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No sabéis a que nivel me sorprende la capacidad de la gente al vivir herméticos en su propio universo. Ajenos al desastre que pueda estar habitando en otra piel que no es la suya. Sin prestarle atención a como se está desmoronando alguien por dentro, creyéndose y compartiendo esa falsa sonrisa que su armadura le dibuja en los labios. Quitándole importancia al oírle y creerse su repetitivo y casi rayado "estoy bien". Y sé que nunca dejaré de pensar que esos pocos recortes de historias que intentan aparentar siempre tener la fachada perfectamente reconstruida, son como esas pequeñas lucecitas de navidad que adornan e iluminan la oscuridad de los demás aún sin poder seguir haciéndolo. Aún desgastandose en el intento, aunque la gente solo las admire en su esplendor sin pararse a pensar en cómo deben sentirse en realidad. Son como esas estrellas que aunque muertas, siguen alumbrando el cielo durante años para que haya personas que al mirarlas no se sientan tan solos como se sienten ellas.

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Pasadas las 00:00Donde viven las historias. Descúbrelo ahora