Capítulo 25

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-¿Ordenaste ya?- pregunte mientras él me ayudaba con la silla

-No, aún no, te estaba esperando

Llego él mesero a tomarnos la orden, el restaurante era muy acogedor, nuestra mesa estaba algo separada de las demás y al igual que la habitación, todo era romanticismo, pétalos de rosas a nuestro alrededor, me sentí mal por todo esto, Alexander había puesto mucho empeño, pero tampoco se me olvida que me obligo a estar aquí, la pregunta que me hizo momento atrás me dejo pensando "¿hay alguien más?" tal vez estúpidamente aún guardaba la esperanza de que él me buscaría, que en algún momento lo tendría de nuevo frente a mi, he mantenido esa esperanza desde hace tres años, tal vez sea momento de seguir adelante y olvidarme de esa estupidez, lo mejor es concentrarme en esta nueva vida, una vida que fui obligada a tomar, pero no todo es culpa de Alexander, mi tía tenía razón, si yo me hubiera negado desde un principio a esa absurda idea del matrimonio en estos momentos no estaría aquí sino con mi familia, en mi casa, con la única preocupación de pagarle a Billy, y aún que no haya sido cien por ciento culpa de él, él hecho de que me hubiera amenazado con quitarme todo, pero sobre todo amenazarme con la salud de mi papá fue algo que me hizo odiarlo y eso es algo que no voy a olvidar.

Alexander estaba concentrado en su celular, no prestaba atención a lo que pasaba a su alrededor, un mesero llegó a nuestra mesa

- Señorita, él joven de la mesa de allá - señalo una mesa en el fondo del establecimiento, no pude observar bien al tipo - le manda esta copa de vino - puso la copa sobre la mesa y una tarjeta con algo escrito, estaba a punto de rechazarla cuando Alexander hablo

-Retirela - dijo con cierta frialdad, observandome a los ojos - ¿acaso no me entendió?- esta vez se dirigió al mesero con voz molesta ya que no había retirado la copa aún

Él mesero me miro esperando mi respuesta -¿Señorita?

-Señora, la señora es mi esposa, así que hágame el favor de ir a donde el señor e informarle que mi esposa rechazó el trago - dijo con cierto recelo al decir "mi"

Al mesero no le quedó de otra más que regresar por donde vino

-¡Dios!, ¿acaso es que pueda cenar bien?

Llego nuestra cena y comenzamos a comer

-No debiste ser tan grosero con él pobre mesero, él solo estaba haciendo su trabajo

-Un hombre te mando una copa, ¿qué querías que hiciera?, eres mi esposa, no voy a permitir que te manden cortesías o regalitos

-Tu solías o sueles hacer lo mismo o es que ya lo olvidaste

Soltó los cubiertos de forma brusca - Siempre tienes algo para criticarme o atacarme, si tienes razón, lo hice en su momento, pero ya no más, ahora estoy casado contigo

-Nunca digas nunca, además por mi no te preocupes, me importa muy poco lo hagas con tu vida, de verdad, puedes hacer y deshacer lo que quieras, eso si - lo mire con toda la seriedad posible - que no te descubran, más que nada para cuidar mi reputación

-¿Estas hablando en serio?, en el avión parecía que pensabas otra cosa

-Si, sobre eso, no te preocupes, no volverá a pasar te lo aseguro

-Yo no daría nada por sentado

-Por que no mejor comes y te callas

La cena transcurrió sin más, después de la pequeña charla nadie volvió a hablar, simplemente nos limitamos a comer

Él termino primero, un mesero volvió a aparecer en nuestra mesa con un trago

-Digale a quien sea él que envió eso, que la señora lo rechazó -dijo entre dientes y observandome

En Sus Manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora