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Unas horas después, Tamaki volvió a marcharse de los dormitorios, y la interrogante de "a dónde irá?" se pasaba por la mente de Mirio tras verle desaparecer por aquella puerta nuevamente.

Al final, el tic tac del reloj era la única compañía que el rubio tenía de momento, mientras se sumergía en sus pensamientos, todos absortos en lo dicho por Amajiki anteriormente.

Le apenaba profundamente imaginarlo en semejante situación, perdiendo a la única persona que quizás pudo haberle importado en la vida, y que se culpara por no haber actuado a tiempo... era en parte comprensible.

A Togata jamás le había pasado algo así, y tal vez reaccionaría del mismo modo si es que llegara a sucederle algo similar. Tenía la desdicha de ser muy afectivo con las personas y encariñarse hasta el punto de considerarlas un pilar en su vida, y si perdiera a una de ellas... le dolería de una forma que no sabría describir, al menos no con palabras.

Fue así que las horas fueron avanzando, y a Mirio le resultó imposible conciliar el sueño. Percibía una extraña inquietud abriéndose paso en su interior, queriendo relacionarlo a la revelación de Tamaki. Era la primera vez que conocía a una persona con un pasado así, por lo que tenía mucho sentido el sentirse de esa forma ahora.

Dieron las cuatro de la mañana, y aún continuaba despierto, mirando hacia la nada. Era consciente de que esa sería su última noche en esa habitación, con su compañero que todavía no llegaba; debería volver a presentarse ante una nueva persona, aunque muy en el fondo no tenía ánimos de repetir el mismo monólogo otra vez.

Fue entonces que un ruido le sacó de sus pensamientos, haciéndole voltear en dirección hacia la puerta. La sorpresa no fue menor.

Tamaki había llegado, y no se dio cuenta en primera instancia que el rubio seguía estando despierto. Venía en un terribe estado, cerrando apenas la puerta a sus espaldas. Su cuerpo temblaba por completo y las arcadas podían escucharse claramente.

Lo que hizo reaccionar a Mirio fue ver que Amajiki tenía un aspecto de desmayarse en cualquier momento, ya que con gran esfuerzo lograba mantenerse en pie.

─Tamaki!─justo a tiempo alcanzó a sostenerlo cuando su cuerpo cedió a lo que sea que le tuviera en esas condiciones, y al entrar en contacto con su piel, descubrió lo helado que se encontraba─. Por qué estás...?

─No... no puedo... ─el azabache mantenía una de sus manos en su boca, soportando a duras penas las náuseas intensas que sentía ahora mismo─. Necesito... ir al baño...

Y sin objetar, Mirio le llevó hasta allí, acompañándole en medio de su martirio; le frotaba suavemente la espalda, tratando de reconfortarlo con eso. Se escuchaba agobiado y a la vez exasperado mientras echaba todo fuera, y algo que no esperó ver nunca en su compañero fueron las lágrimas que derramaba en el proceso.

Esta vez el rubio se asustó. Qué es lo que le pudo haber pasado para que llegara en tan horribles condiciones? acaso tomó algo que no debía? le habrían hecho algo? miles de dudas se instalaban por montones en su cabeza, a la par en que le sentía temblar bajo su tacto.

─Tranquilo, todo está bien─Mirio le habló de forma suave, esperando hacerle sentir mejor─. Ya verás que pasará...

Tamaki le escuchaba mientras sentía que poco a poco las ganas de vomitar cesaban, junto con la agonía del momento que ahora desaparecía gracias a su voz. Despacio se puso en pie con ayuda del rubio, el cual le dejó asearse tras verle en tan humillante situación, supuso.

─Ya te sientes un poco mejor?─le preguntó Mirio, notando la persistente palidez en la piel del otro; esa era una señal que le decía que no le quitara los ojos de encima.

Redeemer | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora