Capítulo 2

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Al abrir la puerta encuentro el auto negro estacionado en la calle. Ahora puedo ver mejor el lujo y el detalle de la máquina en la que se transporta mi «amigo de la universidad». Sus ojos color esmeralda refulgen desde dentro, su sonrisa brillante le da un latigazo a mi corazón y siento que las piernas se me debilitan sobre los tacones.

Mi hermana me besa en la mejilla y me da el empujoncito necesario para que vaya más allá del umbral de la puerta.

Él se inclina sobre el asiento del copiloto y abre la puerta. Siento un calor que se acoge en mis mejillas y veo que Jolie sigue parada en la puerta, acariciándose la panza. Ella me da un guiño y me sonríe. Le hago un gesto en despedida y vuelvo nuevamente mi mirada hacia el auto azabache y con cristales oscuros.
Entro y me abrocho el cinturón de seguridad.

Siento su respiración cerca de mi cuello y cuando reparo en lo que está sucediendo me besa en la mejilla y esa zona en la que se han plantado sus labios se queda húmeda y fresca.

-Al parecer esa miseria te sirvió para parecer mujer -Me dice con petulancia y sonríe.

Obvio hace que me indigne y posiciono mi mano en la manija de la puerta, con intención de escapar de sus garras.

-Quizás sea mejor que me baje y te deje en paz -replico entreabriendo la puerta.

Cuando voy a abrirla por completo, él me toma de la muñeca y me mantiene inmovilizada en el asiento de cuero.

Gruñe y me fulmina con los ojos entornados.

-No intentes hacer ninguna mierda, y menos cuando la noche apenas empieza -Me advierte con exasperación y se desanuda una corbata de cuadros negros y rojos-. Para serte sincero, no quiero despedirte. Pero no vacilaré si tengo que hacerlo. Te advierto que si no pisas ese puto restaurante italiano te vas a la mismísima calle a vender periódicos. -Ladra y su amenaza hace que me petrifique.

Algo en mi pecho me comunica que debo hacer eso, obedecerlo. Algo me advierte que él está al mando.

-¿Conque restaurante italiano? -Me cruzo de piernas y enarco una ceja.

El rostro lo tiene cubierto por una fina capa de sudor y lo noto al ver como brilla su piel tostada.

Se muerde el labio y me dedico a degustar del momento en que sus carnes color cereza se amoldan entre sus dientes blancos y parejos.

-Demonios -maldice y le pega al volante con los puños cerrados.

No puedo evitar soltar una risita mientras él echa la cabeza hacia atrás y la recuesta en el respaldo del asiento. Sus ojos verdes me flechan y se dibuja una sonrisa en su rostro de macho alfa, aunque también veo decepción.

-Quería que fuera una sorpresa -Pone morritos y suspira. Me sonrojo y evito a toda costa que lo note-. Lo siento Anna. En serio que me imaginaba tu expresión de sorpresa en cuanto llegáramos en frente a ese lugar tan molón. -dice bajito y sus palabras me llegan al corazón.

Después de todo hay un punto a su favor: Pensó en mí.

-¿Puedes encender el aire acondicionado? -le suplico mientras me abaniqueo con la mano a la altura del pecho.

Asiente y unos hoyuelos se dibujan en su rostro sudoroso.

El aire frío invade el interior y lucho contra el deseo de ver los tensos músculos de sus brazos al darse un estirón.

«Me gustas Anna. No puedo dejar de pensar en ti y tu "cuerpo hermoso". Quiero hacerte el amor hasta que amanezca.» Me dice Nicholas en mi mente.

Joder.

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