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Tamaki había sido el primero en dormirse, y curiosamente entre los brazos de Mirio.

Cómo habían llegado a esto? pues por una sencilla razón: el azabache le había preguntado si podía dormir a su lado hoy, en el sentido de querer dormir acompañado, y Togata no negaría la vergüenza que le embargó en un primer momento, mas finalmente cedió a la voluntad de su compañero.

Ahora le contemplaba dormir a su lado, acurrucado, como buscando refugio de una aparente pesadilla que para desgracia de él no podía ver. Mirio esperaba de todo corazón que el hecho de tenerle así pudiera calmarle y darle un buen sueñito, como solían decir algunas personas por ahí.

Antes de saberlo, una de sus manos removía con suavidad un mechón de cabello del rostro de Tamaki, acomodándolo con cierto temor detrás de su oreja; para suerte suya no logró percibir ningún movimiento que le indicara que se había despertado. Tan solo escuchaba su respiración tranquila, el sereno sube y baja de su pecho, dándole una extraña sensación de paz al rubio.

Por otro lado, Togata no podía dormir. Una de las razones era por tener a Tamaki muy cerca suyo, mientras que por otro lado, no saber con certeza lo que ocurrió le ponía de alguna manera ansioso. Por estúpido que parezca, era la primera vez que veía a una persona reaccionar así por algo en concreto. Acabó dejándose llevar por el miedo del momento, sirviéndole de soporte y conteniéndolo entre sus brazos.

Notó lo atemorizado que estaba, y lo mucho que intentó hacer de cuenta que no había pasado nada horas antes; sí, porque Mirio lo había percibido, puesto que Tamaki podía llegar a ser muy transparente sin siquiera darse cuenta.

Y acerca de eso, de que no recordaba nada... bien podía ser una mentira o un mecanismo de defensa de su cerebro para olvidar el shock del momento, queriendo engañarse a sí mismo que a ojos de Mirio era un asunto realmente serio... o grave.

Devolvió su mirada azul al rostro calmo de Amajiki, volviendo a posar una de sus manos en éste, trazando una línea invisible sobre el contorno de la piel ahora ya sin esa palidez de antes; no sabía con exactitud qué era lo que le pasaba con respecto al azabache, pero de algo sí podía estar seguro: el cariño hacia él continuaba creciendo, acumulándose, limitándose a decirle ciertas cosas sólo porque se resignó a aceptar la manera en que Tamaki quería llevar la convivencia entre ellos.

Y ahora estaba allí, delineando su rostro con la mayor delicadeza posible en pos de no despertarlo. Sonrió con algo más que emoción y ternura al estárselo imaginando como un niño pequeño ahora mismo.

Y pese a eso, Togata no sabía si era favorable o desfavorable que Amajiki le dejara acercarse así en apenas dos oportunidades; tampoco sabía si él se arrepentiría a la mañana siguiente o lo dejaría pasar, tomándolo como algo cotidiano.

Al final, parecía que su compañero tendría siempre la última palabra.





Al final, parecía que su compañero tendría siempre la última palabra

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Redeemer | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora