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Una nueva jornada de clases había finalizado, y con ello Tamaki regresó cabizbajo a su habitación, esperando no encontrarse con el rubio y sus preguntas cuando llegara.

Y es que estaba sorprendido. Nunca nadie le había insistido con respecto a algo, y que Mirio rompiera con esa costumbre le había tomado desprevenido.

Lo normal es que al segundo día de conocerle, sus compañeros se rindieran con él y decidieran pasar de su existencia, considerando que para Amajiki era mejor que fuera así. No era propenso a relacionarse con otras personas, y tampoco hacía un esfuerzo para cambiar eso; para él ya no valía la pena, tenía otras cosas mucho más importantes de las cuales preocuparse.

Introdujo la llave en el picaporte de la puerta y entró, suspirando aliviado de que Togata no hubiera llegado aún. Tiró su mochila sobre su cama, dirigiéndose al baño como siempre lo hacía después de cada clase; una vez terminado sus asuntos allí, se sentó encima de la cama, comenzando a jugar con una pelota de tenis que lanzaba y rebotaba contra la pared del otro extremo del cuarto, para regresar nuevamente hacia su mano.

En un inicio de comenzar la universidad, ante sus ojos todo se veía muy lejano, y ahora que estaba en su último año, el tiempo parecía estar relativamente contado. Lanzó la pelota hacia la pared unas cuantas veces más, para cesar con aquel juego apenas escuchó el pomo de la puerta girarse.

«Hasta que por fin Midoriya le dio la llave» se dijo Tamaki segundos antes de que el rubio entrara en la habitación. Como siempre no reparó en su presencia, simplemente se dedicó a leer un libro que simulaba ser mucho más interesante que su compañero de cuarto. Por supuesto, nunca aceptaría tenerlo allí consigo, respirando su mismo oxígeno.

Fue entonces que, cuando creyó que ambos se sumergirían en un profundo silencio, el rubio contravino a todos sus posibles escenarios.

─Midoriya me dijo que estabas en tu último año─habló Mirio, con sus miradas encontrándose nuevamente─. Puedo saber... en qué carrera estás?

─Pedagogía en Historia─le respondió Amajiki, y enseguida se precipitó a las palabras del otro─. Sí, quiero ser profesor.

Notó que el rubio no se había esperado esa respuesta, ya que su expresión se lo decía a gritos; por un segundo quiso reír, pretendiendo retomar nuevamente la lectura.

─Es una broma, cierto?─Mirio cayó sentado sobre su cama, seguro de que el azabache solo le estaba tomando el pelo─. Te niegas a participar en actividades en donde compartes con los demás, y ahora me sales con eso de querer ser profesor?

─Puede parecer ilógico a simple vista─le dijo Tamaki, sonriendo más para sí mismo─, pero piensa, un profesor a veces es odiado por sus alumnos, y si eres despiadado en el tema académico con ellos, literalmente no querrán acercarse a ti.

─No, definitivamente estás bromeando... ─murmuró Mirio perplejo, dándose un "face palm" por lo estúpido de su razonamiento─. Si realmente quieres ser un profesor, deberías hacer el pequeño intento de relacionarte con los demás, sabes? o por lo menos darle una oportunidad al asunto de socializar.

─Otra vez... ─masculló Amajiki, rodando los ojos con fastidio; de verdad que no quería ser grosero─. Es que acaso no tienes nada mejor que hacer? buscarte a otro compañero estaría bien.

En ese momento se percató de que la expresión del rubio había cambiado tras sus palabras, y un escalofrío le recorrió la espalda. De pronto tenía un mal presentimiento.

«Por qué siento que todos se pusieron de acuerdo para insistir con lo mismo? qué es lo que escondes, Tamaki?» estuvo a punto de preguntarle Togata, pero se guardó esas interrogantes para otra ocasión. Sabía que saldría huyendo si lo presionaba para que se sincerara con él, por lo que...

Redeemer | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora