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| Dedicación: sarag2120 |

*Prey de The Neighbourhood . Dulces lecturas y feliz día de la madre a todas ajioajio.*

Capítulo diecisiete: ¿Qué demonios es...?

Y si te vas a enamorar, enamórate de mi alma. Te aseguro que te amará más que mis ojos, más que mi piel, más que mis ganas.

Cerré la puerta de la habitación y con el ceño fruncido fui dando pasos vagos hasta la cama

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Cerré la puerta de la habitación y con el ceño fruncido fui dando pasos vagos hasta la cama. Mi cuerpo se sentía cansado pero mi cerebro seguía maquinando alrededor de Los Juegos Pre-Middle Ages. 

No podía ocultar que estaba bastante curiosa en cuanto a eso, y nadie en la mesa quería explicarme de que iba el puto jueguito. Eso me molestaba, a decir verdad.

Abel me había dicho:—Está prohibido hablar de ello si eres nueva, Phoenix.—Una sonrisita traviesa bailaba en sus labios en ese momento.—Déjate sorprender. Vive la experiencia.

Entonces pensé «si a Abel aquello le divertía, no debía ser tan malo.»

Luego de haber terminado nuestra comida nos fuimos igual que como llegamos, dejamos a Grace en su casa y Will nos llevó a la mansión. Me sorprendió saber que Will era nuestro vecino. Aunque no tan vecino a decir verdad, pues las mansiones eran separadas por largos retazos de bosque. También descubrí que la familia de Will estaba igual de podrida en dinero como los Riox. Aquello no me sorprendió.

Sin darme cuenta me había estado despojando de toda la ropa que llevaba encima, quedando en sostén y en jeans. Solté una risita por aquello, luego me sentí rara por estarme riendo sola.

Ya me estoy volviendo loca.

El sonido suave del comienzo de la canción Sweather Weather de The Neighbourhood. Me moví con rapidez a la mesita de noche donde había dejado mi bolso y saqué mi teléfono.

NÚMERO DESCONOCIDO.

Mi respiración se hizo temblorosa y mi corazón se saltó un latido para luego empezar su ritmo de una manera descuidada y dolorosa mientras martilleaba con coraje contra mi pecho.

Me asusté como la mierda al pensar que Él me podría haber encontrado. Si, me había dicho que me iba, pero no por tanto tiempo...

La canción seguía sonando, y aunque esta era mi favorita me estaba poniendo de nervios, así que descolgué y me llevé el teléfono con rapidez a mi oreja.

—Buenas noches, funeraria las flores, ¿en qué puedo servirle?

—¿Qué? ¿Funeraria? ¿Este no es el teléfono personal de Phoenix MountBatten?—Era la voz de una chica. Una que conocía muy bien.

Riox. © ✔️ [DL #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora