han fallecido en un accidente que hubo en la autopista, Anna-Su voz parecía un carraspeo y su rostro se tornaba color carmesí.

Mi corazón se quiebra. Nuestros padres habían salido en un viaje vacacional. No puedo creer que hayan tenido un accidente. Son lo que más quiero en mi vida, son la razón por la que yo sigo viva. Esto no es justo, ¡no lo es! Comienzo a sentir que me ahogo en mis propias lágrimas nuevamente y cierro los ojos. Rezo para que sea un sueño que se irá con un simple pellizco. Pero no, no lo es. Mi hermana sigue llorando descontroladamente y yo siento que ya no soy nadie.

-¿Cómo pasó? -le pregunté con voz lánguida. No podía soportar el peso del dolor.

Ella me sostuvo entre sus brazos y ahora era quien me estaba consolando. Me besaba en la sien y me acariciaba la melena con sus manos delicadas y suaves como terciopelo.

Tragó saliva.

-La persona que me informó dijo que ellos..., ellos iban por la autopista de manera tranquila. Un auto se les quiso adelantar, papá perdió el control y acabaron colisionando contra un camión que transportaba balones de gas inflamable-Soltó un quejido y yo me mordí el labio para contener más de esas lágrimas cargadas de dolor-, no quedó nada, ni sus cenizas Anna. Nuestros padres, nuestra única familia desapareció en menos de un minuto.

Se echó a llorar y apoyó su cabeza llena de vueltas rubias en mi regazo.
Puede que papá tuviese uno que otro problema con la bebida, pero era nuestro padre y nada lo cambiaría. Cuando logró reconciliarse con mamá después del revuelo de Noche Vieja, pasó esto. Espero que no haya estado ebrio en ese momento, bueno, aunque ya nada importaba si no podía tenerlo, aunque sea embriagado.

Ahora Jolie y yo estábamos solas en el mundo. Ella ya trabajaba, pero yo aún seguía estudiando Economía en la universidad. Mi madre fue quien incentivo en mí las ganas de tener un futuro. No dejaría la universidad, pero de seguro decaería por todo esto.

Estaba desgarrada. No podría despedirlos como se merecían que fuera. No quedó nada de ellos. Solo quedan los recuerdos, tantos y pocos que abarca nuestra pequeña casa llena de retratos y momentos que vivimos juntos.

Me aterraba y me aterra, el hecho de no volver a verlos, de escuchar las reprimendas de mi madre y los chistes absurdos de mi padre. Eso me aterra, tengo que vivir de ahora en adelante con ello. No sé si podré hacer algo o planificarme si mi madre no está ahí para guiarme y mi padre no está a mi lado para decirme que soy fuerte y que puedo realizar cualquier objetivo que me plantee.

-Esto es horrible Jolie. No me lo puedo creer-me cubrí el rostro negro por el rímel estropeado con ambas manos.

Sentí en ese instante el calor familiar de sus brazos.

-Jolie, te amo. No sé qué me haría sin ti. Eres un muro de ladrillos del que sostenerme en toda esta tragedia.
-sollocé y ella me abrazó con más fuerza.

-Y tú eres mi protegida. Eres la perla que esta ostra debe proteger de las manos equivocadas. Mamá me pidió que siempre te cuidara y así lo haré-replicó en tono dulce. Aunque el dolor se evidenciaba en sus palabras.

Todo se cae, todo se quiebra, todo. Me siento una escoria desde hoy hasta el fin de mi existencia. No sé si en algún momento me recuerde que estaba exagerando al rebajarme a este nivel en que me creo una escoria. Pero ahora lo soy, una escoria por todo lo que ha pasado. Por insistirles a mis padres que se fueran de viaje y que disfrutaran, no disfrutaron, no lo hicieron. Nadie disfruta de la muerte.

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