Extra: Ader en la oficina de su padre.

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| Dedicación: @rachel_follame2 |

Extra: Ader en la oficina de su padre.

ADER RIOX.

Casi pude ver el pánico brillar en los ojos de Phoenix, y ya estaba completamente seguro de lo que sus engranajes mentales trabajaban en maquinar, así que antes de que llegara al punto exacto de la explosión mental, me acerqué a ella con rapidez.

—No quiero que empieces a culparte. Lo nominé porque quise.—Le sonreí y procedí a esconderle aquel mechón de pelo rebelde que siempre se le escapaba detrás de la oreja. Y que había que aceptar que tanto me encantaba porque de esa manera tenía una razonable excusa para dirigir mi mano a su mejilla, para aprovechar que mi toque la desestabiliza y besarla, comérmela a besos.—No te creas el centro del universo.

—Ader.—Adrien insistió, con presión.

Rodeé los ojos mentalmente y di la vuelta hasta que mi mirada cayó en Aleph, quien negaba con una marcada mueca irritada.

—Vera y su boca sarnosa.—Comentó, mientras salía del comedor.

Yo, sin más, solo seguí a Adrien hasta la oficina que tenía en la primera planta. Aquel hombre tenía una oficina en cada una, y la que más usaba era la del tercer piso.

Sus hombros se veían tensos y aunque era mucho más alto que él, tenía que aceptar que sí me intimidaba un poco. Papá creía que Aleph era demasiado inmaduro e irresponsable para llevar las riendas del negocio familiar, y a pesar de que lo estaba prácticamente obligando a estudiar dirección de empresas y negocios, todos en la familia sabíamos que todo ese poder recaería en mí o en Abel, en el mejor de los casos —confiaba muchísimo en que Abel haría de nuestra fortuna un grano de arena en comparación. Pero más en mi. Adrien estaba decidido a que yo fuera la cabecilla del voz al mando de nuestro gran imperio, y por eso era tan tosco y mucho más duro conmigo que con mis hermanos y mi primo. A quien —a nadie le sorprende— también tiene como un juguete bajo sus órdenes.

—Siéntate.—Demandó, aún seguía de espaldas pero ahora se estaba sirviendo un trago de lo que parecía Bourbon.

Hice lo que me pidió sin rechistar. Adrien Riox era el único hombre al que le seguía las ordenes sin rechistar. Oh, y a Abel.

—Papá, yo...

—¿Te he dicho que hables?—Su voz sonaba tranquila. Pero la amenaza estaba implícita en ella. Papá era un buen hombre, al menos eso quería pensar, nunca me había puesto la mano encima pero sabía como era con otros.—No, no lo he hecho. Tus modales, Ader, así que cállate.

Lo hice.

»No te voy a preguntar si es cierto. Los rumores en este pueblo corren rápido. Pero que la hija de Darío lo haya comentado solo me lo terminó de confirmar. ¿Sabes qué pensamos los Riox sobre los maricas, Ader?

Silencio.

Aún no me había dado permiso para responder.

Y una mierda, a veces se me metían unas ganas incontrolables de golpearlo con fuerza. Muchas de esas imaginaba que mi saco de boxeo era su cara y me descargaba con el.

—Que son...—No tuvo la oportunidad de terminar el estúpido discurso sobre que la homosexualidad es una enfermedad. Su celular personal empezó a sonar, y todos en esta casa sabían que cuando la llamada era directa a su celular personal y no al teléfono de su oficina, es porque era algo bastante importante, o bastante jodido.—Cuando termine esta llamada te mandaré a buscar.—Dijo, mientras hacía un ademán con sus manos para que saliera pitando de su oficina.

Riox. © ✔️ [DL #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora