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Mirio regresó casi arrastrando los pies a la habitación, con una y mil dudas revoloteando por su cabeza. Él no era ningún curioso, pero Midoriya parecía dejar a Tamaki en el misterio a propósito, y si así fuera... con qué fin?

De momento era mejor sacarse esas ideas absurdas que querían instalarse en lo más profundo de su cerebro, quizás las dejaría para después. Una vez que estuvo frente a la puerta de su habitación compartida, llevó la mano al pomo, y tras girarlo, cayó en cuenta de algo mucho más importante.

Izuku no le había dado la bendita llave.

El pomo giraba de un lado a otro, mas la puerta no quería ceder, por lo que claramente alguien tendría que abrirla desde dentro o alguien que tuviera la llave podría hacerle el favor...

«Tamaki» pensó de repente, sin embargo toda ilusión quedó en el piso al ponerse a considerar que el susodicho pudo haber salido o seguiría durmiendo como en la mañana. Ambas opciones eran igual de desalentadoras, y tampoco podía ir detrás del peliverde para pedirle ayuda con esto.

Sin saber hablar el idioma que todos allí tenían en común, sería una misión imposible preguntarle a quién sea sobre él.

Fue entonces que, antes de sentarse a esperar a un costado de la puerta y además de entrar en pánico, el pomo de ésta giró suavemente, apareciendo el dueño desde el otro lado.

─Ah, eras tú─Amajiki se situó a un costado, permitiéndole entrar al fin─. Midoriya olvidó darte la llave, por lo que veo.

El rubio asintió, dejando los papeles que el susodicho le había dado encima de la cama, para luego ir al baño a refrescarse un poco. Entre tanto, Tamaki visualizó los papeles desde su punto, y algo que podría denominar como curiosidad le llevó a echarles un vistazo.

─Supongo que ya lo sabías, no?─salió Mirio del baño, secándose el rostro con una toalla─. Ya debes estar informado.

─Sí, jamás he participado─el azabache dejó los papeles en su lugar, regresando a su zona de confort─. Y esta no será la excepción.

─Qué?─Togata le miró algo confundido, notando el semblante apático del otro.

─Lo que escuchaste─volvió a decir éste último─. Me aburren esta clase de "eventos", así que deberás buscarte a otro compañero. Midoriya puede ayudarte con eso.

«No obstante... ya es cuestión de Tamaki si quiere colaborar o no» las palabras del peliverde ahora cobraban un poco más de sentido, aunque en un principio no las habría creído posible.

─Cómo puedes decir que te aburren si nunca lo has intentado?─le preguntó el rubio, perplejo.

─Porque lo he escuchado de otras personas que han participado en eso, diciendo que no era nada del otro mundo y que lo mejor hubiera sido quedarse en sus habitaciones─se justificó Tamaki, a la par en que se encogía de hombros.

─No crees que es un poco estúpido dejarse llevar por lo que diga el resto?─su pregunta terminó siendo más brusca de lo que Mirio hubiese querido, por lo que inspiró hondo y trató de aplacar esa molestia que sin querer el otro le había provocado─. Digo... siempre es bueno probar experiencias nuevas, de seguro terminas divirtiéndote en esas actividades extracurriculares.

Amajiki sonrió de lado, percatándose de que sin hacer el mínimo esfuerzo logró que el otro empezara a perder levemente la paciencia con su actitud; y es que de verdad no estaba interesado en formar parte de esas actividades.

─Lo siento, yo paso─sentenció finalmente, para luego incorporarse de golpe de la cama, dirigiéndose hacia la puerta; mas antes de cruzar por ésta, se detuvo y añadió─: ah, y te sugiero que no salgas si aún no tienes la llave.

Redeemer | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora