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Un «no» parecía haberse vuelto su respuesta predilecta

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Un «no» parecía haberse vuelto su respuesta predilecta.

Ese día también llovía, y la oscuridad se abría paso de manera inminente en el cielo, con las gotas de lluvia adquiriendo más fuerza de la habitual. Tamaki había salido huyendo después de una discusión que tuvo con su pareja por aquel entonces, quedando ambos destrozados emocionalmente.

Había detenido sus pasos en medio de la calle, alzando el rostro, respirando agitado, dejando que la lluvia le empapara cuanto quisiera; y es que estaba sintiendo, aún seguía vivo, y en ese instante se sentía fatal por tener que reconocerlo.

El llanto le sobrevino de nuevo, dejándose caer de rodillas y sollozando a gusto sin que nadie más que él mismo pudiera escucharle. Creyó que ser sincero sería lo más prudente al percatarse de lo lejos que "eso" estaba llegando, y a sabiendas de que habría consecuencias decidió soltarle todo.

Recordaba a fuego vivo la mirada de Kirishima contrayéndose en horror, con su rostro tornándose entristecido y su voz apenas pudiendo salir para hablar, preguntar un por qué.

Por qué hasta ahora se había quedado callado, por qué no fue capaz de decírselo en un principio, por qué ahora si todo parecía estar yendo bien. Perfectamente bien.

Tenía que regresar. Tenía que pedirle mil y un veces perdón por guardarse algo tan importante y delicado, y que nunca fue su intención escondérselo hasta el final.

Arrastrando los pies volvió a los dormitorios, y vio que la puerta seguía estando entreabierta, tal y como la había dejado tras escapar desesperado minutos antes. Incluso por eso se sentía pésimo.

Empujó ésta misma despacio, con ese "perdón" que jamás pudo brotar desde sus labios.

Tamaki se llevó ambas manos a la boca, ahogando un grito que sabía tarde o temprano saldría. No podía ser cierto, esto no le estaba pasando en realidad. La habitación estaba a oscuras, pero no por completo, ya que la luz de afuera le mostraba las terribles consecuencias por haber elegido el silencio y hablar cuando ya era demasiado tarde.

─Kiri... Kirishima?─logró articular apenas, acercándose consternado y con las lágrimas volviendo a deslizarse por sus mejillas. Se arrodilló junto al susodicho, poniendo las manos sobre su cuerpo y removiéndolo con el ingenuo afán de despertarlo.

Nada.

No abría los ojos, pero al removerlo de su lugar vio sangre; demasiada sangre que ya estaba manchando sus manos al rozar su cuello sin darse cuenta. Ese era el origen, la sangre venía desde su cuello... desde una zona que ya no podía regenerarse, sin importar lo que hiciera.

Amajiki se obligó de alguna manera a observarle más a detalle, encontrándose con la cruda verdad. Lo que sus ojos vieron le paralizaron, haciendo que diversas emociones chocaran entre sí y le dejaran en un estado de shock.

Redeemer | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora