Capítulo uno: Bienvenida.
❝Bienvenida a este mundo, verás algunos monstruos en tu recorrido, procura no asustarlos; se enamoran al primer suspiro.❞
PHOENIX.
‣Lordem, Inglaterra.
—¿Volverás?—Me había dicho Tristan, mientras deslizaba por mi cintura esas manos grandes y fuertes que alguna vez habían empuñado un cuchillo, una pistola, mi cuerpo en su totalidad, y lo había manejado a su mero antojo.
—Claro, ¿crees que te dejaría aquí? ¿solo? ¿con ese reguero de chicas detrás de ti?—Bromeé para aligerar el momento. Funcionó. Tristan me devolvió la sonrisa.—Siempre volveré a por ti. Siempre vuelvo.
—Y eso me agrada.—Me había besado la mejilla y me había mirado a los ojos, sin decir nada más.
Pero yo, como siempre, tuve que abrir la boca y arruinar todo el momento.
—Te amo...tanto...—No había sido mi intención que saliera de esa manera, que el sentimiento se viera tan fuerte a través de mis palabras y mi voz rota...no había sido mi culpa que de verdad lo amara tan fuerte.
De pronto, los brazos de Tristan se tensaron a mi alrededor y se despegaron de mi cuerpo, como si este quemara.
—¿Qué has dicho?—Se veía muy enfadado...
Sacudí mi cabeza para liberar la imagen de Tristan repeliéndome como si amar fuera alguna enfermedad contagiosa y tuviera miedo de adquirirla. Me dolía admitir que Tristan me había roto el corazón en toda su palabra, pero no me iba a desmoronar ahora que había llegado tan lejos y que estaba logrando lo que alguna vez me propuse y juré que conseguiría. Por esa única razón, me limpié las lagrimas traicioneras que bailaban rectas por mis mejillas sonrosadas. El conductor me echó una mirada por el espejo retrovisor que el pensó que no vería, e hizo una mueca luego de verme.
—¿Se encuentra bien señorita?—Inquirió.
—Si, solo es la nostalgia por haber dejado a mi familiares. Usted sabe...
«¿Cuáles familiares? mentirosa.»
El conductor no mencionó nada, pero siguió dándome pequeñas miradas por el retrovisor. Era un hombre fornido y se veía algo joven, como si estuviera empezando sus treinta, rondando sus veintitantos, en realidad. Tenía el cabello negro despeinado y usaba lentes oscuros en plena noche, y desde aquí podía ver el pequeño cable transparente enrollado que pendía de su oreja.
Aún no podía creerme que lo había logrado. Había logrado conseguir aquella beca en la universidad de ese pueblo de Reino Unido, y mi familia anfitriona sería la más poderosa del condado. Después de tanto tiempo de haber soñado con este día, al fin llegaría, mamá realmente estaría orgullosa de mi si me viera en estos momentos, confiaba en eso.
Tiré un imperceptible besito al aire y se lo dediqué a mi madre, solo esperaba que de alguna extraña manera ella me estuviera observando y cuidando de donde sea que estuviera en estos momentos.
—Señorita.—El conductor me echó una de esas miradas que no pude especificar por sus lentes oscuros a través del espejo. Ladeé mi cabeza como respuesta, esbozando una sonrisa que no sentía.—Ya hemos llegado.
Me sorprendí un poco y miré por la ventana. No veía nada. Estaba oscuro y sin siquiera abrir la puerta podía sentir el frío calante que había allá fuera.
—Oh, gracias...—Esperé que el conductor puro musculo me dijera su nombre, pero solo recibí un asentimiento. Por lo que murmuré una maldición en ruso y salí de ahí. Había murmurado en ese idioma porque actualmente era muy difícil de aprender y dudaba que puro musculo lo supiera.
Al cerrar la puerta del auto confirmé que hacía un frío de mierda, pero también me di cuenta que no estaba para nada oscuro, al contrario, habían tantos faros que tuve que pestañear varias veces para poder acostumbrarme a la fuerte luz. Ahora puro musculo se encontraba a mi lado y alzaba su mano para invitarme a proseguir, sin estar tan cerca como para pedir espacio personal.
—¿Qué tenían esos vidrios? no estaba preparada para tanta luz.—Me quejé. Puro musculo se rio por unos segundos y tocó un botón, ahora era que me fijaba en aquel portón muchísimo más grande que puro musculo y yo. Era tan grande que al mirar hacia arriba ni siquiera veía el cielo, solo veía portón y más portón.
El conductor malhumorado ni siquiera respondió a mi pregunta y siguió caminando como si nada.
Wow, el si que lo mantenía profesional. Capullo maleducado.
Me quedé con la mandíbula en el suelo cuando divise esa casa. ¿Qué demonios? ¿Eso acaso era una casa? Eso parecía un puto hotel para ricachones. Y si un pequeño hotel bastaría para un rico, ¿Qué coño pasaría con muchos ricos?
Puro musculo se divirtió un poco de mi reacción y me dio un golpecito en el hombro para que siguiera caminando.
Tengo que recoger mi mandíbula primero, con permiso.
Tuvimos que caminar para cruzar el jardín, y yo iba admirando todas esas flores preciosas y los arbustos bien cuidados a mi alrededor, e incluso me distraje un poco con una hermosa y gran fuente con forma de tres ángeles tocándose entre si, por lo que cuando llegamos a la puerta principal, no me había dado cuenta que mis anfitriones me esperaban pacientemente.
Había un señor con el cabello un poco canoso, pero no se veía de más de cincuenta años, iba en traje y tenía un porte demasiado elegante, estaba completamente serio y su brazo iba enganchado de una mujer preciosa, debía estar en sus cuarenta, llevaba un vestido gris apretado y los labios de un rojo vivaz, pero en cambio, la mujer portaba una sonrisa muy cálida en mi dirección.
—¿Señorita MountBatten?—Dijo el hombre, quien debía ser la cabeza de la familia.
Yo asentí.—Es un gusto...
—Adrien Riox, y ella es mi esposa, Cassandra Riox.—Dijo, señalando a la mujer castaña que me sonreía cordialmente, se acercaron unos pasos, el hombre seguía muy serio. La mujer, Cassandra, colocó su mano en mi hombro y me dio un leve apretón.
—Bienvenida, cariño. Bienvenida a Lordem y bienvenida a la casa Riox.
*.*.*
Amigoooos, yo me imagino a Phoenix como Nina Dobrev, acá un GIF de ella:
Phoenix se pronuncia "Finix".
B, Yil.
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Riox. © ✔️ [DL #1]
Mistério / SuspenseUna chica nueva. Un asesinato. Cuatro chicos, un misterio. «El diablo se ha dividido, creando cuatro infiernos por separado. ¿Puedes con esto? ¿Puedes con ellos?» No intentes desafiarlos, no los mires a los ojos, no los toques, no los nombres. Los...