El lápiz se movía con tiento sobre la hoja puesta a medio escribir en el escritorio, en consecuencia de una tarea incompleta. Hacía rato que ya había oscurecido afuera, teniendo que encender la luz que por suerte aún seguía funcionando dentro del cuarto.
Tamaki no tenía muy en claro por qué estaba haciendo aquello. Lo que le motivaba a continuar escribiendo era todo un enigma para él, porque simplemente las palabras fluían y sentía que ya no podría detenerse. Quizás las personas estaban en lo correcto cuando decían que uno piensa mucho mejor cuando se halla a solas.
A pesar del tiempo transcurrido, todavía tiene bastante presente lo dicho por Midoriya en múltiples ocasiones, y aunque intentó hacerle el quite a esa vocecita suya que siempre suele aparecer por las noches diciéndole «sabes que no puede acabar así», todo se resume en un sólo nombre.
Y Tamaki no puede regresar, no puede retractarse ya sea porque sería estúpido o porque no se le ocurre una buena excusa para hacerlo. Por ello, la ocasión perfecta para leer en voz alta todo eso que escribía en aquella hoja había llegado en el momento oportuno, y por suerte no le pusieron trabas para ser partícipe de un nuevo evento.
Miró la hora en su celular dispuesto a un lado, intuyendo que por norma ya todos estaban en sus respectivas habitaciones y sin molestar a nadie. Dobló la hoja y la guardó minuciosamente en el cajón bajo el escritorio, decidiendo finalizar su tarea en algún otro momento; aún le quedaba tiempo.
Amajiki sabía que no le dirían nada si alguien le veía salir, por lo que tomó algo más abrigado sólo por si acaso, guardó en el bolsillo el móvil y las llaves. Llevó su mano al pomo de la puerta y lo giró, y cuando ésta cedió al movimiento y se abrió...
Juró que el corazón se le encogía hasta el punto de asfixiarle dolorosamente.
Estaba allí, apoyado en la pared de enfrente, viéndole abandonar su posición relajada cuando volvieron a estar a tan poca distancia.
Tamaki no hablaba precisamente por el desconcierto, mezclado con algo de sorpresa. Y Mirio se quedó en blanco, porque fue incapaz de resolver sus dudas antes de que ese instante llegara; el ambiente, el interior de ambos... se había sumido en una incomodidad tremenda.
Una de las opciones que cruzó por la mente de Amajiki en ese instante, fue pasar de su presencia e ir en dirección hacia las escaleras. Nada le obligaba a estar allí, sintiendo esa odiosa vulnerabilidad afianzándose en su cuerpo.
Togata sintió que los latidos de su corazón aumentaban en intensidad conforme los segundos pasaban y seguían allí, mirándose y buscando respuesta en los ojos del otro.
─Viniste a despedirte?─el tono despectivo que Tamaki usó al preguntarle, le dio a saber que se encontraba en la misma posición de antes, esa en donde le consideraba como a un ser insignificante, tal y como el resto de personas que le rodeaban en su día a día.
Bueno, podría utilizar eso a su favor y ponerlo como una excusa en cuanto al por qué estaba allí ahora. Sin embargo, y contra cualquier pronóstico, Mirio negó.
─De hecho, vine a confirmar si era cierto que ahora residías aquí─le dijo en cambio, hablándole con un deje de hostilidad─. Y ahora que lo veo, es increíble saber cómo continúas aferrándote a tu pasado.
Tamaki frunció el ceño, cerrando la puerta con brusquedad a sus espaldas. Avanzó unos pasos, mirando de un modo desdeñoso al rubio; acaso ahora él también creía tener el derecho de juzgarle por su decisión?
─Tanto te dolieron mis palabras?─al contrario de darle una explicación, el azabache se tornó burlesco, mandando a la mierda el ser considerado con su ex compañero de cuarto─. O es que acaso no fui lo suficientemente claro?
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Redeemer | MiriTama
FanfictionHay experiencias que nunca se olvidan en la vida, y Mirio lo comprobará por sí mismo en su arribo a Ámsterdam. «Me di cuenta demasiado tarde de lo mucho que él había logrado entrar en mi corazón. Ahora no quiero, ni creo poder, deshacerme de su recu...