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En su primera noche en los dormitorios, Mirio no consiguió conciliar demasiado el sueño, aunque el dilema con el conocido jet lag no era la causa principal de ello; su compañero, Tamaki, no se encontraba dentro del cuarto ocupando la cama contigua.

«Pensé que nadie podía salir de los dormitorios después de las diez» se dijo con parsimonia desde su propia cama, alzándose un poco para ver la hora en su reloj de tamaño práctico puesto sobre la mesita de noche; apenas iban a ser las once y media, y todo en su entorno se encontraba relativamente silencioso.

Volvió a recostarse, esta vez colocándose boca arriba en su cama, observando el color crema del techo. Imaginó que más de uno podría andar despierto a esas horas, ya que aún era temprano. Sin embargo, la curiosidad de saber en dónde andaba Tamaki le hacía sentir mal consigo mismo.

Continuaban siendo unos simples desconocidos, y por lo tanto no era de su incumbencia lo que el otro hiciera o no en los alrededores de la residencia... porque muy lejos no habría ido, suponía.

Sí que podía llegar a ser curioso algunas veces.

Poco a poco el sueño fue manifestándose, hasta que el mundo pasó a segundo plano, acabando finalmente en los brazos de Morfeo.





Poco a poco el sueño fue manifestándose, hasta que el mundo pasó a segundo plano, acabando finalmente en los brazos de Morfeo

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A la mañana siguiente...

Lo primero que vio al despertar fue una tenue luz colándose por las cortinas, escuchando medio adormilado algunas voces a la distancia. Por reflejo se incorporó sobre la cama, observando la hora en el reloj puesto en la mesita de noche: 07:30 a.m.

Despacio se sentó, para luego bostezar y estirarse a la vez, preparándose mentalmente para un nuevo día. Fue entonces que cuando puso los pies en el suelo, reparó en que la cama de al lado estaba ocupada, con alguien cubierto hasta la cabeza; «a qué hora habrá regresado?» se preguntó, mas al segundo negó para sí mismo.

No era su asunto, después de todo.

Con la mayor cautela posible tomó algo de ropa de la maleta, encaminándose hacia una puerta ubicada al fondo del cuarto, la cual daba a su ahora baño personal. Tras asearse y estar completamente listo, sacó una segunda maleta de debajo de su cama, en la cual traía algunos materiales que podría necesitar estando allí, incluido un bolso de mediano tamaño.

Por ser el primer día, supuso que bastaría con llevarse un cuaderno y un lápiz para escribir dentro del bolso. Cuando estuvo a punto de abandonar la habitación, volvió a mirar hacia Tamaki, quien parecía estar profundamente dormido.

Estaría bien si lo despertaba? aunque si se detenía a pensarlo, no sabía absolutamente nada de él. Iría en su primer año o en el último? sus horarios eran los mismos? mas si aún no se levantaba...

«Sí, mejor paso de él» decidió por fin, saliendo definitivamente del cuarto. Ya podía visualizar a diversos estudiantes rondando por los pasillos, dirigiéndose cada uno hacia diferentes direcciones; se sintió algo abrumado ante aquel panorama. Su guía no le había dado ninguna información acerca de cuál era su respectiva sala, ni a qué hora se entraba exactamente.

Redeemer | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora