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| Dedicación: ciabell05 |

Capitulo diez: Ruégame.

Cuando estás en el infierno, solo el diablo te puede mostrar el camino hacia la salida

❝Cuando estás en el infierno, solo el diablo te puede mostrar el camino hacia la salida❞

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Me tomé mi tiempo a la hora de regresar a casa. Casa. Era extraño llamarlo de esa manera cuando no era mi hogar, en realidad ningún lugar es mi hogar y ya estaba tan acostumbrada a no ser parte de nada, que no me importaba en lo más mínimo no encajar o pertenecer. Solo lograría lo que quería y me iría. Como últimamente he hecho y me ha ido saliendo bastante bien para ser sinceros. Sin contar a Tristan en medio de mi camino con su preciosa cara.

Le sonreí al señor que se encarga de manipular el portón y él me devolvió la sonrisa mientras abría las puertas de la mansión Riox para mi.

—Gracias.—Susurré en su dirección.

Seguí el camino por el jardín dirigiéndome directo a la puerta principal, pero había una opresión en mi pecho y una voz en mi cabeza que me decía que entrara por la puerta del jardín. Y yo realmente no era quien para rebatir a mi mente, y solo seguí tranquilamente el camino hacia la puerta del jardín, sin distracciones.

Más me acercaba, y más se aclaraban aquellas voces que hablaban, tal vez discutían, en susurros que por momentos subían de tono. Por un segundo creí que pudieran ser los señores Riox, Cassandra y Adrien, discutiendo como toda pareja hacía. Pero no escuchaba alguna voz femenina por lo que descarté esa idea.

—¡Pensé que habíamos dejado a los incautos! ¿Sabes lo que significa esto?—Había escuchado esa voz antes, el problema sería saber exactamente a quien pertenecía.—¿Y tú por qué coño estás tan callado, Aleph!?—Al escuchar los gritos me escondí con rapidez detrás de la pared, regularizando mi respiración y escuchando los siseos masculinos.

—Estoy pensando en lo jodida que estará la morena entrometida cuando la veas...—Y, silencio.

Saqué la cabeza por entremedio de la pared que ocultaba medianamente mi cuerpo. Estos eran uno de esos momentos en los que agradecía momentáneamente mi complexión delgada y algo baja.

Los hermanos Riox estaban callados y mirándose entre si mientras que el invitado estaba de espaldas a mi, de frente hacia ellos mientras los veía con una interrogativa que aunque no estuviera viendo su rostro, sabía que era lo suficientemente clara. El invitado era considerablemente más alto que todos los Riox, no distinguía más nada de su físico, pues que era de noche no ayudaba mucho en ese aspecto.

—¿Por qué razón estaré yo jodida cuando él me vea?—Salí de mi escondite, con la cabeza en alto y bamboleando ligeramente las caderas en dirección a los cuatro hombres, quienes voltearon sus rostros con rapidez hacia donde estaba yo. Las caras iban desde asombradas y asustadas hasta cautivadas. Y eso me satisfacía un poco, a decir verdad.

Riox. © ✔️ [DL #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora