Capítulo 5

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Mientras me adentro en la casa, Nicholas y yo nos intercambiamos miradas de lo más incómodas. No sé qué hace él aquí, y ya el simple hecho de que esté solo a medio metro de mi hermana, y sentado en mi sofá, me hace querer darle un puntapié en el trasero. Eso es lo quiero hacer.

Me ha tomado poco sentarme en frente de él y fulminarlo con la mirada, pero como siempre, nada de lo que hago lo intimida. Louisa se sienta a mi lado con la botella de champán en la mano, y no quiero ver con la cara que mi hermana estará mirándola, a ella no, a mí. Por Dios.

-Hola, Jolie -dice Louisa a plenos tartamudeos. Sin percatarse de que le tiene puesta en bandeja la botella de champán, a mi hermana.

Mi hermana me hizo prometerle que no bebería. Debido a nuestra genética, mi abuelo Kurt, mi padre Flynn, eran bebedores hasta las trancas. Y entonces mi hermana me vio como el siguiente objetivo, de la enfermedad de los Carson. El alcohol.

-Buenas, Louisa -Le devuelve mi hermana el gesto y añade-: Es un milagro verte aquí en nuestra casa.

Aunque no quiero, no pierdo el tiempo y miro a Nicholas. Está tan calmado, que es muy difícil creérselo. Tiene una mano reposando en el brazo del mueble, y la otra sobre uno de sus muslos. Lleva un atuendo informal y no puedo evitar embobarme, debido a la forma en que su cabello se nota rebelde, enmarañado y más rizado que de costumbre. Lleva un pantalón de chándal y una sudadera de los Washington Redskins, y tampoco olvidar las deportivas.

-Solo vine a tomar unas copitas con Anna, solo eso. Pero ya me voy -dice Louisa a modo de retirada.

¿Ya se va? ¿Tan rápido?

-Ya el amigo de Anna se iba. Así puedes irte con él y no vagas sola a esta hora por la calle -dice Jolie, mirando a Nicholas. Pero él solo me está mirando a mí, fijamente, como si fuera un pintor y yo la modelo para su nueva obra de arte.

-Vengo en mi auto -Se apura a decir Louisa.

-Él solo vino a traer unos presentes, pero ya que has llegado Anna, creo que se quedará un rato más ¿Verdad? -dice Jolie, metiendo más el dedo en la llaga. Lo vuelve a mirar y él muy hijo de puta asiente con una media sonrisa en su semblante.

Lo mato, lo mato, lo mato, lo mato, lo mato, lo mato... Jodeeeer.

-¿¡Qué presentes!? -Le pregunto tajante a mi hermana.

-Ropa para Nanda, marugas, juguetes, biberones y chupetes de lo más chulos. Una cuna, un orinal y una trona -contesta con una sonrisa de felicidad que me lleva a punto del vómito.

-¡Ya entendí! -Le digo con filo en la voz, y ella lleva su mirada al suelo. Entonces añado-: Es decir, que tú has obligado a mi hermana a aceptar todo esto, y pensarás que así te vas a ir de rositas con todo lo que ha pasado. -El muy desvergonzado asiente con la cabeza, y no logra más, que cabrearme otro poco.

Se peina el cabello que tanto me gusta con los dedos y se humedece el labio inferior con la lengua. Después me vuelve a mirar con esos ojos verdes que me hechizaron desde el primer momento, que tuvo el descaro de colarse en mi corazón.

-¿Hay algún problema con el detalle? -Me pregunta con prepotencia.

No lo dices en serio, Nicholas.

-No, claro que no -Río con sarcasmo-. El problema en todo esto eres tú y solo tú, sinvergüenza. -Lo señalo, hastía de todo esto, de él.

-El problemilla entre tú y yo lo resolvemos después. Nadie se tiene que enterar de las mierdas que te dije antier -Me dice conteniéndose de soltar su verdadero yo-. Solo quiero que esa pequeñita tenga de lo mejor. Y te aseguro que en esto que he hecho, no tienes nada que ver.

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