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Para Izuku, las noticias no habían acabado esa semana. Por boca de los propios estudiantes se enteró que una antigua habitación de los dormitorios volvió a ser usada, y por el único que fue dueño de ésta.

Quedó desconcertado, atónito, preguntándose cómo demonios Tamaki consiguió ocuparla de nuevo, siendo que en antaño la habían declarado nulamente habitable. Podría autoprovocarse repercusiones desfavorables para su estado mental y emocional, y aún sabiéndolo no desistió de salirse con la suya con respecto a ello.

Consciente de que ni siquiera tendría la intención de plantarle cara, Midoriya se decantó por llamarle al móvil, más que dispuesto a evitar el evidente desastre que se avecinaba.

Qué?─fue la tosca respuesta que recibió luego de escuchar el constante tono de marcado.

─Terminaste de perder la cabeza, Tamaki─le dijo Izuku con animosidad─. Te das cuenta de lo inconsecuente de tus actos? ya estás feliz?

Para Amajiki, el comportamiento que el peliverde mostraba ante cada una de sus decisiones lo consideraba por mucho desmesurado, incluso si tuviera sus razones. Podía apelar a la lógica, diciéndole que a él no le afectaría en nada y que era la vida de cada quién y que no tenía derecho a entrometerse en la suya, sin embargo...

─Me siento como en casa, sinceramente─le respondió Tamaki con sencillez, poniendo un poco de los nervios a quien yacía al otro lado de la línea─. Es como si hubiese estado a la deriva en un lugar que no me correspondía, por lo que regresar aquí significa mucho, como no te lo puedes imaginar.

─Vas a perderlo todo sólo por tu cobardía, lo sabes, no?─continuó refutando Midoriya, sosteniendo el celular con fuerza─. Nunca más volverás a encontrar a alguien como él.

─Es curioso que lo digas─Tamaki rio en medio de su respuesta, tomándoselo como un buen chiste─. Ya no necesito a nadie a estas alturas.

─No importa el hecho de que Togata se irá del país, y todo gracias a ti?─soltó Izuku finalmente, esperando provocar alguna reacción en el otro.

Tamaki guardó silencio, procesando la información. No negaría que le sorprendió saberlo, queriendo alegrarse de algún modo porque Mirio al fin y al cabo se iría... de su lado.

De su vida.

─Y?─contestó de forma desdeñosa, sin ganas de continuar con esa llamada─. Esperas que vaya llorando a pedirle que se quede por una increíble cantidad de excusas absurdas?─en su voz solo se podía percibir desagrado y un poquito de frustración─ aunque claro, puedo hacerlo si me lo pides.

Izuku sabía que se estaba burlando con lo último, ya que en la mayoría de veces fue él quien le motivó e incluso suplicó para que fuera más participativo y pusiera de su parte en relación a las actividades después de clase; en ese entonces, la voluntad del azabache comenzaba poco a poco a levantarse del suelo.

─Definitivamente vas a dejarlo ir?─le preguntó luego de un rato a Tamaki, mas ya no tan empecinado─. Estás decidido a cerrarte ante la oportunidad de intentarlo... una vez más?

─No iré tras él, Midoriya─se jactó Amajiki de ello, ignorando el hecho de que sus latidos habían cobrado algo de fuerza en lo que duraba esa conversación─. Para mí, esto se acabó.

Y la llamada finalizó, con Tamaki deshaciéndose de cada sentimiento estúpido e incoherente que siquiera intentara aferrarse en su interior. No negaría que el conocer a Mirio había resultado ser una bonita y gratificante experiencia, como si hubiera sido una especie de sueño donde lo demás no importaba en lo absoluto. Y es que eso terminó siendo, sólo un sueño.





Redeemer | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora