Capítulo 32

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Narrado por Nick

No sé qué cojones hacer. El sonido de las cosas cayendo de los cajones de mi chica, o bueno, de la que era mi chica, me irrita aún más. Quiero encontrar el interruptor que enciende las malditas luces de esta habitación, y cuando lo hago, no me sorprendo de lo que veo restregándose entre las pertenencias de Anna.

-¿Qué demonios significa esto? -ladro en vez de preguntar, y la mujer de baja estatura y cabellos azules me mira atemorizada, mientras suelta de entre sus manos lo que parece ser una especie de álbum de fotos.

-Te juro que no es lo que estás pensando -dice ella, provocando que las venas de mis brazos se alteren más aún. Lo siento, estoy a punto de explotar.

Entro en la habitación del todo, lo suficiente como para alargar el brazo y tomar a la puta, para sacarla a rastras del lugar.

-En estos momentos no estoy pensando una mierda -bramo y sin aplicar tanta fuerza, la saco del dormitorio como si fuera una pelota de béisbol.

Noto el temor en los ojos de la maldita. De seguro no esperaba que nadie se apareciera por aquí. Y la pregunta es, ¿en dónde demonios está Anna?

-Te puedo explicar -se tropieza con una de las butacas y casi cae, pero logra mantenerse en pie, aferrando una de sus manos al espaldar del sofá.

Golpeo la pared de yeso con tanta fuerza que la agrieto, y al instante me arrepiento. Así no lograré que Anna me perdone ni una mierda. Ya he agrietado una de las paredes de su casa, que heredó de sus padres, y estos de sus abuelos. Joder. El tema es que solo verle la cara de nuevo a esta zorra me saca de mis casillas, sin duda alguna.

-¿Qué hacías aquí? -le pregunto entornando los ojos. La luz de la lámpara es molesta de cojones.

-Yo... -Se queda perdida en sus pensamientos un instante, meditando lo que va a decir, y yo comienzo a perder la poca paciencia que me resta-. Buscaba algo con lo que joder a Anna, debe de tener algún secreto. Nadie es perfecto. -Me lo dice de tal manera, que parezco más su cómplice que el héroe de esta jodida situación.

-¿Por qué coño quieres joderla? No te ha hecho nada -le grito y restrello un jarrón que tenía a la mano contra la pared, luego se me estruja el pecho de arrepentimiento.

«Mierda...»

Bridget se recompone como si nada estuviera sucediendo, y la sensación que no parezco lo suficientemente amenazador para ella, invade mi pecho. Por lo que de dos zancadas estoy a solo centímetros de ella, tomándole de ambos brazos, exprimiendo sus muñecas como si fueran limones.

-Dímelo -le exijo.

-Ella no te merece -supone al mismo tiempo que pongo los ojos en blanco y encierro con más fuerza sus muñecas entre mis manos.

-¿Y quién se supone que sea? ¿Tú? ¿Una zorra como tú? -me mofo sin dejar de lado el tono áspero e insensible de mi voz.

Sus pupilas se han dilatado y contraído como tres veces en medio segundo. Tiene una expresión de víctima que hace que hierva abrazado por las llamas del infierno. Si no fuera una mujer, ahora mismo sus dientes estarían encima de la mesita de café del salón. Eso he de asegurarlo.

-Te amo desde aquel día en que me diste abrigo y no tenía a donde ir, ¿recuerdas? -Joder. Por favor, no quiero una escena sentimental fuera del guion en este momento-. Fuiste como un héroe para mí, Nick, y...

La sacudo como fuerza y casi puedo sentir el bombeo de su corazón atemorizado. Está loca. La única que puede llamarme Nick, es Anna. Después de ella no hay más nadie, nunca en la vida.

-No me vuelvas a llamar así -le aviso-. Cuando vuelva a verte cerca de Anna, te juro que quebraré cada uno de tus huesos. Olvídala, nunca suplirás el lugar que le pertenece a ella en mi corazón. Tú solo eres una zorra que me follé aquel día cuando estaba dolido por mi media ruptura con Anna. -Sus ojos parecen esferas de vidrio cuando se encuentran con la excesiva luz de la lámpara que pende del techo.

-Yo solo quiero tu cariño -dice con la voz notablemente desgarrada. Eso quería de ella, que sintiera dolor, lo mismo que Anna cuando le hizo creer que éramos novios.

-De ti solo quiero la distancia. Le has cagado la vida a Anna haciéndole creer que eráis amigas inseparables, pero has salido más zorra de lo que creí jamás -le suelto las muñecas y miro hacia la puerta entreabierta para que se largue-. Lárgate -ladro sin mirarla.

Siento el tacto de sus manos subiendo por mi pecho, pero ya es tarde cuando siento que sus labios excesivamente gruesos se plantan sobre los míos. Siento el mal sabor de boca invadirme rápidamente, un nudo se forma en mi estómago. Comprimo los labios y justo cuando la empujo para sepáramele, noto una sonrisa diabólica en su semblante, demostrándome que se ha salido con la suya.

-Qué coños... -Una voz femenina me llena los oídos, es armónica y tan conocida que se me quiebra cada hueso de mi cuerpo. Rápidamente giro la mirada hacia donde se sitúa la puerta principal, y me encuentro a Anna parada delante de nosotros. Sus ojos se han vuelto cristales rotos y tiene las manos al lado del cuerpo formando puños.

-No es lo que tú piensas -digo en ese entonces, pero sé que ya es muy tarde para eso. Las lágrimas que caen por las mejillas sonrosadas de mi chica lo demuestran. Cuando la miro por segunda vez, su odio se refleja directamente hacia mí. Está evidentemente herida.

No podemos volver atrás en el tiempo, y ahora me queda más que claro.

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