Aquel era un día especial para Tamaki. Tenía su diploma en mano, escuchando miles de aplausos no muy lejos de donde se encontraba él junto al resto de sus compañeros... y lo sabía. Sabía que estaba solo, que las incontables cámaras sacando fotos no iban precisamente en su dirección, porque al igual como venía sucediendo hace tres años, era apartado.
Ni siquiera Mirio se encontraba allí, porque todavía le seguía debiendo su respuesta, y mientras no se la diera prefirió mantener su distancia.
Lo importante ahora es que el día de su graduación había llegado, y con aquello que se lo confirmaba en mano, abandonó lo antes posible la universidad para dirigirse al hospital, donde se hallaba la única persona cuyo orgullo quería hacerle sentir.
Pasó por recepción al estar una vez allí, informando de su visita. Con el corazón latiéndole a mil por hora se encaminó a la habitación correspondiente en la que su madre estaba, consciente de que ella también había estado esperando con ansias este día.
Le sorprendió ver que la puerta estaba entreabierta, sin embargo lo que hizo que todo su mundo se detuviera fue ver al médico asignado dentro del cuarto, viendo su reloj a la par en que anotaba algo en el portapapeles, acompañado por una enfermera con una expresión que no supo descifrar en su momento.
Acabó comprendiéndolo cuando ambos repararon en su presencia, otorgándole miradas que sin duda no profesaban nada bueno. Tamaki pareció perder el sentido auditivo cuando miró a su progenitora con los ojos cerrados en aquella cama, sin ningún cable conectado a su cuerpo y el monitor que iba indicando sus signos vitales completamente apagado.
Con ello, el mundo además de detenerse, terminó por caerse a sus pies.
Sabía que el médico le estaba diciendo algo, mas no fue capaz de prestarle ni la más mínima atención. Todo dentro suyo se arraigaba a la persona que le dio la vida, sumida en un sueño del que ya no despertaría jamás.
Apenas el médico y la enfermera le dieron la privacidad que necesitaba, Amajiki se arrodilló a un costado de la cama, para enseñarle con lágrimas en sus ojos el diploma a la mujer que le había dado todo cuanto pudo.
─Mamá... yo... acabo de graduarme con honores, tal y como te lo prometí... ─le dijo con la voz temblorosa, sintiéndose más débil que nunca─. Ahora soy alguien de quien puedes sentirte orgullosa, porque yo lo estoy de ti, mamá─el diploma cayó al suelo, aferrando sus manos a la tela de las sábanas con fuerza─ fuiste fuerte, más fuerte que nadie, y diste todo lo que tenías... hasta el final.
Al cabo de unos minutos, no pudo más. Dejó que el llanto fluyera libre, limitándose a aquellas cuatro paredes. Tenía la esperanza de que su madre despertara y le acariciara el cabello para consolarle, como aquellas veces anteriores en las que había ido. Rogó en silencio que abriera los ojos, que pudiera darle un poco más de tiempo para despedirse como corresponde, sin embargo... el dolor de aceptar la realidad se intensificaba conforme pasaban los minutos.
─Mamá... perdóname... ─le suplicó Tamaki, temblando de pies a cabeza─. Ninguno de nosotros pidió esto... por qué nuestro tiempo de vida tiene que ser tan corto? por qué una enfermedad tiene que separarnos de alguien que queremos tan pronto?
Y la respuesta nunca llegó. En cambio, el recuerdo de sus propias palabras llegó en forma de desgarre en una de sus articulaciones, haciéndole cerrar los ojos con fuerza y experimentar una rabia hacia la vida misma.
Amajiki recordaba haberlo visto todo negro una vez, en aquella tarde lluviosa. Y ahora, todo a su alrededor volvía a tornarse oscuro, con la excepción de que una luz podía vislumbrarse al fondo del abismo que ahora era su subconsciente.
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Redeemer | MiriTama
FanfictionHay experiencias que nunca se olvidan en la vida, y Mirio lo comprobará por sí mismo en su arribo a Ámsterdam. «Me di cuenta demasiado tarde de lo mucho que él había logrado entrar en mi corazón. Ahora no quiero, ni creo poder, deshacerme de su recu...