Narrado por Nick
El calor de su cuerpo aunándose con el mío es de lo más reconfortante. Huelo su cabello, y el dulce aroma a vainilla se inyecta en mis pulmones. Le abrigo más entre mis brazos, y siento los latidos amainados de su corazón.
-Nunca pensé en la posibilidad de que esto pasara -me dice soltando un suspiro, mientras deja caer con suavidad los hombros.
La hago mirarme, y no puede estar más linda. Su cabello rubio cae como una cascada por sus hombros, y sus ojos brillan. Le beso en la frente, y siento por última vez el dulce aroma de su melena dorada.
-¿A qué te refieres, Ann? -le pregunto y sonrío, logrando que ella también lo haga, mientras mi mano se desliza con sutileza por su mejilla.
-Pensaba que eras lo suficientemente egoísta como para pensar en mis gustos -Su respuesta hace que una daga surque mi pecho, destruyendo mi interior a su paso.
-Sé que he sido un poco egoísta -digo en voz baja, mientras bajo la mirada. No sé en qué momento se ha disipado el tono brioso de mi voz, pero en este instante solo emanan susurros de mis labios-, pero, aun así, siempre he prestado atención a tus gustos. Sé que amas leer y, además, que Orgullo y Prejuicio es tu obra preferida.
-Lo es -Asiente, mientras sus ojos analizan los míos con atención-. No sabes lo que significa para mí que te hayas tatuado mi frase preferida -. Desliza sus dedos por mi pecho, y frota suavemente la zona tatuada.
Le tomo de la barbilla y presiono mis labios contra los suyos. Su boca se abre levemente, accediendo a que mi lengua se cuele en su interior. Y entonces mis brazos sedientos de su cuerpo, exploran su espalda cubierta por una chaqueta de vinilo.
-Debo de ir al trabajo -dice separándose de mí, y noto el rubor en sus mejillas. Se acomoda el cabello con las manos y toma su bolso-. Termina de vestirte y encuéntrame en el salón.
Asiento y tomo el resto de mi ropa para ponérmela, mientras la veo salir de la habitación. Cuando me termino de vestir, me dirijo hacia el salón y me la encuentro sentada en el sofá, con una taza de café en la mano. Cuando me ve sonríe un poco y se levanta.
-¿A qué hora quedamos? -le pregunto escondiendo mis manos en los bolsillos frontales de mis vaqueros.
-A las siete -responde ella alisándose el vestido, el cual se ajusta de manera perfecta a su cuerpo-. Ayer me ausenté en el trabajo, y no puedo permitirme atrasarme con el papeleo.
-Vale -sonrío y me acerco para la besarla por última vez.
Cuando salimos nubes plomizas cubren el cielo, y hace un poco de frío. Suspiro al pensar en la suerte que tuve de haberme traído conmigo la cazadora ayer. Espero a que mi chica se despida de mí nuevamente, y se suba a su auto, para tomar el mío y largarme directo a casa de Evans, el ser humano más horrible del planeta.
En el camino prefiero no encender la radio. Solo me permito cavilar acerca de lo feliz que se encuentra Anna. Pensé mucho en ella mientras Harry me tatuaba la frase. Sé que es su frase favorita de la obra, y por ello la he plasmado en mi piel, porque es parte de ella, y ahora parte de mí.
Cuando llego a la gigante pero no asombrosa casa de mi padre, aparco fuera. No me tomo las molestias de pedir que abran las puertas del garaje, en donde se encuentran aparcados más de quince autos. Salgo del auto y miro durante un instante la estructura moderna, rodeada por castaños, antes de adentrarme en su interior. Mi padre está sentado en una mesa, analizando un vaso medio lleno de whisky que tiene entre las manos. Su cabello está repleto de canas, y las arrugas en su rostro delatan la edad que se carga en la espalda.
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Volver a intentarlo © [CORRECCIÓN]
RomanceAnna Carson todavía tenía el corazón roto por la muerte de sus padres, nada podía ir peor. ¿O sí? Todo puede ir peor, siempre que aparezca algo más en el camino. El primer obstáculo en su vida es el odioso, arrogante y frívola hombre de mirada impon...