Día 41

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Llevo todo el día preparando la sorpresa que le voy a hacer a Mike. No es gran cosa, pero le puse todo mi cariño y quería que fuera algo personal. No solo unas flores aburridas como le regalé en el aniversario.

No sé por qué estoy tan nervioso, seguramente le vaya a gustar pero... ¿y si no es así? ¿Y si le decepciona? Yo no sé cantar ni tocar la guitarra como hace él, igual quedo como un soso pero por lo menos lo intenté.

Ahora son las nueve de la noche y no he avisado a Mike de que iba a venir a buscarle a su casa. Lo sé, quizás es un poco tarde para venir sin invitación pero si hiciera esto de día no tendría gracia.

Toco al timbre y abre la persona que más temía encontrar: su padre, quien frunce el ceño nada más verme.

— ¿Está Mike? —pregunto.

— ¡Karen! ¡¿está Mike en casa?! —exclama mirando a su mujer que está en el salón. ¿No sabe si su propio hijo está en casa?

— ¡Está en su habitación! —responde ella.

— Si está.

— Y... ¿puede salir un segundo?

— ¿Habéis quedado para salir vosotros dos solos o qué?

— Eh... si. —digo— Pero no iremos muy lejos.

— ¿Y que vais a hacer?

Con que así se debe de sentir Mike cuando Hopper le hace un interrogatorio cada vez que viene a casa.

— Nada, hablar de un trabajo del instituto.

— Ey, Will. ¿Qué pasa? —pregunta Mike apareciendo detrás de Ted. Menos mal que ha llegado.

— Hola, ¿puedes salir? Tenemos que hablar de ese trabajo.

— Ah si es verdad, el trabajo. —me sigue el rollo.

— ¿Qué trabajo? —interviene su padre.

— ¿El de sociales?

— Son las nueve de la noche, Michael. Es muy tarde.

— Solo serán unos minutos, no tardaremos. —se pone una chaqueta— Como dices siempre: Los estudios lo primero.

Y sin previo aviso, Mike sale de casa y se va conmigo ignorando los gritos de su padre. Ojalá ser tan valiente como él.

— Tu padre me da miedo. —digo subiéndome a la bici.

— A mi más, créeme. —le quita el candado a la suya y se monta también— Pero es su forma de ser.

— ¿Cuánto tiempo te dejarán estar fuera?

— Pues no lo sé. No me han puesto hora asi qué... —se encoge de hombros y me mira— ¿Y por qué querias quedar por cierto? No me has dicho nada.

— Es una sorpresa, tenemos que ir hasta la pradera.

— ¿A la padrera? ¿Es la sorpresa de la que me hablabas?

— No te puedo decir nada todavía. —sonrío— Vamos.

Conducimos hasta llegar a una gran pradera, cuando éramos pequeños solíamos venir aquí a pasar el rato y conservo muy buenos recuerdos de este sitio. Por el día está lleno de gente pero a estas horas es muy raro que haya alguien. Por eso le he traído aquí.

Dear diary, - ✧byler✧ [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora