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Capítulo cuatro: La abertura.

El infierno puede ser divertido si estás con los demonios correctos, y juegas con ellos también.

Al fin me había dado un baño digno y me había cambiado esa mugrosa y pegajosa ropa que llevaba encima por algo limpio y cómodo

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Al fin me había dado un baño digno y me había cambiado esa mugrosa y pegajosa ropa que llevaba encima por algo limpio y cómodo. Sinceramente, cuando había un puesto un pie en la bañera me había sorprendido con la gran cantidad de botones extraños que tenía. ¿Es que se necesitaban todas esas cosas raras para echarse agua y pasarse un miserable jaboncito por el cuerpo? Cada vez entiendo menos la vida de los ricachones.

En todo el rato que duró mi ducha, que fueron unos buenos minutos, tal vez una hora—Me había excusado para poder saltarme la cena, lo sé, pesado para ser el primer día en este pueblo y con esta familia—mi mente se dividió en dos pensamientos, más bien, en dos personas; Tristan y Aleph. Aún seguía rogando que aquella llamada fuera un sueño, y que lo que estuviera haciendo Tristan en Woodside sea extrañarme y pensar en mi y en lo mucho que se arrepentía de no haberme dicho que me amaba en su momento. Era toda una ilusa ¿No?

En cambio, cuando pensaba en Aleph evocaba los recuerdos de cuando me había dicho que era "menos" insoportable en las escaleras. No entendía completamente a que se refería, y eso me tenía con la cabeza vuelta un 8; dando vueltas infinitas. ¿Me consideraba insoportable, pero no tanto?

«¿Y eso por qué diablos te importa?» Buen punto, consciencia, buen punto.

Salí con una toalla envuelta en mi cuerpo, y otra envuelta en mi cabello mojado. Portaba un ceño fruncido y mis huellas mojadas quedaron de evidencia en el pulcro y limpio piso de la habitación que ocupaba en la gran humilde—Nótese el sarcasmo—casa Riox.

—¿Qué habrá querido decir?—Murmuré para mi misma, chupando distraídamente mi dedo índice mojado como vieja manía.

—No me digas que tienes tendencia a hablar sola.—Y entonces, se escucharon risas. Sus risas.—O mejor aún, ¿Eres esquizofrénica? ¿Las voces te dicen que hacer o te hacen platica para que no te aburras solita?—Más risas de los, por mucho, insoportables hermanos Riox.—¿También te chupas el dedo? ¡Jesús! Eres el combo completo de desquiciada.

Tomé el dobladillo de la toallas por impulso, medianamente asustada, y la apreté contra mi mientras me encogía ligeramente. El enojo se abrió paso como un torrente por todo mi cuerpo, demasiada mierda junta.—¡Ineptos! ¿De donde les sale tanta confianza? ¿Por qué están aquí dentro? ¡Dios mío, estoy desnuda debajo de esto! ¡No pueden entrar sin avisar!

Ader bufó, divertido.—Como si nos importara lo que tienes debajo.

Eso fue un golpe bajo a mi ego.

—¡LARGO!—Chillé.

Los hermanos, Ader y Abel, fruncieron el ceño y se taparon los oídos, como el par de dramáticos que son.—Como chillas, chica.—Se quejó Abel, con una mueca.

Riox. © ✔️ [DL #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora