Capítulo 48

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LEA.


A llegar a mi oficina Crystal me informó que él abogado de mi marido quiere hablar conmigo

Arturo fue el primero en entrar, él nunca confío en Nick, desde siempre me advirtió que no me hiciera ilusiones con él

En cuanto entramos nos observó primero a mi, que literalmente iba detrás de Arthur y después a él

–Arthur me alegra mucho verte de nuevo

–Lamento no poder decir lo mismo –dijo en tono serio y con una expresión fría–  ¿qué haces aquí?

–Necesito aclarar las cosas con Lea

Río fríamente –Qué descaro tienes al venir así, después de mucho tiempo– dijo con enojo se acercó a él tomándolo de forma violenta el saco– ¿quién carajo crees que eres para venir aquí después de todo el sufrimiento que le causaste? fui yo quien estuvo con ella todo ese tiempo, fui yo quien tuvo que intentar calmar el maldito sufrimiento que sentía, fui yo quien la vio llorar hasta quedarse dormida y desde ese día juré que no permitiría que nadie la hiciera de la  forma en la que tú lo hiciste, de la manera en la que la hiciste sentir y también juré que el día en que te pusieras en mi camino de nuevo desquitaria cada lágrima que le hiciste derramar– lo golpeó en el rostro

–¡Arthur!– me sorprendió mucho, no esperaba eso

Nick respondió – Vamos hazlo, no te quedes con las ganas, tú crees que no sé que merezco esto y más, mucho más, ustedes no tienen idea de lo mal que lo pasé, pero no puedo cambiar lo que hice en el pasado estoy intentando arreglar nuestro futuro, que a decir verdad, no sé cómo vaya a terminar, lo único que sé es que siempre te amado Lea

–Si me amabas como dices, ¿por qué me dejaste?– pregunté dolida

–Por que en ese momento no era nada, no tenía nada que ofrecerte, era un simple empleado– hablo con resentimiento – y tú ya eras la mitad de lo que eres ahora, me sentía... menos, quería darte los lujos a los que estas acostumbrada, y en ese momento no podía, por esa maldita razón decidí abandonarte

–Arthur déjanos solos por favor

–Cualquier cosa que necesites estaré afuera

–Cuatro años– dije una vez solos– te odie por todo lo que me hiciste

–Sólo quería lo mejor para ti

–¡Te odie por la forma en la que me hiciste sentir!, hasta que por fin pude darme cuenta de que tú ya habías tomado la decisión por los dos, me di cuenta de que no valías la pena como para perder mi tiempo pensando en ti, fue ahí donde decidí seguir adelante, quería borrar todo rastro de ti y lo estaba logrando, por fin había podido seguir adelante

–¿Con él?

–Si, con él, con un hombre que me ha demostrado cuán importante soy para él y que no tira la toalla al primer obstáculo

–¡Por favor Lea!, te obligo a casarte con él, ¿a ese tipo de nuevo comienzo te refieres?

–No se de que estas hablando – intente disimular mi asombro

–En cuanto que entere que te habías casado, lo primero que hice fue investigar con quien y de ahí investigue todo lo que pude al respecto y ¡bingo! – saco una carpeta y me la dio– era obvio que él pobre de Alexander necesitará de alguien para asi poder cobrar un fideicomiso y para tu buena suerte justo en ese momento tú necesitabas ayuda económica, ¿no es así? – no respondí –no me costó mucho deducir que algo no cuadraba bien, desde el tan repentino anuncio de campanas de boda, cuando ustedes tenían muy poco tiempo de conocerse

En Sus Manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora