Capítulo 42

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Narrado por Anna

6 años después.

Winchester, Hampshire.

La madre de Nicholas, una mujer de buenos modales y refinada en todos los sentidos, ha tenido el placer de venir a Winchester, a conocer a sus dos nietos. Mi pequeña Jane Elizabeth cumplirá la semana entrante seis años, y el pequeño Hindley, tiene pocos meses de vida, pero por ello no es menos importante en nuestras vidas. Fenarda, una hermosa jovencita de casi ocho años, se acerca hasta el sillón en el que me encuentro, con Hindley en brazos, y le acaricia la cabecita con una tierna sonrisa.

-Mi primo es tan pequeño, tía Anna -dice mientras se acaricia el cabello naranja, que le cae en bucles más allá de sus hombros.

-Lo es, cariño. Hindley nació hace aproximadamente ocho meses.

Jane Elizabeth entra en el salón corriendo detrás de su gata Litbell, y la llamo para que siente a mi lado, en su pequeño sillón, y deje en paz al pobre animal. Me pide que le peine el cabello, como acostumbra, y la Sra. Jefferson toma a Hindley con gusto. El cabello de Jane es rubio, pero, aun así, no tanto como el mío. Sus ojos son verdes y sus pequeñas facciones tienen semejanza con las de Nicholas, y el pequeño Hindley, es muy parecido a mí.

-¿El tío Morgan vendrá, mamá? -indaga mi hija. Su inglés es más marcado que el de cualquiera en esta habitación.

-Tengo fe en que llegará dentro de poco -respondo, y sigo peinando su cabello largo y ondulado como el de su padre.

En la tarde toda la familia y amigos allegados, se encuentran en la casa. Jolie y Stefan han hecho una pasta excelente, y una botella de Banyuls no se ausenta en nuestra mesa, junto a los refrescos y otros canapés para los niños. Compartimos entre risas, mientras Morgan se las ingenia para hacernos reír. Me tranquiliza que haya encontrado compañía, y que su novia, Clarise, sea alguien tan buena. Sharon ha venido con sus dos hijos, Violeta y Lloyd, y Louisa con Hilary, quien ya no es precisamente pequeña. Miro en derredor y sonrío. Me siento venturosa al saber que somos una gran familia disfrutando de la compañía. Recuerdo las cenas de Noche Vieja con mis padres y hermana, o los días de cumpleaños en la familia, pero se siente uno más cálido rodeado por esta gente, que por recuerdos del pasado. Todos tenemos una historia; hemos pasado por cosas difíciles, las hemos enfrentado, y aquí estamos. Sonreímos y dejamos el pasado atrás, para sembrar semillas que darán frutos en el futuro, mientras vivimos el presente.

Cuando la tarde cae y el aire se enfría aún más de lo provisto, salimos a la terraza, y nos sentamos a hablar alrededor de una hoguera que calienta nuestros cuerpos congelados por la ventisca. El cielo matizado de rosa y naranja, comienza a tornarse violeta, y la luna pálida como nube, hace su aparición en el claro. Nick tiene a Hindley en sus brazos, bien abrigado. Es incapaz de posar su mirada en otra persona que no sea nuestro hijo, y Jane Elizabeth, se abraza a mí, pidiéndome que le sirva un poco de chocolate caliente, y así lo hago.

-¿Planeáis volver a Estados Unidos? -pregunta Violeta, la hija de Sharon.

-Bueno. Pensábamos volver para principios de enero -dice Jolie, mirándome. Sé a lo que se refiere, y el alma se me agrieta un poco-. Se cumple otro aniversario de la muerte de nuestros padres.

-Claro -murmura la chica como si hubiese dicho algo malo.

-Tranquilízate, Violeta -le pido con una sonrisa, y ella asiente. Su cabello rojo fresa escondido bajo su gorro, se mueve contra una suave brisa.

Después de un rato de conversación, en el que bebimos chocolate y escuchamos un poco de música de la radio, cuando todos comienzan a entrar en la casa, Jolie me acompaña fuera del cerco de la casa, para decirme algo en privado. Y, aunque quiero negarlo, sé que está vinculado a Bridget. La he perdonado por su crueldad y falsedad, pero no olvidaré lo que me hizo en mi vida.

-¿Qué tienes que decirme? -le pregunto curiosa, y un poco afligida al saber que se trata de una persona a la que consideraba «amiga».

-Bridget ha desaparecido, y lo último que se sabe de ella, es que dio a un bebé en adopción hace unos años, justo antes de esfumarse. Y además, que este está internado en un orfanato nombrado Hillwernt -dice Jolie en voz baja, para que nadie escuche la conversación.

-¿Entonces estaba embarazada? -pregunto sin poder creerlo todavía.

-Exacto. Y según me dijeron, ese pequeño es hijo de Nicholas -susurra con recelo, y casi siento que el clima frío, cuartea mi piel por debajo del abrigo.

-¿Nicholas y Bridget tuvieron un bebé?

-No estoy segura. Y quizás él no sabía nada, al igual que tú.

-Necesito que me lo aclare.

Entro en la casa y busco a mi esposo, el cual se encuentra junto a la estufa, sentado en la mecedora con Hindley. Lo miro colérica, y él parece notar el enojo en mi semblante. Se levanta sin alarmar a los invitados, quienes se encuentran sentados en la mesa, jugando barajas, y le pide a Jane Elizabeth-Quien analiza mi expresión un instante-, que tome a su hermano.

-¿Qué ocurre, cariño? -me pregunta cuando entramos a nuestra habitación, y cerramos la puerta a nuestro paso.

-¿Tú sabías que Bridget estaba embarazada, de ti? -le pregunto de forma directa, y por como abre los ojos como platos, entiendo que conocía acerca del hecho-. Entonces lo sabías.

-Hace mucho tiempo me dijo que esperaba un bebé mío, pero no creí ninguna de sus palabras -me asegura pidiéndome que me calme, sosteniendo mis manos-. Le dije que en cuanto naciese el pequeño, me haría la prueba de paternidad, y, aun así, tú y yo nos casamos y vinimos para Hampshire. Cuando te embarazaste de Jane Elizabeth, saqué por completo esa historia de mi mente. ¿El bebé está bien?

-Sí, pero ella desapareció -le indico angustiada-. Al pequeño le tienen en un orfanato llamado Hillwernt. ¿Por qué nunca me hablaste acerca de ese embarazo?

-En aquel momento nuestra relación transcurría por una difícil situación, y más bien no querías saber nada de mí.

-Con razón -replico cruzándome de brazos-. Nicholas, el punto es ese pequeño que vive allá en un orfanato de Washington. ¿Necesito que te hagas esa prueba de paternidad, para esclarecer mis dudas? Y si es tu hijo, será bienvenido en nuestra casa.

-¿En serio tendrías la valía de aceptar a ese pequeño aquí en la casa? -pregunta él asombrado, y yo asiento, confirmando mi respuesta.

-Creo que tenemos que anticipar el viaje a los Estados Unidos, en ese caso.

-Tienes razón. ¿Sigues molesta conmigo?

-Estoy molesta no porque hayas tenido ese hijo con Bridget. Estoy molesta porque decidiste callarlo, en vez de confesármelo.

-Entiendo mi error -asegura y besa mi frente-. ¿Podemos volver junto al fuego?

-Por supuesto.

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