Capítulo 30

38 15 0
                                    

Narrado por Anna

Algunas personas se esparcen por los sesenta y ocho metros que abarcan el patio trasero de la casa de Stefan. Sinceramente no tenía ganas de venir, pero se lo he prometido ayer a mi hermana. Busco a Jolie entre toda la gente, y la encuentro sentada en una pequeña mesa con la madre de Stefan. Hace un sol de perros, pero todos parecen estar llevándolo bien, menos yo.

-Hola, querida -me saluda la madre de Stefan en cuanto me ve. Es una mujer bastante elegante y cordial, adoro pasar tiempo en su compañía. Por lo menos sé que su Ravioli es el mejor.

-Hola -le devuelvo el saludo mientras me siento y tomo de una magdalena.

Fernanda está completamente dormida en los brazos de Jolie. Su pequeño rostro está acurrucado en el pecho de mi hermana. Una sonrisa aparece en mi semblante cuando se ríe en sueños.

-Qué bueno que hayas podido venir, cariño -comenta Megan, la madre de Stefan-. Amaia no ha parado de hablar de lo tanto que os extraña. Se moriría si no te viese aquí con los demás. -Se ríe y yo también río un poco, mientras termino mi magdalena y tomo una servilleta para limpiarme.

-Igual le extraño mucho -le digo a Megan y esta asiente mientras me mira con atención-. ¿Y Stefan? -le pregunto a Jolie.

Ella me mira y pone los ojos en blanco antes de responder:

-Quiere ser el tío más elegante para cuando su hermana la recién graduada llegue. Está en su habitación decidiendo que corbata le va mejor. -Se burla y las tres nos reímos del hecho.

Después de un rato de charla en el que decido acabar con todas las magdalenas sobrantes, Amaia llega provocando vítores de sus familiares y amigos presentes, y entre ellos yo, claro. Es una chica lista, y es increíble que se haya graduado de Medicina en Harvard, una de las mejores universidades. Entre toda la gente que la abraza logro vislumbrar su cabello castaño claro y sus ojos azules oscuro, brillantes y llenos de felicidad.

Megan no tarda en levantarse y correr hacia su hija, quien la recibe con los brazos abiertos. Y luego de que ambas se enjugan las lágrimas, Amaia nos abraza a mí y Jolie. Le felicito y busco en mi bolso el regalo que compré antes de venir a casa de Stefan. Una pandora de plata con varios charms que sé que le gustaría.

-Gracias, Ann -me dice con una tierna sonrisa en cuanto abra la pequeña caja forrada con satín rosa.

-No es nada -respondo colgando mi cartera nuevamente en el respaldo de la silla.

Stefan viene como un loco hacia su hermana y la abraza. Después de pasarse una maldita hora escogiendo una corbata, se decidió por una de cuadros. Por Dios, estos dos necesitan casarse rápido.

-¡Felicidades! -le dice eufórico, con una amplia sonrisa en el rostro-. ¿Ya te puedo decir... médico?

Amaia pone los ojos en blanco y luego lo mira con los ojos entornados-. A no ser que quieras que te haga alguna cirugía, solo dime Amaia -le amenaza de forma juguetona y todos reímos.

No sabía que había tanta gente. Joder, tal parece que Amaia es una hoguera y toda esta gente campistas asando malvaviscos. Jolie me entrega a Fernanda, quien está extendiendo sus brazos hacia mí para que la tome, y rápidamente me olvido de toda la gente que ni siquiera conozco, pero que tengo a pocos centímetros.

-Creo que es hora de cortar la deliciosa tarta de tres pisos que hice, ¿no te parece? -le pregunta Megan a su hija y esta asiente mientras comienza a sonar Katty Perry en el equipo de música.

Después de que todos cenamos y hablamos como una gran familia, las personas se dispersan por el patio bailando bajo el suave ritmo de una sonata. Jolie baila con Stefan y yo intento controlar a Fernanda, quien intenta comerse el último pedacito de tarta que me resta en mi plato.

Me levanto de la silla y tomo mi bolso. Me acerco a Jolie y le digo que me voy, ella asiente y me pide que deje a Fernanda en la cuna que Megan le instaló en la habitación de Stefan. Salgo al poco rato de ahí, no sin antes darle un último abrazo a Amaia, y tomo mi auto. Doy una vuelta para refrescar antes de llegar a casa, y en el transcurso me compro una porción de ramen en un restaurante coreano, para comérmela en casa.

Cuando llego aparco y entro en casa. Todo parece tranquilo, lo está. Me doy una ducha y me pongo mi pijama de gatos. Luego caliento mi ramen y voy con mi caja y palillos al cuarto para comenzar la segunda temporada de Friends. Me río en el episodio en el que Lisa comienza a cantar sobre la verdadera situación entre Rachel, Ross y Julie, una chica que este conoció en un viaje de paleontología que hizo a China, rompiéndole el corazón a Rachel cuando esta acudió al aeropuerto comprendiendo que lo amaba.

Volver a intentarlo © [CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora