Capítulo 14

115 56 1
                                    

La húmeda escena del beso perdura durante un buen rato. El maldito pañuelo negro no me permite verle el rostro, pero puedo perseguir sus rasgos con mis dedos. Y, además, cada vez estoy más cerca de saber que ha planeado para mí, eso es algo bueno. Espero que no se haya pasado del límite, aunque viniendo de parte de él, sé muy bien que lo haría.

-Me la pasaría besándote toda una eternidad -susurra en mi odio. Todo el vello de mis brazos se encona, y un hormigueo me recorre todo el cuerpo.

-Ya ha pasado un rato -me quejo cruzándome de brazos-. No me va ni un poco esto de tener los ojos tapados.

-Tranquila, princesa. Te pido que seas paciente, la paciencia es una gran virtud.

-Lo que tú digas -gruño entre dientes.

La tranquila y romanticona melodía en la radio sosiega los momentos aburridos del viaje. Ya llevamos un buen rato metidos en este coche. Siento que la vejiga se me está explotando, pero sé que Nick es muy capaz de dejar que me orine en el asiento, con tal de no quitarme el pañuelo de los ojos.

* * *

El auto se detiene sin hacer casi ruido y el sonido de la puerta abriéndose se zambulle en mis oídos. Los dedos de Nick se entrecruzan con los míos, mientras su otra mano evita que me dé un golpe en la cabeza. El sol baña mi piel al instante, los tacones altos se vuelven todo un reto que bordar.

. Comenzamos a dar pasos que para mí no tienen ningún sentido, no sé ni en que sitio estamos, en qué Estado, Condado, ni jodida idea. Nos detenemos en un lugar ventilado donde el sol no incide en nuestra piel, un sitio en completa sombra, lo sé por el aire que nos acaricia. Nick me acerca hacia sí y yo obedezco, su brazo se enrosca en mi cintura y los dedos de su mano se comienzan a deslizar hacia abajo, acariciando mi piel. Un olor a nuevo me invade el olfato, es ese típico olor que tienen las cosas nuevas, extraño, casi como el olor de hospital, pero un poco más suave, en otros términos, más aromático.

-Qué bueno que ya estén aquí -Una voz masculina y un poco áspera interrumpe el silencio. Suena como la voz de un hombre mayor, áspera pero roída a la vez.

-Nos retrasamos un poco. Tuvimos que hacer una parada imprevista -dice Nick con la voz cálida y amigable. Su mano se retira cuidadosamente de mi cintura, dejándome desamparada e insegura, aunque confió en él.

La voz un poco desgastada pero todavía firme, hace acto de presencia nuevamente-. La chica de la que me hablaste es preciosa. ¡Hacéis buena pareja!

Nick vuelve a unirme a sí, está vez pasando su brazo por mis hombros. Me saca un gran suspiro de alivio, tengo los nervios a flor de piel-. ¿Tú crees? -pregunta con ironía.

-Pues claro. Sois perfectos el uno para el otro -responde el desconocido con acierto-. Pero anda, quítale el pañuelo de los ojos, de seguro se desmaya en cuanto vea su sorpresa.

El corazón me late a mil por segundo. Nick comienza a desanudarme el pañuelo y yo trago en seco, mi preparación es poca para lo que está por venir. Con la vista media nublada pestañeo con tal de ver con más claridad. El señor de unos 65 o 66 años está quieto enfrente de nosotros, con un brazo reposando en una columna y el otro en su cintura. Tiene una barba copiosa, cejas tupidas y ojos claros. Varias arrugas de la edad se esparcen por su rostro y sus ojos están ligeramente rasgados, su cabello es canoso en su mayoría y está peinado hacia atrás.

El hombre se acerca y tomando mi mano, me besa en el dorso con tanta delicadeza, que casi ni me percato del hecho-. Soy Zack Bullock, un gran amigo de tu novio. Jugamos billar de vez en cuando.

Volver a intentarlo © [CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora